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GOLDEN IN LOVE ✶ daff y cardan written by honey
( # PRÓLOGO ) , Someone older
DAPHNE NO QUERÍA MENTIR. NO PRETENDÍA, NI DESEABANEGAR el motivo de su momentánea visita. Sujetaba la tela de su vestido, como un pequeño sujetaría a su osito de felpa favorito por las noches, esperando, esperando conseguir el valor que necesitaba para hablarle.
Era su última oportunidad antes de que él se marchara.
No quería admitirlo, pero sentía que un trozo de su cuerpo estaba siéndole arrebatado a sangre fría en ese instante. Quedándose con el ardor en la piel. Ella quería llorar.
Pero no podía lloriquear ahora, no teniéndole frente a frente.
Y quería pensar que su atención le pertenecía por completo, que era suya. Que finalmente había disuadido a esas oscuras grietas en su alma para que la dejaran entrar, y tenerla siempre consigo.
Cardan miraba a la joven Bridgerton como esperando, quizás ella quería su permiso para despedirse de una de sus hermanas y ¿quién era él para negárselo? — Aunque era evidente que Cardan lo sabía, sabía que el único que había hecho mérito para tenerla ahí era él, por muy raro que sonase.
Estaba ciegamente enamorada de él.
Sentía lástima por ello, aunque suponía que su viaje no sólo le haría bien a el y su familia, muy probablemente, Daphne Bridgerton se recuperaría de esto pronto. Por dios, si es que sonaba cruel tratarla como si tuviera una horrible y despiadada enfermedad, teniéndole lástima, aguardando por su mejoría, muy implícitamente diría ella.
Ambos se miraban: Daphne con un nudo formándose en su garganta. Cardan tragando dolorosamente, quemándose la garganta.
Se rascó la nunca. La miró y espero. Recordó la vez que una pequeña versión de Daphne Bridgerton le había rogado que algún día se casara con ella.
¿Sería eso? ¿Quería que se lo pidiera ahora?
De ninguna manera tenía pensado hacerlo, pero no quería rechazarla tan frívolamente. No era así. Podía ser gentil, llevándola a la puerta tras haberle entregado algún dulce de la cocina para reconfortarla. Y es que era tan complejo. No sabía como tratarla; verla como una hermana no le salía, simplemente le era ajena y ya, aunque no lo suficiente como para tratarla mal.
Entonces Daphne habló: — Se irá esta noche, escuché.
