Capítulo 11

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EE.UU, Manhattan
Marzo 2024

Mientras acomodo la ropa dentro de la pequeña maleta, no puedo evitar estar nerviosa. Nunca he compartido cama más que con el retrasado de Cosmin y ni me quiero imaginar la escena que me va a hacer cuando se entere.

Y es que no tiene ningún derecho, incluso me daria igual si hubiésemos tenido una relación normal o hubiésemos terminado en buenos términos, pero no ha sucedido nada de eso. Fueron los cuatro peores años de mi vida. Empezamos cuando yo tenía catorce años , pero no era nada demasiado serio. Después, Dragos se empeñó en que teníamos que casarnos y nos comprometimos seis meses antes de que yo cumpliese los dieciocho, que fue cuando le dejé. Durante esos cuatro años, he tenido que aguantar humillaciones, infidelidades, que me gritase como si no fuese más que un trozo de basura.

Nunca ha llegado a pegarme como tal, pero me he llevado empujones, insultos, me ha tirado cosas a la cabeza, me ha roto mis cosas, entre muchas otras desgracias.

Así que como se ponga, me da totalmente igual. Apenas puedo contener mis ganas de pegarle un tiro en la sien cuando lo tengo cerca. Tengo que aparentar sumisión, pero a la vez liderazgo. Tengo que obedecer y mandar, pero es que es tan difícil no mirar la pistola en mis manos y su cabeza en mi campo de visión, perfectamente colocada para hacerle estallar los sesos. Sé que el odio que le tengo es demasiado evidente y se me sale por los poros, por esa misma razón no puedo hacer nada todavía, porque de la primera de la que sospecharían sería de mí.

Y aún tengo esas cicatrices en la espalda.

Aparto todo pensamiento que tenga que ver con ese desgraciado y sigo viendo que meter en la maleta. Llevo lo justo y necesario, ropa interior, vestidos, pijamas, maquillaje, toallas y perfumes. Claramente mi bloc de dibujo viene conmigo allá a donde vaya.

—¡Kamelia! ¿No escuchas que están llamando a la puerta? ¡¿Estás sorda o te haces?!—escucho gritar a Alessandro desde el piso de abajo.

Al parecer me he metido demasiado en mis propios pensamientos hasta el punto de desconectar de la realidad. Parpadeo un par de veces, enfundo mis pies en mis pantuflas y bajo. Están aporreando la puerta como si les fuese la vida en ello. Por un momento pienso que puede ser la policía, pero ya habríamos escuchado alguna orden.

Cuando abro, un Cosmin enfurecido se aparece delante de mí, como si el Universo estuviese espiando mis pensamientos.

—¡¿Cómo que te vas a Francia con ese?!—grita casi colérico, con el blanco de los ojos cubierto de una capa rojiza a causa de la ira.

—¡Es una misión!—digo intentando calmarlo.

Cosmin me ignora por completo y, a grandes y decididas zancadas, se dirige hacia Alessandro, al que toma por el cuello de la camisa y, aunque la diferencia de altura es notoria, Alessandro simplemente lo mira desde arriba con una sonrisa de lo más hipócrita pintada en la cara.

—¡¿Cómo que te la llevas a Francia?! ¡Kamelia no irá a ningún sitio contigo, maldito imbécil!

Alessandro sonríe, y muy despacio y de forma pausada, dice con tono tranquilo.

—Mira lo mucho que me importa tu opinión que ni siquiera recuerdo quién eres.

Cosmin lo suelta para lanzarle un puñetazo que Alessandro esquiva con agilidad, yo me acerco a ellos, dudando de cómo proceder.

—¡Basta!—trato de separarlos, pero no hacen caso.

—¡¿Te crees mejor que yo, eh?!—grita Cosmin clavando su mirada celeste en los ojos acaramelados del italiano.

A lo que este se mofa, sonríe mostrando su dentadura y le echa más leña al fuego.

—No me creo, lo soy.

Los Reyes del Crimen #1 (Saga: Herederos del Dolor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora