Dónde Jennie se encuentra un gatito abandonado en un callejón, su corazón de pollo le impide dejarlo ahí solo y lo termina llevando a su casa. Jennie ama los gatos, pero no sabe como cuidarlos, hasta que recuerda que Lisa sí sabe como cuidarlos.
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Cuando escuchó el timbre sonar, no se lo pensó ni dos veces para pararse rápidamente del sofá en donde estaba con el gatito y caminó a paso apresurado a la puerta.
La abrió y se encontró allí con Lisa. Sus cabellos oscuros ligeramente desordenados, tenía unos jeans y suéter anchos. Además de que usaba unas gafas de pasta negra que generalmente solo usaba para leer y estudiar.
Sin dudarlo dos veces se lanzó a abrazarla, agradecida de que estuviese allí.
—¡Dios, Lili!—exclamó Jennie, aliviada, sin notar como a la otra chica se le aceleraba el corazón y se le cortaba la respiración—. ¡Muchas gracias por venir! no tienes idea de lo mucho que vas a ayudarme con ese pequeñín.
El corazón de Lisa dio un vuelco cuando Jennie la abrazó con gratitud, sintiendo una oleada de calor y emoción recorriendo su cuerpo. Su corazón latía con fuerza, y la cercanía de Jennie le hizo sentir una sensación de felicidad que no podía explicar.
—No hay de qué, Nini —respondió Lisa con una sonrisa, tratando de mantener la calma a pesar de la turbulencia de emociones que sentía en su interior—. Estoy feliz de poder ayudarte. ¿Dónde está ese pequeño compañero peludo del que me hablaste?
Antes de que Jennie pudiera responder, el gatito negro saltó del sofá y se acercó a Lisa con curiosidad. Lisa contuvo el aliento cuando el pequeño felino comenzó a escalar su pantalón, aferrándose con sus pequeñas garras.
Jennie observó la escena con una sonrisa, notando la forma en que el gatito parecía sentirse atraído por Lisa—.Parece que a él también le alegra verte—comentó Jennie con una risita, disfrutando del adorable espectáculo frente a ellas.
Lisa se sintió abrumada por la ternura del momento, y un rubor se extendió por sus mejillas mientras el gatito continuaba explorando su pantalón con curiosidad—. Parece que nos hemos hecho amigos rápidamente—dijo Lisa con una risita nerviosa, tratando de mantener la compostura a pesar de la emoción que sentía en su interior—. Pero opino, que primero debería revisarlo un poco para comprobar que no está herido. Hay que hacer muchas cosas, ponerle un nombre, conseguir un collar, comprarle comida, juguetes y una caja de arena. Te aseguro que no quieres oler los desechos de un gato.
Jennie asintió con entusiasmo ante las palabras de Lisa, reconociendo la importancia de asegurarse de que el gatito estuviera sano y cómodo en su nuevo hogar. Con cuidado, Jennie y Lisa se agacharon para examinar al pequeño felino, revisando su pelaje y palpando con suavidad su cuerpecito en busca de heridas o signos de malestar.
Afortunadamente, el gatito parecía estar en buen estado de salud, aparte de un poco de suciedad en su pelaje por haber estado en el callejón. Jennie suspiró aliviada mientras acariciaba con suavidad al gatito, sintiendo cómo su corazón se llenaba de gratitud por haber encontrado a Lisa en ese momento crucial.
