Capitulo Siete - Primer Contacto

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Dentro del hospital pasaban diferentes cosas. Los chicos y yo ya íbamos siendo parte de áreas importantes. María y Gaby ayudaban a Paola en la enfermería con los ancianos y algunos enfermos. Jessica y Ama intentaron convencer a otros chicos que seguían traumados por todo lo que habían visto a pelear y usar armas de fuego. Rafael, José y Jonathan salieron a hacer una expedición de la cual nadie sabía, parecía que estaban buscando la base de los militares. Ángel y yo nos ofrecimos para ayudar a reparar los paneles solares que se habían dañado durante las lluvias.

Desde el tejado del hospital podía ver toda la ciudad. Me entraba una nostalgia al verla. Antes solía subir mucho al tejado de mi casa para mirar el cielo y las estrellas, me quedaba horas ahí. Los edificios todavía en llamas llamaban mi atención. Partes enteras de la ciudad humeaban sin parar. Cada tanto se escuchaban disparos. Y a lo lejos una acumulación de criaturas que se alejaba de nosotros lentamente.

—Mateo! —me llamo Ángel—, deja de estar soñando, ven a ayudar con estos cables.

Estábamos con otras personas del hospital. Dos señores mecánicos y una mujer ingeniera. Ángel y yo quisimos dar una mano. En la escuela tuvimos muchos proyectos relacionados con la energía solar. Ángel era muy inteligente para estas cosas, fuimos de mucha ayuda para ellos. Yo siempre me fui más por la mecánica. Así que ayude a ensamblar las partes de los paneles soldándolas con una pistola de calor.

—No pensé que quedaran jóvenes con estas aptitudes —dijo Luca, uno de los señores.

—Es cierto! Gracias chicos por querer ayudar. Ahora finalmente tendremos energía nuevamente —dijo Katia, la mujer ingeniera.

—Excelente Ángel! ¿Dónde aprendiste reparar las placas de transmisión? —soltó Darío, el otro señor que estaba con nosotros.

—En la escuela tuvimos clases de biomecánica. Tuvimos un profesor muy bueno, todo el merito es de el —dijo Ángel humilmente mientras continuaba desmembrando el panel solar.

Nos quedamos toda la tarde ensamblando los paneles solares. Eran siete. Lograban alimentar todo el hospital con sus máquinas, luces y demás. Corrimos con mucha suerte al tener estos paneles solares en el hospital. Al final del día fuimos capaces de repararlos y empezaron a mandar energía a la batería de reserva, aunque poca, dentro de unas semanas podríamos utilizar todos los equipos eléctricos.

En los siguientes días nos tocó salir de nuevo. A mí y mi grupo. Ama nos dijo que esta vez llegaríamos mucho más lejos. Debíamos abarcar más territorio. Intentar ver como estaba la ciudad por otros lugares. Pensamos en ir hacia la costa del mar caribe. Al seguir en el medio de la ciudad es difícil pensar en tener cultivos. Así que lo único que nos queda es buscar comida que no se venza rápido. Y armas, necesitábamos armas.

Salimos no tan pronto el sol también lo hizo, y caminando tranquilamente llegamos más allá de las ultimas veces. Estábamos en el centro de la ciudad. Grandes edificios. Muchos carros varados en el medio de la calle, y obviamente muchas criaturas. Era inevitable pasar por allí, el centro estaba en el medio entre el hospital y la calle que nos llevaba directos a la costa. Buscábamos encontrar las industrias de los supermercados. Así llevarnos confecciones grandes de comida. Estábamos nuevamente racionando comida luego de un mes de tranquilidad.

Jonathan nos había dicho de las criaturas con habilidades. Lo fuerte y peligrosas que eran. Yo jamás había visto una y no es alentador saber que si hay personas con poderes ni siquiera ellos pueden salvarse de ser mordidos y contagiados. Por alguna razón las criaturas en el centro de la ciudad estaban más descompuestas, no se movían tan rápido como las que se veían cerca del hospital. Su piel colgaba en algunas zonas del cuerpo. Otros se habían encastrado entre carros y grietas de edificios. Intentado acercarse a nosotros se auto despedazaban quedándose sin un brazo o una pierna.

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