CAPITULO 21 (parte 2)

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Nana Fiona

Agosto de 1999

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Esto es horrible, es una pesadilla espantosa, ¿Cómo es que termino este día así?, no lo comprendo, estábamos tan feliz festejando a mi Lucy y de repente esto, se escucharon estruendos horribles, todos nos agachamos evitando ser lastimados, todos empezaron a correr y gritar por todos lados cuando se escucharon las balas, en mi campo de visión solo pude encontrar a la señora Sophia y a mi niña Ardal, sin pensarlo las tome de las manos a ambas y Salí corriendo con ellas fuera del salón.

Las lleve a una de las entradas que el señor Ramsés me había mostrado, está detrás de la nevera de la cocina, las metí ahí dentro y quise volver para ayudar a la señora Marlenne y a los niños, pero la señora Sophia no me lo permitió, me metió con ellas dentro y por miedo a que nos encontrara cerré la puerta, el aire acondicionado me eriza la piel cuando entro echando un rápido vistazo al lugar.

— ¿Qué demonios fue eso?, ¿Cómo naranjas entraron así al castillo? —Pregunta Ardal mi hija muy ansiosa, la tomo de la mano para que se tranquilice y le beso en la frente.

—Nos están atacando, solo espero que mi familia también hayan podido correr, no pude ver a nadie por más que los busque —Dice la señora Sophia con sus bonitos ojos azules blandos.

—Solo espero que mis niños estén bien —Coloco mis manos en el pecho mientras suelto mi voz triste —Me hubieran dejado volver señora, tal vez necesiten ayuda.

—No, ya estamos a salvo, en vez de ayudar solo les estorbaremos más —Responde la señora delante de mí dando pasos agotados por todo lo que corrimos.

Caminamos por el pasillo que nos llevara al refugio que reúne todos los pasillos, las luces que están a los lados del techo se encienden con nuestros movimientos y se escucha a funcionar electrónicamente, es como una pequeña casa que el señor Ramsés se encarga de mantener lista para cualquier cosa, dice que por el trabajo que la familia tiene en la milicia, tienen están propensos a este tipo de cosas, y he aquí la prueba.

—No podías volver y arriesgarte, lo más seguro es que Hernán y Ramsés los estén trayendo al refugio, me pareció verlos cercas —Continua la señora Sophia.

—Si mamá tranquila, necesitas calmarte para poder calmarme yo —Dice mi hija arrugando la nariz —Me alteras más tú, seguro los veremos a todos en el refugio y cuando los matones locos vean que ya no hay nadie se irán —Como si fuera así de fácil.

—O tal vez Hugo se encargue de ellos, ya vez que es muy grande y fuerte y está entrenado.

—Controla tus hormonas niña.

Habla la señora Sophia y con los ojos le hago señas a mi hija para que guarde silencio.

Llegamos al cuarto y la familia Ditorres que viene de México ya está aquí, acompañados de dos guardias peros los señores Ramsés y Hernán aun no llega y la señora Marlenne con los niños tampoco, cosa que hace que los nervios me pongan los pelos de punta.

— ¿Cómo están? ¿Están todos bien?

Les pregunta la señora Sophia como buen anfitriona.

—Tranquila Sophy todos nosotros bien.

La señora Ana también es muy buena persona, obviamente se les nota el dinero a todos a simple vista, pero son muy buenas personas todas.

—Dios quiera mis niños estén bien por favor —Mascullo en voz baja.

Tomo lugar en la esquina del sofá con un dolor en el pecho agobiante, en la mesita de junto, hay una imagen de cristo que yo misma traje, le dije al señor Ramsés que la habitación nos protegía a nosotros pero cristo la protege a ella, tomo el rosario que cuelga en una de las manos de la figura y comienzo a rezar con un temblor en mis manos espantoso, empiezo a pedir por todos y cada uno de los que estábamos en la casa, ojala que no haiga salido nadie mal herido.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora