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Jennie caminaba a paso lento y cansado. Acababa de salir de la universidad y sentía que los pies le pesaban por caminar tanto. Sin embargo, tenía una pequeña sonrisita en los labios. Solo le quedaba un semestre para acabar la universidad y se sentía orgullosa de si misma.

Pasó por el lado de un maloliente y oscuro callejón repleto de cajas y bolsas de basura, por instinto contuvo la respiración mientras paraba por allí. Pero se detuvo en seco cuando a sus oídos llegó un pequeño maullido.

Sus pies dejaron de moverse y giró la cabeza, comenzando a respirar por la boca.

—¿Hola?—dijo Jennie en voz lo suficientemente alta como para ser escuchada—. ¿Hay alguien allí?—continuó, entrando al callejón con paso cauteloso.

Escuchó maullidos más agudos y urgentes, Jennie sintió un nudo en el estómago mientras se adentraba en el oscuro callejón. La luz del sol apenas se filtraba entre los edificios, dejando un ambiente sombrío y desolado. El aire estaba cargado con el olor a basura y abandono, pero por encima de todo eso, resonaban los débiles maullidos de un pequeño ser necesitado.

Avanzó con cautela, sorteando las bolsas de basura y las cajas apiladas, hasta que finalmente encontró la fuente del sonido: un pequeño gatito, apenas visible entre los escombros, temblando de frío y miedo.

—Oh, mi dios...—susurró Jennie agachándose con cierta dificultad por el cansancio en sus piernas, apartó suavemente para visualizar mejor así el gatito. Era de color negro, tenía unos ojos azules que miraban a su alrededor con miedo—. ¿Qué haces aquí, pequeñito?—preguntó Jennie en voz baja, acercándose con lentitud al gato.

Acercó su mano con suavidad al gatito, el cual en un principio retrocedió, pero luego se acercó lentamente, olió la mano de Jennie y frotó su pequeña cabeza contra la mano de Jennie. Su mano se veía grande comparada con el pequeño cuerpecito delgado del gato.

El corazón de Jennie se llenó de ternura al ver la respuesta del gatito. Con cuidado, acarició suavemente la cabeza del pequeño felino, sintiendo cómo el temor del animalito se transformaba en una tímida confianza. Los ojos azules del gatito se encontraron con los de Jennie, transmitiéndole una sensación de conexión que la conmovió profundamente.

—¿Qué haces aquí, pequeñito?—repitió Jennie, rascando detrás de las orejas del gato el cual pasó su áspera lengua por su mano. Hizo una pequeña mueca ante la tierna aunque extraña sensación que sintió.

El gatito respondió con un pequeño maullido, como si entendiese la pregunta de Jennie. Volvió a frotar su cabeza en la palma de Jennie, acercándose a la joven universitaria con más confianza y queriendo más contacto, más cariñitos y caricias.

—Veo que tienes frío—observó Jennie, deshaciendo el cierre de su suéter blanco y poniéndolo alrededor del tembloroso y pequeño felino. Lo escuchó ronronear suavemente cuando el tejido cálido lo tocó.

El gatito se acurrucó con gratitud dentro del suéter de Jennie, buscando el calor y la seguridad que le ofrecía. Sus ojitos azules brillaban con un destello de alivio mientras continuaba recibiendo las caricias reconfortantes de Jennie.

Jennie sonrió, sintiendo cómo el corazón se le hinchaba de felicidad al ver la reacción del gatito. Con cuidado, recogió al pequeño felino en sus brazos, asegurándose de que estuviera cómodo y protegido.

—Vamos, pequeño, te llevaré a casa —dijo Jennie con suavidad, sintiendo la calidez del gatito contra su pecho—. No tienes que preocuparte más, estarás a salvo.

Con paso firme pero cuidadoso, Jennie salió del callejón, sosteniendo al gatito cerca de su corazón. Mientras caminaba por las concurridas calles de la ciudad, Jennie se sentía reconfortada por la presencia del gatito y por la sensación de haber hecho algo bueno en medio de tanta oscuridad y desolación.

Llegó a su departamento, descargó con mucho cuidado al gatito en el sofá y lo vió acurrucarse suavemente entre el blando sofá y su suéter.

—Ah, pequeñín, ¿Qué voy a hacer contigo, mmmh? nunca he cuidado un gato...—murmuró para sí misma mientras acariciaba la cabeza del gatito.

Su mente buscó un millón de alternativas y luego su mente se dirigió a una persona: Lisa.

Lisa era una amiga muy cercana de la universidad, estudiaba Veterinaria y además amaba con todo su ser los gatos. Estaba más que segura que ella sabría que hacer.

Jennie sonrió mientras pensaba en Lisa, sabiendo que era la persona perfecta a la que acudir en esa situación. Rápidamente, sacó su teléfono y marcó el número de Lisa, sintiendo un alivio instantáneo al escuchar su voz al otro lado de la línea.

—Hola, Lili ¿Cómo estás? —saludó Jennie con entusiasmo—. Oye, tengo una situación un poco inesperada aquí en casa y necesitaría tu ayuda. ¿Podrías venir?

Jugaba nerviosamente con el borde de su camisa hasta que escuchó como Lisa respondía con un murmullo, al parecer estaba comiendo y tenía la boca llena.

—Hola, Nini—saludó Lisa por igual, tomando un poco de agua—. Estoy muy bien, gracias. Claro que puedo ir a tu casa, ¿Cuál es la situación que tienes?

Jennie inhaló profundamente, tratando de controlar las mariposas revoloteando en su estómago. —Es un poco complicado—. comenzó Jennie, sintiendo que las palabras salían con un tono un tanto titubeante—. Encontré un gatito en el callejón cerca de mi departamento. Estaba solo y temblando, así que lo traje a casa, pero... no tengo ni idea de cómo cuidarlo.

Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea, y Jennie se preguntó qué estaría pensando Lisa. ¿Estaría sorprendida? ¿Preocupada? Jennie se mordió el labio inferior, esperando ansiosamente la respuesta de su amiga.

Finalmente, Lisa habló, su voz suave pero llena de determinación—.¡Claro que puedo ayudarte, Nini!" exclamó Lisa con entusiasmo—. Dame unos minutos y estaré allí. ¿Cómo está el gatito ahora?

Jennie se sintió aliviada al escuchar la respuesta positiva de Lisa—.Está acurrucado en el sofá, usando mi suéter para mantenerse caliente—. explicó Jennie con una sonrisa—. Parece estar un poco más relajado ahora.

Lisa asintió, aunque Jennie no podía verla—. Perfecto. No te preocupes, Nini. Estaré allí pronto. Mantenlo en calor, no dejes que se lastime. Termino de comer y voy para allá—. prometió Lisa antes de despedirse y colgar.

Jennie dejó escapar un suspiro de alivio y gratitud mientras guardaba su teléfono. Sabía que podía confiar en Lisa para ayudarla en cualquier situación, incluso en las más inesperadas. Mientras esperaba la llegada de su amiga, una sensación cálida y reconfortante se apoderó de ella, y no pudo evitar pensar en lo afortunada que era de tener a Lisa en su vida.

Con una sonrisa en los labios y el corazón latiendo con anticipación, Jennie se preparó para recibir a Lisa y enfrentar juntas cualquier desafío que se les presentara. Y mientras el sol se ponía lentamente en el horizonte, el ambiente en el departamento de Jennie se llenó de expectativa y emoción ante lo que el futuro les deparaba a ambas.

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Taking Care of a Kitten - Jenlisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora