02

114 11 0
                                    

—Te traslade a Japón. —informó con una sonrisa de disculpa cuando vió lo confundida que estaba Mina al estar de pie en la ventana del primer piso donde debía recibir sus terapias.— No quise dejarte en Corea sola si llegabas a despertar.

—Descuida. —murmuró con dificultad, continuando con su rutina para que sus piernas se movilizarán con normalidad y no estuviesen entumecidas por el tiempo que estuvo en coma.

Mina estaba sorprendida de la historia que Momo le había dicho todos esos días que iba a su terapia. Y la timidez que sentía cuando tenía ayuda de ella también seguía aún estando en otro cuerpo.

Se vió en un espejo y su mandíbula cayó contra el piso cuando su boca se abrió de asombro. Juraría que era su hermana gemela donde estaba. Momo también le dejo claro que no debía sentir culpa debido a que la chica no tenía familia por la cual extrañarían o alguien quien la reclamara, excepto esa doctora quien no dejaba de insistir que su nombre no era Myoui Mina.

Mina no sabía cómo Momo había hecho posible algo como lo que estaba viendo, y con ello se refería al cuerpo que le transplanto su corazón.

—Estas mejorando, Mitang. —elogió la japonesa mayor en el momento que Mina llegó a la silla de ruedas por sus propios medios, y le ato el cabello para después limpiar el sudor.

Mina suspiró, asintiendo con una sonrisa tímida y se cohibio del atendimiento que Momo le hacía. Limpió el sudor con una toalla y le ofreció una botella de agua ya destapada.

—Gracias, Momoring.

—No pensé que ese cuerpo también estuviese dotado.

Mina escupió el agua que intentaba tragar y empezó a toser al sentirse atorada con el líquido, además de estar muy roja ante ese comentario. Jamás pensó que Momo notaría ese detalle en su entrepierna.

No le molestaba, a fin de cuentas había nacido con algo como eso, pero no dejaba de sentirse nerviosa que alguien le recordara que función tenía.

—Lo siento —rió bajamente, tomando otra toalla para secar las partes que Mina había llenado de agua. La japonesa había bloqueado, y no era la palabra correcta, Mina evitaba pensar en lo bien que se veía Hirai Momo desde que ella había despertado.

Desde que recordaba como era su aspecto antes de que muriera, no se sentía bien. Se veía tan preocupada y adolorida, sin embargo, ahora sonríe felizmente y sus facciones van mejorando.

Momo se terminó colocando de pie cuando acabó, siendo ayudada por el personal de limpieza quien le dijo que ellos se encargaban. Mina alzo la mano para que entendiera que estaba bien y que no se preocupara, pero frunció el ceño cuando Momo se arrodilló frente a ella tocando sus piernas.

No lo tomo como algo bueno debido a la seriedad que la japonesa mayor y se trago la tos que poco a poco disminuía.

—Mitang —murmuró esbozando una sonrisa algo forzada. La mencionada se tenso, mirando cabizbaja a la japonesa que tomada de sus manos— ¿Volverás a Corea?

¿Volver a Corea? ¿Por qué lo haría? Es verdad que deseaba ver a Nayeon, esa sonrisa y esa mirada que la hipnotizó a un nivel muy elevado, pero... Mina lo estaba pensando desde mucho antes y la duda de volver allá para verla a lo lejos no le gustaba.

No quería que su presencia perturbara a Im Nayeon, quien quizás tenía pareja o quizás una familia formada después de Mina morir. ¿Puede que se sintiera aliviada de no tener que lidiar más con su presencia molesta?

Mina no lo sabía y si era así, no tenía porque ir a ese país. Si era feliz, la japonesa no podía ir a perturbar esa felicidad solo porque deseaba verla.

Persistencia | Minayeon G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora