Capítulo 14

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Francia, París
Marzo 2024

El gran día ha llegado.

Hoy es la subasta del anillo de esmeraldas, también conocido como, el Anillo de la Perdición. Apenas está amaneciendo, pero aún así, la intensa vibra se siente en el ambiente; peligro, adrenalina, éxito.

Si os preguntáis que pasó con Alessandro después de lo sucedido anoche, literalmente nada. Nos fuimos a dormir y ya. Aún no se ha despertado, y mejor, porque no sé cómo hacer frente a esa situación, pero es algo con lo que lidiaré después. Sentada en la mesa del alto balcón y con la mirada fija en el amanecer, mi móvil vibra a mi lado y sonrío al reconocer de quien proviene.

¿Ce faci? ¿Ești bine? ¿Alessandro ți-o făcut ceva?—pregunta atropellando las preguntas entre sí.

—Estoy sentada mirando el amanecer desde el balcón. Y sí, estoy bien. —tomo una bocanada de aire antes de mentirle con lo siguiente que voy a decir—. Y no, Alessandro no me ha hecho nada.

Nada que yo no haya querido que me hiciese, pero eso es algo que no le voy a contar, al menos no ahora mismo y mucho menos por teléfono.

—Bien, hoy es el gran día.—anuncia bastante nervioso.

—Lo sé, ¿cómo van las cosas por Manhattan?—pregunto cambiando de tema para que no se ponga aún más nervioso.

—Más o menos bien.—dice con algo de pesadez.

—¿Y eso? ¿Está pasando algo de lo que no estoy al tanto?—frunzo el ceño pese a que no puede verme, pero sé de sobra que ya se imagina mi expresión.

—Los negocios van bien. Ha habido una redada, pero hemos conseguido salir ilesos la mayoría. Al único al que han pillado a sido a uno que tenía ya bastantes antecedentes. —informa.

—¿Y estamos seguros de que no dirá nada?—inquiero sopesando todos los posibles y trágicos escenarios.

—Sí, por eso no te preocupes. Ya sabes, conocemos a toda su familia y dónde está ubicada, aparte del dinero que han recibido para los estudios de los niños, ese hombre se corta la garganta antes de decir una sola palabra sobre la organización.—me asegura y automáticamente me quedo más tranquila.

—Bien.

—Aunque hay algo más.—avisa con algo de incertidumbre.

—¿Más? A ver.—cruzo una pierna sobre la otra mientras, a través del cristal, me aseguro de que Alessandro sigue durmiendo.

—Es Cosmin.—empieza diciendo y ya pongo los ojos en blanco.—Está cada vez más desquiciado. Pensé que en los últimos años había aprendido a separar lo que tuvisteis de la organización, pero desde la noche de la subasta, está más alterado que nunca.

—Lo sé, vino al piso franco de Manhattan ha amenazar a Alessandro el día antes de irnos a Francia.

—¿En serio? Ni me voy a preguntar por qué no me sorprende, pero esa actitud hay que corregirla.

—Y de inmediato.—concedo.

—Lo que menos necesitamos es envolvernos en un conflicto directo con los italianos y menos por un cretino como Cosmin.

Sonrío al otro lado del móvil.

—Opino lo mismo. Lo que le pasa es que está celoso perdido y aún piensa que hay posibilidad entre nosotros, pero no es capaz de entender que si está vivo es de milagro.—admito.

—Y los milagros en la mafia no duran para siempre .

Cristian y yo nos conocemos desde hace ya demasiado tiempo, por lo que podemos permitirnos la confianza de decir cosas como esta. No hablamos explícitamente de ello, ya que en la mafia, todo está controlado y vigilado, pero ambos somos conscientes del trágico destino que le espera a Cosmin.

Los Reyes del Crimen #1 (Saga: Herederos del Dolor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora