Regina metió la última caja en el maletero del coche, ella suspiró pesadamente mientras se secaba el sudor de la frente.
"Twyla, nos vamos ya." Gritó mirando hacia la casa.
Al no obtener respuesta se adentró en lo profundo del bosque hasta llegar al final de este donde se encontraba un rio cerca de un acantilado.
Allí, la joven de piel pálida y cabello rojizo estaba sentada en una roca al borde del riachuelo con las rodillas encogidas y sus brazos rodeándolas.
Ella se acercó a su hija y se sentó a su lado.
"Aquí estás." Habló, la niña giró la cabeza al oír su voz. "Te estaba buscando."
"Lo siento." Ella apoyó la cabeza en sus rodillas.
"¿Estás bien?" Le preguntó.
"Este era su lugar preferido." Miró las aguas cristalinas.
"Lo se cariño." Ella se secó las lágrimas con la manga de la sudadera.
Suspiró profundamente antes de levantarse y alejarse de allí dejando a su madre mirando ahora el hueco vacío donde se encontraba segundos antes.
Las dos se subieron al coche, Twyla decidió sentarse atrás. Regina puso en marcha el motor y se dirigió hacia su nuevo destino.
Un pequeño pueblo de Francia llamado Xianxe.
La madre puso algo de música justo cuando pasaban por el túnel que conectaba con el pueblo.
Twyla apoyó su cabeza en la palma de su mano mientras miraba por la ventana.
Miles de árboles y algún que otro animal veía pasar a cada vez que llegaban al lugar.
De reojo pudo distinguir algo que volaba cerca del coche, fijó su mirada en el paisaje, atenta a cualquier cosa que pasara.
Y allí, cerca de ellas dos pudo ver una joven con alas sonriéndole mientras le saludaba. Twyla le devolvió el saludo aún sorprendida pero a la vez fascinada.
Se detuvo en seco cuando el bosque terminó, ella la siguió mirando hasta que la perdió de vista.
Llegaron a su nueva casa situada cerca de la naturaleza, ella salió cuando su madre detuvo el coche, cogió su mochila y una caja y empezó a entrar a su nuevo hogar.
Ambas fueron dejando todas las cajas en medio del pasillo, su madre empezó a sacar las cosas mientras que Twyla subió a su nuevo cuarto.
Dejó las cajas encima de su cama y se asomó por el pequeño balcón que tenia, observando que estaba más cerca del bosque.
Se alejó de ella y abrió la caja empezando a colocar los libros en la estantería. Fue a por la siguiente donde tenia guardado varias de sus cosas más personales.
Una de esas cosas era una foto de ella, su madre y su padre en el lago, era su foto preferida. Twyla sonrió ante el recuerdo antes de ponerla en la mesita de noche.
Bajó las escaleras después de colocarlo todo, se dirigió al jardín donde su madre estaba colocando las sillas de fuera.
Ella cogió su bici azul y se subió a ella, su mochila colgada en su hombro izquierdo.
"¿Vas a pasear?" Su madre habló mientras terminaba de poner la sombrilla.
"Voy al bosque." Le respondió, su voz no tenia ninguna emoción.
"¿No vas a visitar el pueblo?" Se sacudió el pantalón de la suciedad.
"Prefiero hacerlo mañana." Le dijo mientras se iba alejando.
"Hoy llegaré sobre las 19:30, necesito hacer algunas compras e inscribirte en el Instituto.
Ella solo asintió antes de acelerar y alejarse de su madre, está la miró antes de suspirar.
Twyla llegó hasta el principio del bosque, dejó caer la bici y se adentró en el interior, se fue acercando poco a poco hasta el pequeño río que albergaba.
Pero se detuvo cuando vio un lago al otro extremo, olvidando el rio se fue hacia el otro lado contemplando el magnifico lago.
Sus aguas cristalinas brillaban intensamente, en medio de ellas había una parte de un monumento destruido junto a rocas que tenían pequeños trozos de hierba brillantes.
Sus ojos se iluminaron al ver ese enorme y precioso paisaje. Ese momento pasó cuando escuchó cerca suya un aleteo, se giró para no encontrar nada.
Extrañada se volvió a girar sorprendiéndose cuando vio a la misma chica de antes en frente suya.
Su cabello era morado mientras que sua ojos eran de un intenso verde brillante, su piel era extremadamente pálida y lucía puesta una sonrisa reluciente.
Lo diferente de ella y lo que la sorprendió mucho era que tenía dos cuernos situados en la cabeza y dos hermosas alas de color negro con toques purpuras y verdes.
Twyla estaba más que sorprendida al ver a esta persona, ¿a este ser mágico?
"Hola." Saludo sin quitar la sonrisa de su rostro. "Te vi antes, ¿eres nueva en el pueblo? ¿O solo vienes de visita?" Preguntó curiosa.
La niña salió de su aturdimiento al oír su melodiosa voz.
"Ah, no, soy nueva. Nos mudamos desde Paris." Le respondió sin apartar la mirada de ella.
"Entonces bienvenida a Xianxe. Me llamo Mal y soy una hada Fae." Extendió su mano.
"Soy, soy Twyla Arsomia." Le estrechó torpemente la mano.
"Oh, tienes un apellido raro." Ladeo la cabeza.
"Ah, bueno, ya. Mi madre dice que viene de unos antiguos ancestros." Le explicó.
"Bueno, me gusta Twyla Arsomia." Ella se sonrojó mientras agachaba la cabeza para que no lo viera.
"¿Y así es como lo hacéis?" Ella enarcó una ceja.
"¿A que te refieres?" Preguntó sin entenderla.
"Me refiero a que os presentáis a todos los humanos así? ¿No hay rivalidad ni nada por el estilo?" Mal negó con la cabeza.
"Si tenemos rivalidad, pero cuando te vi sentí que podía confiar en ti." Le dijo mientras soltaba una pequeña risa.
La saludó nuevamente antes de salir volando, alejándose así de su nueva amiga.
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CIÉNAGAS //COMPLETA// ✔
FantasiTwyla y su madre se mudan a un pequeño pueblo de Francia después de un accidente trágico. Ellos se alejan lo más posible para volver a rehacer sus vidas. Sin embargo Twyla descubrirá que este pueblo no es tan tranquilo como se pensaba. •••••• *Todos...