Capítulo 8

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EE.UU, Manhattan
Marzo 2024

Apenas puedo pronunciar las palabras. Con la mirada fija en los altos edificios de Manhattan, las palabras de Dragos aún hacen eco en mi cabeza.

—¿Qué?—logro decir en apenas un susurro.

—Como lo escuchas Kamelia.

No, no, no, esto no puede estar pasando. Ese hombre no es trigo limpio, yo lo sé.

—¿Una tregua? Ni muerta.—me niego en redondo.

—Escúchame, ese anillo es solo un capricho tuyo, ya encontrarás otro. Tienes que aceptar esta tregua porque has enfrentado a alguien demasiado peligroso y la única forma de librarte de las consecuencias es esta. —habla de forma rápida y sin pausa.

—Pero....

—Sin peros, Kamelia, es una orden. —cuelga antes de que pueda seguir oponiéndome.

No solo tengo que aliarme con el imbécil prepotente italiano, sino que también voy a perder el anillo. Es cierto que tocaríamos a cincuenta millones cada uno, pero ese anillo es más que sólo dinero para mí. Ese anillo es el mismo de la leyenda que mi madre siempre me contaba con ese brillo en los ojos que perdió a lo largo de los años gracias a mi padre.
Y ahora tengo que renunciar a él por ese desgraciado.

No.

Eso no va a ocurrir. Si no puedes con tu enemigo, únete a él, pero ¿y si pudiese? ¿Y si pudiese jugársela al italiano y quedarme el anillo? Es arriesgado, pero no imposible. Además, he derrocado a todo tipo de tiranos, él no será la excepción.

Entro de nuevo y cierro la puerta de la terraza. No tardo demasiado en ducharme y arreglarme. Como la ocasión lo amerita, decido añadir un nuevo color a mi vestimenta solo por esta ocasión. Normalmente visto de negro o de negro y verde, pero un vestido azul me parece perfecto. Cuando ya termino de arreglarme el pelo ondulado con ondas naturales, me maquillo lo justo y me perfumo. Hago llamar a mis hombres y les digo que suban. Por desgracia, en las treguas se necesita de los seis hombres más cercanos al heredero, y Cosmin por órdenes de Dragos, es uno de ellos. Cuando Cristian, Andrei, Sorin, Vladimir, Cosmin y Daniel llegan al apartamento, los hago sentarse.

—¡Guau, jefa! ¿Y ese cambio de look?—dice Cristian al sentarse y apreciar mi vestido azul, un nuevo color.

—Ahora mismo lo sabréis.—sonrío intentando aparentar toda la calma posible.

Cuando todos están repartidos entre el sofá y alguna silla, me posiciono de pie, frente a ellos.

—¿Pasó algo, jefa?—pregunta Daniel con una preocupación latente en sus ojos verdes.

—Sí, os he llamado aquí porque ha habido un cambio de planes de última hora.—me paseo de pie frente a ellos mientras les comienzo a explicar—. Debido a que encaré al heredero de la mafia italiana, Dragos ha sugerido que lo mejor es una tregua.

El descontento en sus caras es más que obvio. Nunca nos hemos aliado a gran escala con nadie, así que opino lo mismo que deben estar pensando ellos. Algo capta mi atención y es la expresión de Cosmin, la he visto antes.

—No.

Me giro para mirarlo, de nuevo esa expresión extraña.

—¿Cómo dices?—inquiero instándolo a que lo repita.

—No podemos hacer una tregua con ese hombre.—dice después de tragar saliva por un momento.

Ahí está, son celos. Nos vamos a aliar con una mafia enemiga, no con ese hombre.

Los Reyes del Crimen #1 (Saga: Herederos del Dolor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora