Capítulo 7: Instantes felices.

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Ya habían pasado unas cuantas semanas desde la vuelta de Kris y Susie. Las clases transcurrían con la misma normalidad de siempre, y todo se veía igual. No obstante, desde el baile que ambos amigos habían compartido, algo se sentía distinto o desigual. Sus interacciones se habían vuelto más cercanas y preciadas que antes. El encontrarse y reunirse les dejaba una sensación bastante agradable en sus interiores, como si el verse junto al otro les hiciera sentirse más que queridos.

«¿Tal vez la palabra elegida debería ser necesitados?» Se preguntaban a menudo, pues el sentirse adorados por ellos, provocaba un sentimiento de calidez y consuelo en ellos. Y aunque este cariño haya empezado a crecer más y más con el tiempo, seguían sin dar ese paso. Esa línea tan delicada y minúscula pero que llevaba a cambios enormes en su amistad. Quizás era por miedo o quizás por pena. Al fin y al cabo, realmente no les era una diferencia muy grande como para llegar a considerarla.

El timbre sonó, lo que marcaba el fin de la jornada escolar de aquel día. Eran cerca de las diez de la mañana, y los estudiantes debían retirarse temprano por una junta de profesores y algunos padres. Kris se encontraba descansando en su mesa mientras se cubría de la luz con sus brazos. Acostumbraba a dormirse en clases y tal vez por ayuda de la Srta. Alphys o su amiga Noelle, lograba estar al día con sus estudios.

Por otra parte, Susie estaba sentada con las piernas apoyadas en el puesto de al lado, ósea el de Jockington, mientras esperaba que todos se fuesen. Dicho y hecho, cuando ya no quedaba nadie más en el salón ella se levantó de su puesto, dirigiéndose al escritorio de la Srta. Alphys para tomar una de las manzanas que había allí y finalmente le pegó un ruidoso mordisco. El sonido parecía no haber despertado al castaño o tal vez simplemente no había decidido reaccionar frente al estruendoso bocado que había dado su amiga, quien estaba apoyada en el escritorio mientras le miraba inexpresiva.

–Ey, idiota.– le llamó ella en voz alta mientras esperaba respuesta del humano.

Este último, seguía sin reaccionar ni sonora ni físicamente a sus llamados. Ella volvió a llamarle con el insulto usado, pero Kris tampoco se levantó. No sabía si no la escuchaba, estaba durmiendo o la estaba ignorando.

-¡Kris!– gritó ella ya algo más irritada por tener que repetir todo, pronunció su nombre con un tono de voz más alto.

En ese momento, el recién nombrado se levantó mientras se reía silenciosamente, pero al estar viéndole de un metro o dos, sabrías que está riéndose. Susie puso los ojos en blanco mientras se reía con él. 

-Eres de lo peor, Dreemurr..., –añadió ella mientras le pegaba una segunda mordida a la manzana, terminándosela sin siquiera degustarla apropiadamente–. Bueno, larguémonos de aquí– El humano se levantó de su asiento para guardar sus cosas, y se dirigió junto a ella a la salida.

Desde que se habían hecho más cercanos, sus salidas juntos se hicieron más y más frecuentes. A veces saliendo a comer, otras tantas a la sala de computadores de la biblioteca y muchas otras, solo para salir a caminar un rato.

También solían visitarse a sus hogares, siendo el lugar de juntas predeterminado la casa del humano. Toriel también había conocido a Susie, y aunque en un principio la madre cabra parecía bastante escéptica con la joven, al pasar el tiempo pareció agarrarle un especial cariño; recibiéndola con gusto cuando ella venía y hasta sentándose los tres en la mesa para cuando cenaba junto a ellos.

Todos esos buenos tratos y gestos amables, provocaron cierto alivio en el humano, pues temía que su madre y su mejor amiga no se llevasen bien. Pero gracias a alguna fuerza sobrenatural, su madre estaba maravillada con la chiquilla, y siempre que podía incluirla a alguna actividad con su hijo, lo hacía orgullosamente.

Tras retirarse del establecimiento, Kris justamente recibió una llamada de su madre, aconsejándole ir a casa y no quedarse deambulando afuera para no causar ninguna de sus fechorías, ya que tenía esa pequeña fama por su parte. Y tras cortar, Susie le miró mientras le preguntaba:

–¿Y ahora qué?– el humano rio mientras guardaba su celular en su bolsillo y le volteaba a mirar con una sonrisa. Susie iba a preguntarle al respecto, pero fue interrumpida antes de decir nada.

–Sígueme, tengo una idea– la susurrante y al mismo tiempo cálida voz del humano retumbó en el aire, sacando a la joven de sus casillas y mirándole casi atónita.

Desde que ambos se habían hecho amigos, el humano comenzó a hablar más cuando estaba con ella. No sabía si era algo involuntario o no, pues para su amiga también era algo novedoso. Y escuchar su voz tan de repente era una sorpresa agradable.

Ella sonrió mientras le seguía a paso lento con una mueca de curiosidad en su rostro, deseosa de saber sobre la idea de su amigo.

El día jamás había sido tan brillante y aunque las nubes cubrían casi por completo el Sol, este mismo parecía ingeniárselas para aparecer por los huecos que se formaban. El otoño parecía estar llegando a su fin, pues la cantidad de hojas secas que había en el suelo parecía haber incrementado desde las últimas semanas y los árboles cada vez se quedaban más calvos.

Volviendo con ellos, parecían haberse movido a un sector apartado del bosque. La monstruo solo seguía al humano mientras miraba con confusión el camino, y cuando estaba a punto de recriminarle de que no sabía a dónde iba, llegaron al lugar.

Un pequeño jardín oculto en el bosque. Había un tronco tirado en el suelo, posiblemente talado, que se podía ocupar como banca. El suelo estaba cubierto de flores de distintos colores, parecía casi hecho a propósito. Y había un espacio al centro en el que no crecía ningún árbol, por lo que el sol llegaba perfectamente allí.

Maravillada y sorprendida a partes iguales, Susie parecía atónita mirando el ambiente mientras seguía al castaño, dejando su mochila en el tronco que estaba a su lado. Los pájaros cantaban desde el nido y algunos rayos de sol se asomaban por sobre las hojas de los arbustos, trayendo un ambiente de calma y calidez al lugar.

Kris, que no había dicho nada desde que partieron al lugar, tomó una botella de agua y se la ofreció a su amiga, quien no dudó en tomarla y beber de ella su contenido. 

El joven sacó su celular y buscó en alguna lista, alguna canción o melodía que pudiera servir para bailar con su amiga, finalmente eligiendo una y colocando el teléfono en la superficie del tronco. 

Aunque con mucha dificultad y sobre todo, vergüenza, Susie tomó la mano de su amigo, arrojando la botella hasta las mochilas y básicamente arrastrándolo al centro del sitio. Ella puso su mano en sus hombros, y aunque batallando por no esquivar su mirada, consiguió verbalizar lo que tenía en su mente.

–Escúchame atento y claro, Dreemurr..., – empezó ella a la vez que en su voz se notaba un ápice de timidez que se desvanecía con su mirada clavada en sus ojos. –Más te vale seguirme el ritmo o te arrancaré la cara de un bocado– sus manos temblaban un poco mientras continuaba hablando, el humano parecía inexpresivo, pero realmente también sentía cómo en su interior algo parecía crecer poco a poco.

–¿Te quedó claro?– finalizó ella mientras en su rostro, y específicamente en sus mejillas, su piel se ruborizaba a más no poder. El castaño asintió de inmediato a la par que ponía cuidadosamente sus manos en la cintura de su amiga, quien alarmada en un principio por la acción por parte de él, le acercó a ella, casi tocando su cuerpo con el de él.

–Empieza ya, –murmuró ella mientras cerraba sus ojos y trataba de calmarse–. Antes de que te pegue un mordisco como a una manzana– pese a lo que estaba diciendo, su tono de voz no reflejaba honestidad ni agresividad. Y en vez de eso, le sonreía tontamente, esperando una reacción de vuelta. El joven, rio un poco mientras le miraba atento a sus movimientos.

Entonces, empezaron a mecerse juntos...

DELTARUNE: Light & DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora