Un nuevo día en Nueva Orleans, mujeres bellas y caballeros finos iban de un lado a otro para llegar a sus trabajos, las personas disfrutaban el sonido del Jazz que se escuchaba por todas partes, algunos pasaban el rato en el muelle, otros estaban abriendo sus locales y varios más simplemente holgazaneando.Todo iba de maravilla, parecía que sería otro día más en la ciudad pero...eso no duraría por mucho tiempo, pues una tragedia cambiaría las vidas de Alastor y Charlotte para siempre.
(...)
—Despierta.—una voz inaudible sonaba en el profundo sueño de Charlotte, podía sentir que alguien la estaba sacudiendo suavemente para despertarla.
—Mhmm...—abrió los ojos poco a poco para tallarlos, cuando acabó pudo ver el rostro de su madre con claridad, parecía estar algo molesta.
—Charlotte, son las 8 de la mañana se supone que debías estar despierta hace 1 hora para el desayuno, tu padre y yo te estamos esperando. —su madre se levantó de la cama para dirigirse hacia la puerta y recargarse cruzando los brazos esperando una respuesta.
—Lo siento madre estaba...leyendo... eso es todo.—dijo con cansancio.
—No tardes en bajar.—la mujer dió media vuelta para salir de la habitación dejando sola a la pequeña.
Era evidente que Charlotte estaba agotada por la noche anterior, Alastor le había sugerido tomar un atajo por el bosque para estar precavidos y no tener que toparse con esos tipos que amenazaban con descubrirlos, así que el camino iba a ser un poco más largo de lo normal.
Sin poder evitarlo se levantó de golpe de la cama recordando las palabras que dijo Alastor antes de dejarla en su hogar 'Mañana por la tarde te enseñaré a andar en bicicleta', un gesto muy lindo por parte de él pues Charlotte no podía tener el privilegio de saltar la cuerda o jugar con la pelota y mucho menos andar en bici. Su padre creía que eso no era muy propio de una damita como ella y que debía comportarse, le ponía limitaciones, sí, pero siempre tenía la oportunidad de jugar cuando Alastor traía juegos de mesa y una que otra pelota cada vez que se veían en su escondite.
Con entusiasmo Charlotte buscó en su guardarropa algo ligero para ponerse, un vestido blanco con estampado rojo de manzanas,unas zapatillas negras y un par de calcetas blancas.Ya bien arreglada cepilló su largo cabello rubio agregándole un lazo negro a juego con sus zapatillas.
—Siento que falta algo...—se dijo a si misma mientras se miraba al espejo.—¡El collar! Tengo que usarlo más seguido o Alastor pensará que no me gustó.—se dió un ligero golpecito en la cabeza como reprenda.
Caminó hacia su mesita de noche y abrió el cajón, adentro de él había una cajita de color rojo con un listón blanco, la tomó cuidadosamente y la abrió. Dentro de esta se encontraba un precioso collar con dije en forma de ciervo que le había regalado Alastor.
Lo observó con detenimiento admirando la joya.—Prometo que lo tendré conmigo siempre.—lo sacó de la cajita depositando un tierno beso en el dije, se lo puso y salió de su habitación sin notar que algo detrás suyo la estaba observando.
Caminó por el largo pasillo iluminado gracias a un enorme candelabro que estaba en el techo, habían varios floreros de rosas rojas que estaban apoyados en pedestales a petición de la Señora Magne para darle un toque más femenino al lugar, las paredes estaban adornadas de pinturas con diferentes tamaños y figuras, pero había una en especial que hizo a Charlotte detener su andar para verla detenidamente: el retrato familiar.
La familia Magne era popularmente conocida en la ciudad por manejar una de las mayores empresas exportadoras de algodón, "Apple Company", nombre bastante peculiar para un negocio sobre este material pero claro,el que estaba detrás de todo esto era el gran magnate Lucifer Magne. Algunas personas consideraban a Lucifer un tipo bastante arrogante y ambicioso cuando se trataba de hacer negocios, no aceptaba un "No" por respuesta siempre obteniendo lo que quería sin excepciones.
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Carmine
Fanfic¿Hasta dónde llegarías por amor? ¿Matarías por ella? ¿Harías cualquier cosa con tal de tenerla a tu lado nuevamente? Él juró encontrarla. No importaba si tenía que vender su alma o ser ejecutado en la silla eléctrica, sólo anhelaba verla una vez má...