Prohibido

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Lucerys observaba las costas de Dragonstone desde una de las ventanas de la fortaleza, ya pasaba la hora del lobo pero el sueño lo había abandonado, eso le pasaba a menudo por esas fechas.

Pronto cumpliría dieciséis onomásticos, el mismo tiempo que llevaba su madre muerta, de igual manera sus hermanos Aemerys y Baelon acababan de cumplir seis onomásticos, el mismo tiempo que llevaba su madre muerta, a veces pensaba en como los Dioses permitieron que su padre pasará por lo mismo dos veces.

Cuando su madre Baela Velaryon murió su padre espero ocho inviernos para volver a casarse, su felicidad no duró mucho ya que cuando nacieron sus hermanos su segunda esposa Cassandra Baratheon también murió, después de eso el decidió no volver a casarse y dedicarse a ellos y sus deberes como heredero al trono de hierro.

Se encontraba sumido en sus pensamientos que no se percató de la presencia de alguien más en el pasillo.

—Luke. —llamo dulcemente Aemond—. Mi perla ¿Que haces aquí? Deberías estar durmiendo. —se acercó hasta la ventana donde el omega estaba.

—Lo siento, es que no puedo. —su tono triste llamo de inmediato la atención de su padre.

—Que te aqueja mi amor. —lo abrazo suavemente por la espalda pegándolo a su pecho.

—Se acerca la fecha de la muerte de muña. —susurro apenas.

Aemond lo apretó más contra el queriendo reconfortarlo.

—Mi niño, ya hablamos de esto muchas veces, no debes olvidar que también es tu día del nombre, te aseguro que a tu madre no le gustaría verte así en un día tan especial.

—Si yo no hubiera nacido ella estaría aquí contigo todavía. —dijo separándose de su padre, sin observarlo.

—Lucerys. —advirtio el alfa—. No hagas eso. —lo tomo del brazo para que lo viera—. Te e contado muchas veces como fueron las cosas, si quieres culpar a alguien culpame a mí, si yo hubiera estado más pendiente ella no hubiera quedado en cinta a tan corta edad, es lo mismo con los gemelos, yo era el que tenía la responsabilidad de cuidar de mis parejas, pensar en su bienestar más que en otra cosa, y no lo hice. —sus ojos se aguaron ante el recuerdo tanto de Baela como de Cassandra, una aunque alfa, muerta por qué su cuerpo no estaba listo para engendrar vida y la otra al ser beta no resistió llevar dos vidas en su vientre, aunque se lo advirtieron ella prefirió traer al mundo a sus cachorros muriendo en el parto. Aemond se culpaba por ambas el era su alfa tenía que haberlas cuidado más.

—Papi. —la voz de Luke lo trajo de vuelta a la realidad—. Tu tampoco lo hagas, madre y Cass decidieron dar la vida por sus hijos, tu como el buen alfa que siempre haz sido respetaste sus decisiones a pesar de tu dolor, si quieres que yo cambié mi forma de pensar hazlo tu también. —pidio abrazándolo.

Aemond recostó su barbilla en la cabeza de su cachorro absorbiendo el aroma de sus rizos, para su edad y casta Lucerys era alto, su mejilla descansaba en el fornido pecho de su padre pegándose más contra el.

—Te amo papi. —dijo dulcemente.

—Y yo a ti cachorro. —Aemond lo apretó más contra el queriendo tenerlo así para siempre.

—Ya no soy un cachorro. —contesto Lucerys subiendo la mirada, encontrándose con los hermosos ojos violeta de su padre.

—Claro que lo eres, para mí siempre lo serás mi perla. —el cariño se dejaba sentir en su voz, se observaron por unos segundos, Luke escondió su rostro en el pecho de su padre queriendo ocultar su sonrojo.

—Pronto me casaré y algún alfa me reclamará, ya no seré más tu cachorro. —aseguro sin salir de su escondite.

El cuerpo de Aemond se tenso al escuchar esas palabras salir de la boca de su hijo.

You Belong To Me || Lucemond Donde viven las historias. Descúbrelo ahora