1 | Los juegos artificiales

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Situado entre La batalla del laberinto y El último héroe del Olimpo. Campamento Mestizo.

Era una noche más de aquel verano y como todos los días después de la cena, los chicos habían ido a la fogata. 

Pero aquel día en particular Annabeth no se había sentado con Percy, ya que todo el día se la había pasado con sus hermanos organizando estrategias para el último juego de captura a la bandera antes de que la mayoría de campistas abandonaran el campamento esa semana. 

Los juegos artificiales estaban por comenzar así que Percy decidió buscar a Annabeth para ir con ella, ya que aunque no quisiera admitirlo habría extrañado demasiado pasar tiempo con ella. Por unos minutos Percy la busco entre el mar de personas hasta que la encontró hablado con un chico rubio y carismático, tan apuesto como todos los hijos de Apolo. 

—Vaya Erick, me tomas por sorpresa —Percy escucho a Annabeth decir.

—Sí, bueno. Annabeth —Erick murmuró con evidentes nervios— me pareces una chica muy linda... ¿Qué dices? ¿Quieres ir a ver los juegos artificiales conmigo?

Al escuchar a Erick, un sentimiento desconocido y bastante desagradable se coló en el sistema de Percy, así que apresuró sus pasos hacia ellos.

—Yo...

—Dice que no —Percy interrumpió a Annabeth llegando hasta ellos. La rubia lo miró desconcertada a lo que él le sonrió para después pasar su brazo sobre los hombros de la chica. Percy no sabía porque había hecho eso último, pero sentía la necesidad de acercarla a él en ese momento—. Annabeth y yo iremos a ver Los juegos artificiales.

—¿De verdad? —Annabeth preguntó mientras era muy consiente de Percy abrazándola—. No recuerdo ninguna invitación de tu parte, sesos de alga.

—Justo a eso venía —Percy respondió dándole una mirada de cachorrito. 

Una diminuta sonrisa apareció en los labios de Annabeth. Le encantaba que Percy la mirara así, pero sobre todo darse cuenta de que Percy estaba celoso de Erick.

—Y que te hace pensar que quiero ir contigo y no con Erick —Annabeth dijo solo para ver que le respondía—. Después de todo él me invitó primero.

Ante sus palabras una expresión de completa incredulidad se plasmó en el rostro de Percy.

—Porque yo soy tu MEJOR amigo y él tiene otras cosas que atender —dijo para segundos después mirar al hijo de Apolo dándole una de sus clásicas miradas fulminantes, mismas que tenía reservadas para los monstruos antes de mandarlos de regreso a tártaro—. ¿No es así, Erick?

—Y-yo... sí. Percy tiene razón —el chico respondió con una risa nerviosa sintiéndose intimidado por el dijo de Poseidón.

Aunque habitualmente Percy tenía una actitud relajada en el campamento, para nadie era desconoció que podía llegar a ser aterrador cuando se lo proponía.

—Y-yo, lo siento Annabeth... Quizá en otro momento podamos ir... Bueno, los dejo —Erick dijo antes de practicante salir corriendo de ahí.

Mientras él se alejaba una sonrisa de pendenciero llena satisfacción se plasmaba en el rostro de Percy, misma que se le borro del rostro cuando Annabeth le soltó un manotazo en el abdomen.

—Auch, listilla —Percy exclamó frotándose la zona golpeada.

—Lo asustaste —Annabeth le dijo.

—Yo no lo asuste —Percy se excusó—, solo le recordé que tiene otras cosas que hacer.

—¿Y que cosas tiene que hacer Erick a esta hora? —Annabeth pregunto llevándose las manos a la cintura. 

—No sé. Cosas de hijos de Apolo —Percy respondió con inocencia al ver la expresión de reproche en el rostro de Annabeth. —De todas formas no importa, porque nosotros iremos a ver los juegos artificiales.

—Todavía no te he dicho que sí —Annabeth sonrió internamente por lo que están apunto de decir. Entonces ella miró hacia el resto de campistas para hacerlo más creíble—. Hay un chico que...

—¿Qué chico? —Percy la interrumpió sin ocultar su tono celoso.

Annabeth no pudo evitar soltar una risita ante su reacción. Aun así ella tomó su mano y comenzó a caminar.

—¿Qué chico, Annabeth? —Percy pregunto sin dejar de lanzar mirada mortales hacia donde ella había mirado.

—Nadie, Percy. Solo estaba bromeando —ella sonrió para tranquilizarlo—. Mejor ya vámonos antes de que empiecen los juegos, hay que buscar un buen sitio para verlos.

***

Annabeth y Percy se encontraban sentados en la playa mientras veían el cielo estallar en coloridas luces. Pero a pesar del hermoso espectáculo y de que Annabeth aun tuviera su mano entrelazada con la suya, Percy no podía sacarse de la cabeza lo sucedió con el hijo de Apolo.

—Listilla. ¿Verdad que no vendrás otro día a ver los juegos artificiales con Erick? 

—No lo sé —ella respondió sin dejar de mirar el cielo. Pero por dentro se estaba divirtiendo por ver esta faceta celosa de Percy—. Quizá la próxima semana venga con él, después de todo ya no vas a estar y no tendré con quien venir. 

Una mueca de plasmo en el rostro de Percy.

—Sobre eso, acabo de decidir que me voy a quedar hasta la próxima semana.

—Ah, sí. ¿Por qué? —Annabeth giro para verlo.

—Creo que necesito entrenar más —Percy mintió—. Así que como aquí voy a estar no tendrás que buscar a nadie más para venir a ver los juegos —dijo como si nada mientras volvía su vista al cielo.

Annabeth lo miro un segundo, luego recostó su cabeza contra su hombro, mientras pensaba que su sesos de alga estaba indiscutiblemente celoso y eso significa que también sentía cosas por ella. Sonrió al pensarlo, después de todo parecía que quizá de verdad tenían una oportunidad.

Todas las veces antes de decirnos síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora