3. Forjando Alianzas Inesperedas

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James

--Esta fiesta es patética.

A nuestros pies se extiende el Weston Hall, un salón de baile amplio y ostentoso con las ventanas renacentistas de Maxton Hall. Como el resto del campus, de esta sala se desprende una atmósfera tal que uno diría que ha retrocedido al siglo XV... al menos habitualmente.

Pero hoy la sensación es de haber aterrizado en una fiesta de cumpleaños infantil. La decoración es alegre, y en el bufé hay ponche sin alcohol y entremeses en pequeños tarros de cristal con lazos de colores. La música es horrible.

No hay ninguna transición entre las canciones, parece como si hubiese puesto una lista de reproducción de Spotify y le hubiera dado al aleatorio. Espero que, de un momento a otro, una voz irritante promocione a otro novato mediocre que está triunfando. Además, los invitados no parecen tener claro el código de indumentaria de la fiesta. Algunos van demasiado arreglados y otros, demasiado informales. Resumiendo, la fiesta es un fracaso total. Da la impresión de que alguien ha intentado traer aire fresco a Maxton Hall, pero no se ha atrevido del todo a tirar por la borda la tradición. De ahí que haya salido una curiosa mezcla de refinamiento e innovación que desconcierta a los invitados e impide que se produzca una pizca de ambiente.

--Tampoco está tan mal.-- Alistair interrumpe mis pensamientos.

--Eres el único al que le apetece venir a estas fiestas-- señala Kesh poniendo los ojos en blanco.

--Porque son divertidas-- replica Alistair encogiéndose de hombros.

--Hazme caso, se animará.-- Me permito echarme un buen trago de whisky y disfruto de la quemazón que me va descendiendo por la garganta. Wren nos mira a Alistair y a mí alternativamente. Sus ojos se vuelven más grandes.

--¿Has planeado algo?-- Ignoro la pregunta y encojo los hombros vagamente, pero, como siempre, Alistair no sabe disimular. No hay que conocerlo demasiado para ver que está tramando algo. Sus ojos brillan conspirativos, y su inquietud lo delata por completo.

--No me lo puedo creer. ¿Has planeado algo, y se lo has contado a él pero a mí no?-- Wren señala acusador con el dedo, primero a Alistair y luego a mí. --Espero por su bien que valga la pena.-- Ya está arrastrando un poco las palabras y, sin embargo, no es más que la tercera ronda.

Aun así, cuando Wren tiende la mano de nuevo, yo se la paso. En realidad es un pecado tener que estar bebiendo aquí arriba a escondidas ese caro Bowmore en lugar de hacerlo en un vaso de cristal, pero en las fiestas de Maxton Hall sólo se sirven bebidas alcohólicas a los padres y a los exalumnos. Está terminantemente prohibido que los alumnos beban y que se acerquen siquiera al bar.

Esto todavía no nos ha impedido nunca que nos apañemos para pasárnoslo bien, y la mayoría de los profesores cierran los ojos cuando se dan cuenta de que hemos bebido. Lo peor que nos ha ocurrido hasta el momento ha sido que nos hicieran una advertencia. Mis padres donan todos los años tanto dinero que a la escuela no le queda otro remedio que ser tolerante. Simplemente no puede permitirse ponerse a malas con nosotros o con nuestros amigos.

--¿Dónde se ha metido Lydia?-- pregunta Cyril. Hay una despreocupación forzada en su tono de voz, pero no nos engaña. Lleva años enamorado de mi hermana. Y desde que hace dos años hubo algo entre los dos, ha empeorado un montón.

Lydia, que sólo quería pasárselo bien, acabó con la historia al cabo de dos semanas, sin sospechar que Cyril estaba locamente enamorado y que le rompía el corazón. A veces me da auténtica pena. Sobre todo cuando pienso que desde hace más de dos años no se ha interesado por nadie más y que es evidente que todavía está triste por haberla perdido.

El juego del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora