Capitulo 3

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Después de salir de la cocina, me dirigí a mi estudio, sabía que alguien como Gina no iba a elegir quedarse. El sonido del goteo constante del fregadero retumbaba en mi cabeza, una melodía incesante que me recordaba la soledad de mi hogar. Gretel se alejaba, dejando tras de sí un aura de misterio y duda, mientras yo me sumergía en un mar de pensamientos oscuros.

La atmósfera en la habitación era opresiva, cargada de un aire tenso y pesado. ¿Qué debería hacer? ¿Debería seguir adelante con mi plan o permitir que la incertidumbre me paralizara? La pregunta martilleaba en mi cabeza mientras recogía los papeles que necesitaba.

Con las llaves en la mano, di una última mirada a la cocina, donde Gina permanecía perdida en sus pensamientos. "Me alegro saber que sí pude salvarte la 'vida'", murmuré para mí misma mientras salía de casa, dejando atrás el eco del goteo del fregadero.

Caminé hacia los edificios que se alzaban entre los árboles, testigos mudos de mis años de soledad. Al ver las luces de la ciudad más cerca, decidí ponerme mi máscara, ocultando mi rostro del mundo exterior. Sabía que me daban por muerta, pero también sabía que "él" no creería nada hasta no ver mi cuerpo inerte frente a sus ojos.

Fui a entregar los papeles necesarios, consciente de que cada paso que daba me alejaba un poco más de mi pasado. Después, me dirigí a la tienda para recoger los víveres que había encargado el día anterior, un recordatorio constante de mi necesidad de sobrevivir en un mundo que me había dado la espalda.

En mi camino de regreso a casa, pasé por la calle donde había encontrado a Gina, un encuentro que había desencadenado una serie de eventos inesperados. El recuerdo de ese día se instaló en mi mente, recordándome que, aunque creía estar a salvo en mi refugio, el mundo exterior seguía siendo un lugar peligroso y desconocido.

Finalmente, llegué a casa con las bolsas llenas de provisiones, todo lo necesario para sobrevivir otras dos semanas en mi refugio solitario. ¿Por qué había comprado tantas cosas como si fuera a vivir con otra persona? Me pregunté, consciente de la ironía de la situación. Pero la verdad era que, incluso en la soledad, seguía aferrándome a la esperanza de que algún día las cosas cambiaran.

Al detenerme frente a la puerta de mi casa, una oleada de temor me invadió. ¿Por qué me costaba tanto entrar? ¿Por qué sentía que algo malo estaba a punto de suceder? Con un suspiro resignado, me recordé a mí misma que esta era mi casa, el refugio que yo misma había creado en medio de la oscuridad.

Con las palabras de aliento resonando en mi mente, giré la llave y entré a casa, preparada para enfrentar lo que sea que me esperara dentro.

GinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora