Capítulo 29

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EE.UU, Manhattan
Junio, 2024

ALESSANDRO

¿Te ha comido la lengua el gato?

Levanto la cabeza para encontrarme con ese par de ojos desérticos que me observan con supremos aires de superioridad.

Dios, me palpitan las yemas de los dedos por cruzar de un bofetón su oculto rostro y dejarlo al descubierto. ¿Se cree más interesante y misterioso tapándose la mitad de la cara? Iluso, yo prefiero prenderle fuego mientras que mi cara sea lo último que vea. Que la vea tan de cerca que pueda llegar a memorizar todas y cada una de mis facciones antes de soltar su último suspiro.

—Me han mordido muchas cosas, pero hasta la fecha y que yo sepa, nunca gatos.—digo con un tono vacilón, despreocupado, aunque por dentro tenga la sangre hirviendo.

Zakhar bufa, aparta la vista hacia otro lado y vuelve a mirarme.

—Te crees muy gracioso, ¿verdad? Si me aceptas la opinión, no pareces nada más que un humilde humorista de bar de mala muerte más que uno de los mafiosos más peligrosos de Europa.

Sé lo que pretende, pero lucho por no dárselo. Y lucho en vano, porque las palabras se cuelan por las rendijas de mis labios.

—¿Sabes? Los rusos, en el resto de Europa y me atrevo a decir que en todo el mundo, tenéis una imagen sofisticada y disciplinada. He comprendido que no se aplica a todos en el momento en el que me has dado una opinión que no te he pedido.

Sonrío cuando su mandíbula se aprieta con rabia.

—Zakhar.—lo llama Fyodor en un tono tranquilo, pero autoritario.

—Sería un honor para mí enseñarte porque tenemos esa imagen sofisticada y disciplinada si no te callas la maldita boca.—amenaza y decido que acaba de colmar mi paciencia.

—¡¿Tienes algún tipo de puto problema?! Porque te lo puedo resolver enseguida si sigues probando mi paciencia.—me pongo en pie sin apartar mi mirada de la suya.

Fyodor habla, haciendo que Zakhar se trague lo que fuese a decir, y mejor, no me hago responsable de las consecuencias que tenga lo próximo que le vaya a salir por la puta boca.

—Muchachos, estamos en una reunión, si tienen algún problema, guárdenselo. Ahora tenemos otras prioridades, ¿de acuerdo?

Me vuelvo a sentar, aunque la sangre galope a toda fuerza por mis venas.

—¿Qué pretendes? ¿Que nos maten?—susurra Kamelia a mi lado, está enfadada.

—Vale, joder, lo siento.—digo algo hastiado.

Fyodor, saca de su bolsillo un puro, se lo enciende y comienza a hablar de nuevo. Su esposa se mantiene impasible a su lado y Zakhar de pie, detrás de su tío, como un maldito crío, que es seguramente lo que sea. Un puto niño, nada más.

—Bien, ¿por dónde íbamos?—hace una breve pausa antes de continuar—. Ah, si, la ruta alemana. Señorita Rusu, por lo que me ha contado su padre, la ruta alemana, empieza por Rostock, pasa por Magdeburg, sigue por Hessen y termina en Konstanz, donde hay un punto de conexión, de carga e intercambio y a partir de ahí sube hasta Múnich, ¿cierto?

—Cierto.—confirma Kamelia.

Y es que realmente la ruta alemana abarca casi todo el país, y además, tiene un punto entremedias donde cargar o descargar. Eso realmente debe de producir muchísimos beneficios.

Los Reyes del Crimen #1 (Saga: Herederos del Dolor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora