xvii. Cold, cold, warm

172 15 18
                                    

act two. chapter seventeen.
COLD, COLD, WARM

Habían pasado tres días desde que Maia había despertado en el hospital.

Con ayuda de la pócima, su cara había cobrado casi su aspecto normal. Sin embargo, cada vez que se miraba al espejo, no podía evitar sentir que observaba un cascarón vacío. No se reconocía a sí misma, solamente al reflejo de una muchacha pálida, triste y seria, con el labio roto y moretones ya casi invisibles.

No tenía voluntad, no tenía propósito. No hacía nada en todo el día. No había abierto ningún libro ni emitido palabra. Draco no se había separado de ella en los últimos tres días y no habían conversado desde la primera noche. A la hora de la comida, el chico se sentaba junto a su prima hasta que lograra comer al menos la mitad del plato. Allí, él le hablaba y le insistía, sin esperar respuesta más que cediera y se alimentara. Maia lo veía en sus ojos, en aquellos ojos que había observado toda su infancia: Draco estaba preocupado. La contemplaba demasiado rato, demasiado serio. Maia se recostaba en su cama con los ojos en el techo, y se sentaba desganada frente a su comida. Todas las horas eran iguales, no las sentía pasar. Flotaba fuera de su cuerpo, que todo lo que hacía era automático.

Por las noches, Draco dormía en el sillón junto a la cama. Maia lo escuchó quejarse de la incomodidad ni una sola vez. En el día, lo sentía hablando con los sanadores en voz baja: Maia necesitaba comer, necesitaba caminar, necesitaba estar al aire libre.

Se pasaba el día tendida sin dormir. Las pociones estaban completamente fuera de alcance para ella ahora, por lo que conciliar el sueño le era casi imposible. Los minutos en sus días transcurrían como si los transitara alguien en lugar de ella. Danny Ball no había vuelto a aparecer y nadie más le había hecho preguntas, ahora todos se dirigían únicamente a Draco. Mucho mejor así.

En la tercera noche, Sadie volvió a aparecer en su habitación. La elfina se presentó ante Maia con una reverencia. "Señorita Maia, ya he terminado de empacar las maletas de su primo, ¿desea que comience con las suyas?"

Maia se la quedó observando en silencio. Luego de unos segundos, sin responder a la elfina, se paró dificultosamente de la cama y caminó hasta la sala, guiada por sus piernas temblorosas y débiles. Allí se encontraba Draco, encorvado sobre la mesa, escribiendo  lo que parecía ser una extensa carta.

"¿Te vas?"

La voz de Maia sonó ronca, gastada y forzada por los días que habían pasado desde que se encontraba en desuso.

Draco la miró de inmediato, sorprendido por escucharla. "Nos vamos."

"¿Al colegio?"

"Claro."

Maia sabía desde antes que eventualmente tendrían que volver, que una vez que estuviera lo suficientemente recuperada físicamente se vería obligada a retornar al colegio.

Negó con la cabeza. "No."

No podía soportar la idea de ver de nuevo a sus compañeros de casa, a sus profesores, a todas las personas con las que se vería forzada a interactuar, con las que no podría disfrutar de la comodidad que le daba Draco al permitirle no hablar. Eso no sería tolerado en el colegio. No responderle a los profesores, o a los slytherin, sería una descortesía, le generaría un problema.

No podía seguir dándole motivos a sus tíos para pensar que Maia no merecía lo que habían hecho por ella, o que la educación que había recibido había sido en vano. Estar en el colegio, implicaba estar cumpliendo su papel y no estaba preparada para volver a hacerlo.

Moonlight / Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora