xv. What Can Be Seen But Not Touched?

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act two. chapter fifteen.
WHAT CAN BE SEEN BUT NOT TOUCHED?

Harry se quitó la capa invisible y se echó en un butacón que había delante de la chimenea. La sala se hallaba en penumbra, sin otra iluminación que las llamas. Al lado, en una mesa, brillaban a la luz de la chimenea las insignias de Apoya a CEDRIC DIGGORY que los Creevey habían tratado de mejorar. Ahora decía en ellas: POTTER APESTA DE VERDAD.

Acababa de ser llevado al Bosque Prohibido por Hagrid, donde detrás de su capa de invisibilidad había aprendido que el primer desafío del Torneo sería enfrentarse a unos abominables dragones.

Harry volvió a mirar al fuego y se sobresaltó. La cabeza de Sirius estaba entre las llamas. El muchacho sonrió por primera vez en muchos días, saltó de la silla, se agachó junto a la chimenea y saludó:

"Hola, Sirius."

"Hola, Harry. ¿Y Stefan?"

Stefan había prometido asistir a la reunión con Sirius en la chimenea, pero nunca llegó. Harry lo había esperado varios minutos fuera de la Sala Común de Gryffindor, ya que la contraseña acababa de cambiar y Stefan no podría saberla. Al ver que su amigo no aparecía, Harry se fijó en el mapa del merodeador y vio que se encontraba en el Aula de Arte del quinto piso, sus huellas entrelazadas con las de Nina Tur.

"No se encontraba bien."

Harry sabía que la figura de Sirius era tan importante para el Lestrange como para él. Era un miembro de su familia que no estaba completamente loco, ni tenía una obsesión absurda con la pureza de la sangre, ni con el control, el comportamiento o el status. Habían intercambiado cartas durante el verano con aún más frecuencia de lo que Harry lo hacía.

Sirius hizo una mueca de pena. "Que mal. Quería ver su rostro."

Stefan y Sirius nunca se habían visto en persona. Cuando Harry, Ron y Hermione se habían encontrado a Sirius en la casa de los gritos, el chico no se encontraba con ellos. Harry cambió de tema, ya que se encontraba molesto con la actitud de su amigo, de quedarse con una chica en lugar de acudir al encuentro, y no tenía ánimos de seguirlo cubriendo.

"¿Qué tal estás, Sirius?"

Sirius estaba bastante diferente de como Harry lo recordaba. Cuando se habían despedido al final del año pasado, Sirius tenía el rostro demacrado y el pelo largo y enmarañado. Pero ahora llevaba el pelo corto y limpio, tenía el rostro más lleno y parecía más joven, mucho más parecido a la única foto que Harry poseía de él, que había sido tomada en la boda de sus padres.

"No te preocupes por mí. ¿Qué tal estás tú?" le preguntó Sirius con el semblante grave.

"Yo estoy..."

Durante un segundo, Harry intentó decir bien, pero no pudo. Antes de darse cuenta, estaba hablando como no lo había hecho desde hacía tiempo: de cómo nadie le creía cuando decía que no se había presentado al Torneo, de las mentiras de Rita Skeeter en El Profeta, de cómo no podía pasar por los corredores del colegio sin recibir muestras de desprecio... y de Ron, de la desconfianza de Ron, de sus celos... "... ¡Stefan dice que no está de su parte, pero siempre lo está! Así que no hablo tampoco con él, casi. Y ahora Hagrid acaba de enseñarme lo que me toca en la primera prueba, y son dragones, Sirius. ¡No voy a sobrevivir a unos dragones!" terminó desesperado.

Sirius lo observó con ojos preocupados, unos ojos que aún no habían perdido del todo la expresión adquirida en la cárcel de Azkaban: una expresión embotada, como de hechizado. Había dejado que Harry hablara sin interrumpirlo, pero en aquel momento dijo: "Se puede manejar a los dragones, Harry, pero de eso hablaremos dentro de un minuto. No dispongo de mucho tiempo... He allanado una casa de magos para usar la chimenea, pero los dueños podrían volver en cualquier momento. Quiero advertirte algunas cosas."

Moonlight / Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora