chapter four

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GOLDEN IN LOVE

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GOLDEN IN LOVE.
04. / Como Un Gato y Un Ratón
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Dudaba de las cualidades de su amigo, porque no existía motivo racional que, explicase porqué lo había invitado, precisamente, esa tarde. Siendo la víctima de una encrucijada, aunque el consideraba que, era mucho más apropiado llamarle tortura.

— ¿Qué opinas de los hombres que han venido a verla? — dijo Anthony. Aunque había prometido no interferir demasiado, un poco de leña en el fuego escondido que eran Daphne y Cardan no les vendría nada mal.

Cardan la miró, vió que en esas condiciones tan hogareñas en las que estaba había de manera irreprochable, una coquetería ligada a lo vulgar. Movía su abanico por sobre las copas de sus ojos, deseosos, transmitiendo todo lo opuesto a lo que se permitía imaginar el marqués Granger de ella.

No lo veía posible. Conociendo a Anthony, se le hacía difícil entender cómo es que no se daba cuenta que, su hermana estaba llevando a cabo una representación casi pornográfica de un arrebato descarado. Insinuándose al Duque de Hastings en la sala de estar, como si fuera, hipócritamente, algo clásico.

— Sácalo de aquí — recomendó Cardan. Quitándole los ojos de encima a la pareja —. Pediste mi opinión, bueno, aquí la tienes. Si fuera tú lo sacaría ya mismo, por la forma en la que mira a Daphne yo diría que-

Anthony abrió sus ojos, aterrado. Sin esperar nada más se levanto para hablar con Simon en su despacho.

Cuando los hombres se retiraron, Daphne y Cardan se vieron el uno al otro. Fue exquisito; lleno de dolor, emociones reprimidas que, por culpa de un testarudo Cardan seguiría en esa jaula de bronce.

Se levantó sin decir nada y se fue a la habitación de visitas más cercana. Con urgencia. Logró percibir el dolor en su pecho de una manera diferente y se asustó. Estaba totalmente cegado por el miedo, así que no la vió llegar a la recámara.

Daphne estaba ahí. Nerviosa. No, aquello era inexacto, dado que la señorita Bridgerton con sus atrayentes ojos, estaba furiosa.

— ¿Qué hiciste? — reclamó ella.

— No la ví llegar.

— ¿Qué le dijiste a Anthony?  —. Se acercó mucho más al mayor de lo que estaba permitido.

— Váyase.

Suspiró Cardan, aunque era evidente que ella no quería escucharlo.

Era una mentirosa.

Daphne, jamás en su sano juicio se molestaría por lo que pasó; dudaba puramente de lo que estaba haciendo, de sus reclamos, y ese tan osado tono con el que le hablaba. Dios, si es que parecía una rabieta.

La brisa estaba arremolinando la cortina de la ventana, tan grande que cualquiera diría que era fácil ser vistos desde afuera. Pero ellos no harían nada malo, ¿Verdad? — Oh, vaya que Cardan se aferraba a ese delirio. Con el carmín de sus mejillas, las sobresalientes líneas cerca del arte que eran sus ojos rebosantes de chispa, Daphne se lo estaba poniendo dolorosamente difícil.

golden in love ✧ daphne bridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora