x. Freedom leads to death

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act two. chapter ten.
FREEDOM LEANS DO DEATH


TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.

Maia leyó el cartel en la mañana, junto al resto del alumnado, que se apelotonaba en el vestíbulo sobreexitado. La chica procuró que Gris, quien descansaba en sus brazos, no se viera alterado por el ruido. Falló en su cometido, ya que el gato se deshizo de los brazos de su dueña y se marchó en dirección a los jardines. Maia suspiró resignada. A medida que crecía, el animal pasaba menos tiempo con ella, teniendo sus propias aventuras por el castillo. Solo volvía convenientemente cuando necesitaba ser alimentado.

Daphne juntó sus manos con un aplauso, sonriendo mientras inclinaba la cabeza. "¡Ah, que emoción! Me pregunto si habrán chicos guapos."

Maia la miró. "¿Y Blaise?"

La rubia lo descartó con un movimiento de la mano, sin borrar su sonrisa. "Estamos peleados."

Durante la semana siguiente, y fuera donde fuera Maia, no había más que un tema de conversación: el Torneo de los Tres Magos. Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagiosos: quién se iba a proponer para campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en qué se diferenciaban de ellos los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang...

Maia notó, además, que el castillo parecía estar sometido a una limpieza especialmente concienzuda. Habían restregado algunos retratos mugrientos, para irritación de los retratados, que se acurrucaban dentro del marco murmurando cosas y muriéndose de vergüenza por el color sonrosado de su cara. Las armaduras aparecían de repente brillantes y se movían sin chirriar, y Argus Filch, el conserje, se mostraba tan feroz con cualquier estudiante que olvidara limpiarse los zapatos que aterrorizó a dos alumnas de primero hasta la histeria.

Pero a diferencia del resto del alumnado, a Maia no le represtentaba especial emoción conocer la llegada de los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang. En su totalidad, el asunto del Torneo de los Tres Magos le resultaba irrelevante.

Carecía del más mínimo ápice de curiosidad en cuanto a los alumnos de los colegios extranjeros respectaba. No sabía si era porque sabía bastante de ellos, sus tíos habían investigado bastante, cuando consideraron enviar a Draco y Stefan a Durmstrang y a Maia a Beauxbatons, o simplemente porque la curiosidad era algo que Maia no sentía hace mucho tiempo. Le era cada vez más común percatarse de que el gran grueso de las cosas le parecían intrascendentes. Estaba tan enfocada en su propia mente y su propio dolor, que los asuntos ajenos a ella se desfiguraban o desvanecían a menudo en su cabeza antes de llegar a llamar la atención. Cuando se dió cuenta de eso, se sintió peor sobre si misma. Egoísta. Culpable.

El 30 de octubre representaba para la mayoría algo divertido y misterioso. Para Maia, era el día anterior al 31. Al cumpleaños de su madre. Su visita anual a San Mungo. Era un recordatorio que, lo que para otros era una fecha feliz y liviana, para Maia era otra carga. Otro peso para llevar.

Mientras todos querían que los días pasaran lo más rápido posible, Maia solo soñaba con ser capaz de enlentecer el tiempo. De borrarlo. De borrarse. Desaparecer. Lo que fuera. Ya está.

Cada noche tomaba cantidades más grandes de poción para dormir y cada día estaba más cansada. El anillo de compromiso pesaba en su dedo y no podía parar de mirarlo. Cuanto más lo miraba, más se encogía su estómago. Cuanto más se encogía su estómago, menos ganas de comer tenía. Cuanto menos comía, más flaca estaba. Su estado se estaba empezando a notar. Al menos, Draco se dio cuenta.

Moonlight / Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora