Encuentro

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Día 4. Otras criaturas.

La nieve bajo sus pies y la ventisca arremolinándose a su alrededor formaban un paisaje desolador. Cada paso era una lucha contra la naturaleza, el viento helado cortándole la piel expuesta y la nieve acumulándose en sus ropas, pesándolas aún más. Saga, avanzaba con dificultad, forzando su cuerpo a moverse hacia adelante a pesar del agotamiento y del frío que se colaba hasta sus huesos.

La visibilidad era casi nula, y el mundo parecía reducido a esa tormenta blanca y ensordecedora. Seguía avanzando, sin perder de vista a su compañera que parecía no ser afectada por el impetuoso clima. Ella se movía con una gracia casi sobrenatural, como si el viento se arremolinara a su alrededor sin tocarla. Sus pasos eran seguros, su figura apenas visible entre la ventisca. Cada vez que él se tambaleaba, ella lo esperaba unos pasos adelante, asegurándose de que no se quedara atrás. Algo que él agradecía.

Maldijo a Shion por enviarlo a él y no a Camus, seguro que, en ese momento, para Venus, era más una carga que una ayuda, ya que, sin usar su cosmos, era una ardua tarea y viendo que ella apenas parecía afectada, entendió su arduo entrenamiento en Groenlandia. Venus se giró un momento y sus ojos brillaron con determinación. "¡No te detengas ahora!", gritó por encima del rugido del viento, su voz firme y llena de urgencia "ya casi llegamos".

Saga apenas pudo entender, pero intentó acelerar el paso confiando en su palabra. Sabía que no era la primera vez que ella estaba en esos lares, así que no dudaba de su palabra. La vio detenerse justo donde el viento parecía ser más violento y se giró a verla con el ceño fruncido, necesitaban moverse. Ella lo miró y le sonrió acercándose a él para que pudiera escucharla mejor.

-Estás a punto de entrar en un mundo qué aseguras no existe. ¿Estás listo? -le extendió la mano.

Saga la tomó sin decir nada y avanzó a su lado, apenas dieron un par de pasos y el viento dejó de aullar en sus oídos. Sus ojos se abrieron sorprendidos y miró hacia su espalda, la tormenta seguía con toda su furia, pero delante de él solo había un paisaje congelado. No había nieve amontonada, solo un sólido y pulido espejo de hielo que se extendía por todo el valle frente a él. Venus le volteó a ver sin perder su sonrisa.

-¿Sorprendido? -Saga la vio sin salir de su asombro.

-Mentiría si no -asintió levemente-. ¿Cómo es posible?

-La magia de las häxor -respondió en voz baja-, ellas cuidan estas montañas. No puedes adentrarte a los lugares que protegen sin su venia.

-Estamos aquí ¿no? -Saga rodó los ojos.

-Porque fueron ellas las que no llamaron -esta vez fue su turno de rodar los ojos-. Vamos -lo tomó del brazo-, tenemos que encontrar a la häxor qué nos llamó y ella nos guiará a nuestra misión.

Saga se encogió de hombros y la siguió, ella era la encargada de la misión y ahora entendía por qué, si Shion le hubiera dado las instrucciones a él, seguro se habría reído, tenía que admitir que Venus era más abierta de mente y que las historias qué le contaba a los más pequeños no eran fantasías simplemente. Sentía una enorme curiosidad, pero sabía que Venus no le iría dando los detalles de todo hasta que estuviera plenamente convencido que de todo aquello que veía y escuchaba era real.

Caminaron por el helado valle durante quince minutos, para agradecimiento de Saga, ya podía usar su cosmos para mantener su temperatura corporal a niveles adecuados, ya que no había peligro de provocar una avalancha debido a su cosmoenergía. Llegaron hasta un río de hielo, el cual pudieron cruzar gracias a un tronco caído que tenía la función de puente. Tendió su mano hacia ella para ayudarla a cruzar.

Ella le agradeció el gesto con una ligera sonrisa y siguieron avanzando hasta toparse con una humilde choza hecha de piedra de cuya chimenea salía un suave humo blanco. Se detuvieron a unos pasos de ella. Dudando si debían llamar o esperar a que quien estuviera ahí saliera a recibirlos, sabía que las häxor no veían bien a los visitantes y aunque una los había llamado, no podía asegurar que fuera la dueña de aquella choza.

Encanto de SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora