11: Una pista con otra responsabilidad.

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Hay un dicho que recuerdo, cuando me castigaron una vez leyendo un libro de refranes, que se me quedó un poco en la mente de los diez años que tenía.

"A grandes males, remedios grandes."

Quizás a cierta persona no aplica esa frase.

—Haber, ¿es más venenosa de lo que imaginé?

Simón es el que se muestra más indignado por lo que nos acaba de contar Chris. Tengo en cuenta que Carol es capaz de esparcir cierta noticia, aunque no lo haga de la mejor forma, a los que estén dispuestos a escucharla, incluso si saben del incidente del año pasado. Me resulta todavía estúpido que la dejen a cargo de la página de la escuela en la sección de noticias, pero me va a resultar todavía más estúpido si la dejan después de subir un video de Chris en una pelea.

Y sobre todo decir que hay que poner ejemplo ya que estamos en una buena institución cuando en realidad Chris se topó con un robo de dos motochorros a una madre y su hija que regresaban al colegio ayer.

—Los policías le llevaron la verdadera noticia a los directivos —aclaró Chris.

Pero eso no basta para minimizar nuestra molestia.

—Se pasa esa chica —dice Susan —. Y eso que su familia no es así.

Como yo afirmo con la cabeza al igual que el chico Rivera, creo que es de las pocas cosas que puedo estar de acuerdo con él. Los padres de Carol son de viajar mucho pero la dejan al cuidado de sus tíos, o sea la familia de Lorenzo. Por lo que noto cada vez que me los encuentro, son unas personas bastante tranquilas, cosa que no me sorprende tanto cuando descienden de unas personas que fueron pioneros del arte y la literatura en la ciudad.

—Rivera, no.

Chris interrumpe la meditación que hice sobre como unos pájaros de colores pueden ser familiares de una carroñera. Ella mira al hermano, quien le devuelve el gesto con inocencia de un gato que no rompe ni un huevo.

—¿De que...?

—Cualquier cosa, que tu cabeza azulada teñida pueda idear, la desechas ahora.

—Pero, Chris, una bromita inocente...

—Si me entero de una inocencia tuya, solo voy a ver que le diste más apoyo en contra mía. Y esta vez tendrá razón.

El pone una mueca de disgusto y mira a su hermana en busca de ayuda.

—¿No me apoyas?

—Tu nalga, no la mía.

Con eso ella da el punto final, dando un dejá vú de cómo nos obligó a trabajar juntos para atrapar a su cliente. Salgo de la casa junto a Simón, ya que decidió por sí solo acompañarme hasta que lleguemos a la avenida principal donde tomaré un colectivo. Gasto innecesario, pero ya quiero llegar a casa. La suposición que tengo solo martillea mi cabeza.

—Gracias por el apoyo, Dani.

—Simón —interrumpo su sarcasmo —. ¿Y si ella...?

Espero que entienda, y Dios se manifiesta a mi cuando el chico se da cuenta. Susurra el nombre de personificación de nuestras sospechas mientras yo afirmo ante ello. Y si está pensando lo mismo que yo, también se debe hacer una pregunta que me está inquietando.

¿Cómo llego a saber eso tan temprano en la mañana?

Me mira inquieto y con una mueca que intenta ser una sonrisa. Va a decir algo que no me va a gustar.

—Vamos a tener que meternos a la boca del lobo para saber.


***

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⏰ Última actualización: May 19 ⏰

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