Capitulo 5

1 1 0
                                    

—¿A dónde vas? —me detiene un tipo robusto junto a la cerca de una de las zonas de la ciudad. Muerdo mi lengua y activo el efecto de voz distorsionada y masculina que uso para esta zona en específico.

—¿Ya no me reconoces o qué, grandote? -Abro los brazos y doy una pequeña vuelta.

—La última vez que viniste dejaste un desastre que nos costó una semana limpiar —si las miradas mataran, ya estaría muerta.

—Creí que habíamos quedado en que ese no fue mi problema.

—Pues él no dijo lo mismo.

—¿A quién de todos los 'él' que conocemos dijo eso? -me cruzo de brazos.

—Me refiero al tipo que encontramos tirado entre un montón de cajas, con la mandíbula rota, el brazo dislocado, con 2 costillas rotas —también él se cruza de brazos. Parece que va a ser más difícil de lo que creí.

—A ese, no sé cómo puedes creerle a él. Me conoces perfectamente.

—Y justo por que te conozco, sé lo que sí haces y lo que no.

—¿En serio? Pues qué halago. Ahora, si me disculpas... —intento pasar, pero él pone su mano en mi hombro.

—No tan rápido.

—¿En serio quieres hacer esto? —pongo mi mano en mi frente decepcionada.

—Esta vez será diferente. —Ay, cosita. Su mirada demuestra tanta confianza y tiene ese brillo de seguridad. Lástima que no le durará tanto en su bonita cara.

—Como quieras. —Suspiro y doy un paso para atrás. Veo cómo él se relaja. Ja, después de dejar unos 5 pasos de distancia, me volteo y empiezo a correr hacia él. Él cruza los brazos en forma de cruz, esperando algún golpe. Justo lo que quería. Al estar cerca de él, hago derrapar mi cuerpo por el pavimento para pasar por entre sus piernas. Rápidamente me levanto y me echo a correr. No pasa mucho antes de escucharlo detrás de mí.

—¡Detente ahí, espera! —cada vez más cerca de mí.

—Grandote, tú y yo sabemos lo que pasará, así que ¿por qué no me dejas seguir con lo mío y tú quedarás intacto? —doy una vuelta en la esquina y poco después escucho cómo algo choca contra el suelo y cómo la gente empieza a gritar. —Genial. —Doy otra vuelta, evitando no chocar con nadie, y finalmente me detengo en un callejón por el que camino tranquilamente hasta topar con pared. Después tomo impulso y logro pasarla sin dificultad.

Camino entre las calles concurridas. Me detengo de vez en cuando para saludar a alguna que otra persona, y finalmente me detengo frente a un edificio semi-deteriorado. El exterior es mucho peor que el exterior. Subo unas cuantas escaleras y me detengo al ver a un pequeño intentando saltar el escalón continuo faltante. El, al percatarse de mi presencia, se pega a la pared con miedo, colocando sus manos sobre su cabeza.

Me acerco a él, notando cómo empieza a temblar cuando me extiendo hacia él. Me detengo, esperando a que al menos voltee un poco. Cuando finalmente lo hace, muestro mis manos para que vea que no tengo nada. Estiro mis manos y dejo que las examine. Cuando finalmente se acerca, inclino mi cabeza hacia un lado, tratando de parecer inofensivo, lo cual parece funcionar. Tratando de suavizar mi voz, le pregunto:

—¿Te ayudo a subir? —mi voz sale más como un susurro. Él asiente con desconfianza. Me levanto lentamente y le extiendo las manos, indicándole que lo cargaré. Él, en respuesta, hace lo mismo. Lo tomo entre mis brazos y me paro al filo del escalón para poder estirar mis piernas y dar al siguiente escalón. Subo sin ninguna complicación y empiezo a subir los demás escalones, pero me detengo después de unos cuantos. El siguiente suena raro y lo miro con desconfianza.

GinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora