Capítulo 8: Enlazados juntos.

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Al mismo tiempo que trataban de coordinarse en las suaves tonadas de la canción, los pies de ambos chocaban esporádicamente, consiguiendo un ritmo desordenado y que desconcentraría a cualquiera. Ambos parecían frustrados. «¿Cómo era posible que antes bailasen tan bien y ahora dieran tanta pena ajena?»

La monstruo que parecía la más frustrada, se sentía tonta por no saber cómo moverse correctamente, no era nada del otro mundo, pues solo estaban practicando juntos. Pero le apenaba reconocer que no lo estaba haciendo como quería, o como ella esperaba hacerlo.

El humano, por otro lado, se encontraba decaído por sentir que lo estaba haciendo mal. Y él solo parecía hundirse en una ola de pensamientos pesimistas consigo mismo y su pobre desempeño. Llegó un momento en el que ambos dejaron de moverse y solo se sostenían las manos, esperando que la canción acabara.

Tras esto, Susie soltó un bufido de exasperación a la par que se recostaba en el piso y se cubría la cara con sus manos en señal de desconformidad. Kris la miró con su expresión de siempre antes de soltar un quejido e imitar el movimiento de su amiga, quien lo volteó a ver con un ojo mirando en su dirección.

-¿También agobiado?- sus ojos se detuvieron para mirar sus labios, pero dada la ubicación de su propio flequillo, pasaba desapercibido.

-Odio esto, -reconoció él-. Siento que lo estoy haciendo peor que nunca, -su voz delataba culpa, a pesar de que claramente no lo fuese.

-Somos dos, -respondió ella con una sonrisa inverosímil-. Hasta un crío podría hacerlo mejor que yo, -por alguna razón, el solo hecho de pensar en eso, la fastidiaba aún más.

La monstruo se tronó los dedos mientras volteaba a ver a su amigo, quien parecía estar tomándoselo bastante a pecho para ser solo una práctica. No le gustaba verlo tan desanimado por algo menor, pero tampoco tenía mucha idea de cómo devolverle esa sonrisa que a ella le encantaba.

Sin embargo, eso no la detuvo de intentar apaciguar su malhumor. Tomándole del mentón y forzándolo a mirarla mientras ella giraba su cabeza a un lado, comenzó:

-No te lo tomes tan en serio, Dreemurr, -rio ella mientras le mostraba una sonrisa sincera, buscando confortarlo pero también, hacerlo reír-. Te juro que de verdad no te voy a pegar un mordisco...a no ser que eso sea lo que estás buscando, -eso puso una ligera, pero importante sonrisa en los labios del humano, quien no pudo evitar soltar una pequeña risilla en respuesta.

Pese a no ser tan de piel como ella quisiera, Susie realmente agradecía tener la capacidad de hacer reír a su amigo cuando lo necesitaba. Eso la hacía genuinamente feliz. En compensación por esto, ella se apoyó en el pasto, rodeándolo con sus brazos para dejar que la tensión de la práctica se desvaneciera y ambos se relajaran nuevamente.

Un rato después, decidieron ir a la casa del humano, por lo que en poco y nada, estaban ambos en la entrada. Kris abrió la puerta y se quitó los zapatos, acto que ella replicó sin tapujos. Estando ambos en medias, se dirigieron a la cocina para comer algo, ya luego seguirían con sus prácticas.

La casa del castaño seguía igual de acogedora como siempre, destacando el leve aroma a flores que seguía incrementando más y más desde el basurero de la cocina. La televisión se mantenía como el objeto invicto más codiciado por ambos cuando estaban allí. Algunas veces sirviendo para jugar en la polvorienta consola de Asriel y otras tantas solo para poner sentarse en el sillón juntos.

El silencio reinaba el lugar, siendo interrumpido levemente por las pisadas que dejaban ambos al caminar. Kris se acercó al fogón sin miedo alguno y sirviendo el agua en una tetera, hirviéndola como si lo hubiese hecho miles de veces antes. Susie le indicó que iba al baño, y al entrar se encontró en el estante de la ducha el champú con fragancia a manzana que el joven siempre usaba, lo que puso una sonrisa en sus labios.

DELTARUNE: Light & DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora