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GOLDEN IN LOVE. 06. / Quiero Ser Tu Favorito _______________________________
La Granja era bellísima. Daphne no podía asimilar que eso también era suyo ahora. Mucho menos qué hacía tan solo unas horas se había casado con el amor de su vida. Realmente era afortunada, y más porque la miraba con un amor puro que radiaba de tal manera que, todas las mujeres que habían asistido a su boda sintieron envidia, la suficiente como para que ese fuera el motor de todo su cotilleo.
— El señor y la señora Hatter cuidan la casa durante todo el año, las chicas le dan un buen uso a este lugar en el verano — le explicó Cardan mientras caminaba tomando su mano.
— ¿Vendremos este verano? — preguntó Daphne. Quien aunque estaba interesada en las bellezas del lugar, lo hizo más que nada para amortiguar los nervios.
Nada había pasado más allá de los besos y las caricias el día en que Cardan le confesó sus sentimientos, claro que, él era todo un caballero con ella no tenía de qué preocuparse. Sin embargo, no podía mentir; ella quería que esa noche fueran más allá con su ahora esposo.
Una vez entraron, Cardan le indicó dónde quedaba su dormitorio mientras tanto el iría por sus cosas.
Al llegar a la segunda planta se encontró con una bonita puerta blanca esperándola, al entrar vió lo limpio y ordenado que mantenía Cardan su espacio y sonrió al ver la torre de libros apartada en un rincón.
Su pecho se agitó al recordar el toque de su esposo. Era tan caliente, pero lleno de cuidado. Realmente quería sentirlo cerca. Decidió que era buena idea comenzar a quitarse el pesado vestido de matrimonio, lentamente fue quitando los broches que sostenía su peinado y dejó su cabello suelto a la luz de las velas. Lo peinó con sus dedos mientras sonreía contenta. Todo parecía un sueño hecho realidad.
— Luces hermosa — dijo Cardan desde la puerta.
El mayor tomó asiento en el borde de la cama, dándole la espalda mientras comenzaba a hablar.
— Supongo que debes estar cansada. Pero no te preocupes, ya armé toda una lista de las cosas que podemos hacer mañana — . Cubrió sus ojos con sus manos, pensando en que quizás su esposa estaría desvistiéndose, para así poder darle su espacio de cierta manera.
Daphne estaba en camisón. Su cuerpo podía verse a la perfección estando desde muy cerca, pero eso Cardan no lo sabía, dado que seguía dándole la espalda para que ella pudiera cambiarse a gusto.
Caminó lentamente hasta quedar frente a él y se arrodilló, buscando su dulce mirada. Al verla Cardan desplegó sus orbes por todo el cuerpo de la chica, era bellísima. Aunque ella no le dió tiempo para pensar en nada cuando su lengua trazó un peligroso camino en la comisura de los labios del marqués.
