i. Summertime Sadness

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act two. chapter one.
SUMMERTIME SADNESS

Una vez, a los ocho años, Maia estuvo tan enferma que casi muere.

Por dos semanas, la fiebre no le bajó de cuarenta grados.

No recordaba bien el durante, no realmente. Solo imágenes de Dobby cambiándole la ropa y poniéndole paños en la frente venían a su mente.

Deliraba. Por momentos, le había parecido ver la cara de su madre enfrente de ella, cuidándola en lugar de Dobby. Susurrándole que todo estaría bien. Por otros, Barty Crouch Jr. la observaba desde arriba.

Maia había estado enferma muchas veces, pero nunca así. Perdió la cuenta de las horas y de los días. No podía leer, ni hablar, ni pararse por si misma. Por dos semanas no fue más que un fantasma recostado en una cama, luchando entre irse o quedarse.

Al final se quedó.

Fue luego de eso que sus primos la empezaron a ver de una manera diferente.

Antes, a pesar de que sus tíos le dejaban saber que carecía de ciertas libertades que conllevaban ser varón, como jugar a la pelota o montar una escoba, Stefan y Draco parecían verla como una más de ellos. La seguían invitando a jugar aunque supieran que no lo tenía permitido, o le gastaban bromas de la misma manera en la que lo hacían entre ellos.

Pero luego de ver a su pequeña prima tan debilitada en una cama, se dieron cuenta de lo obvio, de lo que el resto ya sabía: Maia no era como ellos.

Draco comenzó a prestarle más atención. La perspectiva de perder a su prima parecía haberlo aterrado completamente. Se empezó a tomar más en serio a sus padres cuando le decían que la cuidara. Comenzó a estar atento a cómo estaba, a cómo se sentía, a sí necesitaba algo.

Y también comenzó a ocultarle cosas.

Stefan, por otro lado, empezó a despreciarla profundamente. No le respondía cuando le hablaba, o le parecía que todo lo que decía era tonto. No quiso que Maia participara en más actividades con Draco y él, incluso cosas tan tontas como jugar al ajedrez, decía que no tenía sentido ya que igualmente ella terminaría perdiendo.

Pero ambos estaban de acuerdo en una cosa: Maia era frágil.

Así fue como poco a poco Maia se fue convirtiendo en esa muñeca estática que sus tíos querían que fuera, en esa pieza de adorno, en la joya brillante de su familia.

Y se hizo muy buena en eso.

Aprendió que a la gente le gustaba observarla y no oírla. Así que se quedó impoluta y callada.

Nadie, ni Draco, ni sus tíos, ni Stefan, la consideraban capacitada como para tomar decisiones. Así que dejó que otros la tomaran por ella.

Pero ¿qué hacer cuándo unas personas te dicen qué hagas algo y otras que hagas otra?

Hasta ahora, ella hacía lo que Draco le decía, lo que sus tíos le decían. Hasta ahora, a Maia no se le había ocurrido otra cosa.

Pero tercer año había pasado como una avalancha sobre Maia. De repente, Maia se había encontrado a un padrino. Un padrino que conocía a su madre, la recordaba, y le había dicho que era divertida. Un padrino que le había explicado lo que no entendía.

Su padrino, además, se llamaba Remus Lupin y era un mestizo y un hombre lobo. Dos cosas que deberían haber hecho que Maia se alejara de él de inmediato. Dos cosas hacían que si Draco se enteraba de aquello la obligaría a dejarle de hablar.

Moonlight / Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora