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"A veces, ella era el fuego y él el viento que avivaba aquella llama escondida.

En otras ocasiones, él era el fuego y ella el viento que avivaba su llama interna.

Ambos eran el complemento para que aquella llama no se apagase y siguiera existiendo la calidez que los une."



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CASSANDRA

Parpadeé varias veces, intentando que aquella luz del enorme pasillo no me dejase ciega, pero es imposible.

Es como un rayo de sol que penetra con intensidad tu vista.

Algo me llama a la lejanía, como si quisiera que me adentrase a aquel lugar, en busca de una salida.

Pero...

¿Hacía donde iría?

De pronto, una voz masculina me llamó, como si estuviese a mi lado, susurrándome al oído tan levemente.

—Cassandra...

Giré mi cabeza hacia todos lados, pero nadie se encuentra junto a mí.

¿Me estaré volviendo loca?

—Debes recordarme...

Sentí mi respiración tan agitada.

—No confíes en ellos...

Fruncí el seño al escuchar aquello e intenté hablar, pero mi voz no salía, como si no la tuviese, lo que me hace sentir tan paranoica.

—Regresa a mí...

»»»·«««

Abrí mis ojos de golpe, mientras toso con fuerza, sintiendo como me estaba ahogando y efectivamente, comienza a salir agua de mi boca, la cual humedece el suelo en el que me encuentro.

Al alzar mi mirada, un chico rubio se encuentra frente a mí. En su mirada celeste puedo notar la confusión que siente al verme, lo que hace que me ruborice, lo puedo sentir, el calor en mis mejillas a pesar de seguir sintiendo como me ahogo, pero ya sin toser, tan solo la irritabilidad en mi garganta que me impide formular alguna palabra.

—Charly... debes ver esto. – dice el chico rubio, sin dejar de mirarme ni por un segundo.

A los segundos llega un chico moreno, con su cabello bien corto, que pareciera que hace poco se rapó por completo.

Aquel chico también muestra la confusión en su rostro, lo que me hace sentir intimidada, más que nada por no saber quiénes son realmente ellos, solo por el rubio sé que el moreno se llama Charly, pero más allá no puedo saber nada.

De hecho, no recuerdo nada sobre mí, tan solo mi nombre, es lo único que puede estar en mi mente. Inmediatamente bajo la mirada hacia mi cuerpo, mi cabello llega más allá de mi cintura y puedo notar el color azabache y lo suave que se ve, además de lo liso.

Viendo más allá de mi cabello, puedo notar mi blusa blanca algo rota, al igual que mis pantalones, además de sucios por tierra, quizá, pero no recuerdo haber estado en la tierra o en algún otro lugar que no sea este, como ahora.

Vuelvo a subir la mirada hacia los chicos, los cuales parecen entender un poco mi situación, por lo que el moreno me tiende la mano, la cual dudo en tomar, pero solo me toma unos segundos para después ser ayudada por él y así estar de pie.

LA CÚPULA - SIN SALIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora