#@luc1naci0nes🤯/lam3ntos😩/P1rata$🏴‍☠️.

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Estaba lloviendo.

Era de noche.

Hacia frío.

Tenía sueño.

Y su teléfono... destruido, otra vez.

Por lo menos el villano estaba noqueado, ya no se reuniria con esos camellos con los que tenia planeado hacer un negocio, pero todo es bajo un costo.

Tenía incrustado en su costado un cuchillo envenado, le costaba respirar y mantener la sangre dentro de su cuerpo se le escapaba de las manos.

Pensó que hiba a morir, Hizashi saldría adelante, eso lo sabía. Pero escucho las sirenas de un coche policía, y la idea se le fue de la mente en ese instante.

-¡Eraser! -grito Naomasa saliendo del coche, corriendo hacia él y con sus manos apretando la herida-estarás bien.

-¿Como sabias *agh*qué estaba aquí?-preguntó sabiendo que su teléfono inservible no pudo ser la razón por la cual logró localizarlo, además de que estaba fuera de su rango de vigilancia.

-Alguien anónimo me mando la ubicación, no te preocupes ahora. Estarás bien-aseguró el detective mientras llamaba una ambulancia.

Pero medio minuto después ya estaban ahí, demasiado pronto si le preguntaban, el hospital estaba a 4 minutos si no había tráfico, incluso Naomasa se sorprendió.

Antes de que lo metieran a la ambulancia vio una figura encapuchada encima de un edificio. Sudadera, máscarilla, una computadora que brillaba de color verde, unos ojos del mismo color que lo miraban directamente.

La persona giro la computadora, dejando ver algo escrito.

[Soy Resagi]

.

.


.

-Que nombre más raro.

-¡Esta delirando, apúrense!-grito la paramédica metiéndolo más aprisa dentro de la ambulancia.

[...]

-¿Estas ahí?, dejate ver-ordeno Aizawa a la infinita oscuridad.

En cambio solo sonó un teléfono tirado en el suelo, la pantalla decía "Número oculto", su entrenamiento le decía que no contestara, su instinto decía lo contrario.

Siempre confiaba en su instinto.

-¿Hola?-pregunto esperando. Escucho la respiración lenta de quien fuera que estuviera detrás de la línea-si no contestas colgare.

-Calle xxx, junto al callejón al lado del restaurante "Spice chiken", tráfico de personas.

Al final colgó.

.

.

.

¿¡Qué carajo!?.

[...]

Siguió pasando por un tiempo, el tipo (o tipa) llamaba (con una voz diferente cada vez, sospechaba que debía ser su quirk, o tal vez no) y él respondia, el crimen en el underground se redujo un 2%.

ResagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora