UNO

159 14 0
                                    

Un hombre esperaba con tantos nervios que le sudaban las manos bajo aquel árbol que por lo menos le triplicaba los años de vida. Aquel siempre había sido su punto de reunión con aquella chica que llevaba años sin verla. Se había vestido formal para ella, como si estuviera ejerciendo su profesión en un salón de clases, solo que aquí estaba usando una camisa con manga corta y unos tirantes con su pantalón de vestir para verse más juvenil. Se hizo un corte de pelo sacado de una de sus series favoritas. No era la primera vez que lo hacía. Para ella siempre se preparaba para causarle buenas impresiones, pero también para gustarle. A pesar de que sabía que su acompañante no era puntual porque siempre se le atravesaba algún imprevisto, Adriel Bernal había llegado a la hora exacta a esa banca de hierro que le causó frio al principio, pero como había pasado ya más de 40 minutos allí sentado, su cuerpo comenzó a soportarlo. Mientras Adriel esperaba, se puso a pensar mucho. Tenía tantas cosas que preguntarle a su amiga, quien por motivos bastantes graves de su vida, puso una distancia, una barrera que por más que Adriel quiso atravesar, no pudo.

Adamaris Navarro sufría de enfermedades mentales que eran la depresión y la ansiedad. Llegó a cierto punto que estuvo a punto de acabar con su vida, pero al final se arrepintió de que estaba dejándose morir. Sus padres la internaron en un hospital psiquiátrico para tratar sus enfermedades. Y se alejó de todos durante los años que tuvo que invertir de su vida para sanar de esas enfermedades. Adriel Bernal siendo su mejor amigo sabía de lo que ella padecía, porque en los casos mas extremos de colapso mental que ella tenía, Adamaris buscaba las palabras de él. Adriel sufría porque no sabía como ayudarla, pero siempre fue oídos para ella. Hasta el día que Adamaris dejó de contestar sus llamadas. Adriel se preocupó y fue a buscarla hasta su hogar, en donde siempre fue bien recibido por la familia de su mejor amiga, sobre todo por su madre, la señora Alba Jiménez. Ella le informó lo que había pasado con su hija y lo que se tuvo que hacer. Adriel visitaba a la señora Alba una vez al mes para siempre estar informado por la salud de Adamaris. La señora siempre lo recibió con los brazos abiertos. Así pasaron 2 años, los cuales sufrió por qué jamás se llegó a comunicar con ella. Y un día fue a la misma hora que siempre se presentaba en ese humilde hogar, pero nadie le abrió. Y al siguiente también fue, pero se repitió lo mismo, por lo que comenzó a preocuparse. Poco después se enteró por uno de los hermanos de la señora Alba que había sido internada de emergencia en un hospital para tratar de extirparle un tumor.

Pasó otro año sin saber de su amiga. Y llegó el punto que el dejó de ponerle atención a ella porque en ese tiempo sufrió una gran pérdida que también lo llevó a padecer una de esas enfermedades mentales. Adamaris Navarro y Adriel Bernal fueron los mejores amigos en su época de universidad. La miseria en sus vidas los hizo unirse en una gran camaradería y fraternidad que no tenían con ninguno de sus otros amigos.

Pasaron 3 años, 2 meses y 7 días con sus noches para que llegara ese momento. Hubo muchos cambios que ellos ya no conocían del otro. Él estaba fascinado por descubrir los de su mejor amiga. Pero sobre todo a él lo torturaba el haberse callado tanto tiempo lo que sentía por ella: Amor. Adriel aceptó que estaba enamorado de Adamaris antes de que sucediera ese repentino alejamiento. Todavía ese último año que estuvieron unidos, Adriel lo disfrutó bastante; sabía que ella era la chica con la que quería terminar hasta el final de sus días. Sin previo aviso una chica se acercó a Adriel. Él de primera impresión no la reconoció, pero resultó ser la persona que estaba esperando.

–Disculpa la tardanza –Dijo con voz acelerada Adamaris.

–No he olvidado que eres impuntual –Le dijo–. Pero veo que eso no ha cambiado con los años.

La admiró de pies a cabeza, estaba perfecta, vistiendo casual y nada vulgar. Tenía un corte de cabello nuevo que le llegaba al hombro. Adriel sabía por qué.

00:00 EL TIEMPO VACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora