El inicio del hechizo

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-Esa playera es mía-. Gritaba un chico peli negro luchando contra su oponente que tenía la playera en sus manos.

-¡Que no!, ésta es regalo de mi cumpleaños-. Se defendía el otro chico de cabello color negro.

Una rubia comía cereal en medio de ambos mientras veía con boca llena la misma discusión de siempre con sus amigos los cuales se gritaban y jaloneaban la prenda roja que tenían entre sus manos.

Estaba acostumbrada al dramatismo exagerado por parte de aquellos chicos los cuales vivían en la misma casa que ella, debido a estudios de la universidad. Todos eran como hermanos, nunca se separaban y siempre se apoyaban, pero cada vez que peleaban esos dos, era la tercera guerra mundial en vivo.

-Abril ¿verdad que esa es mi playera?-. Se quejó el bizco con un puchero.

-Vamos Abril Garza ambos sabemos que Osvaldo solo usa el color rosado-. Se burlo el de lentes.

-Obvio toda belleza como yo, ama el color rosa-. Dijo Osvaldo limandose las uñas con orgullo.

-Osvaldo siempre es lo mismo, y Juan tiene razón, esa playera es roja-. Dijo Abril levantándose.

-Es sinónimo de rosa-. Dijo Osvaldo rascándose su cabeza nervioso.

-No me importa eso es mío perra-. Peleó de nuevo Juan.

La rubia resignada suspiró yendo hacia su habitación riendo por la discusión de sus amigos por una playera, parecían chicas.

Se quito su playera y pantalón de dormir para colocarse una playera blanca con un suéter azúl holgado, y unos pants grises.

Su vestimenta era la de un anciano en sus peores años, pero eso no le importaba ya que se consideraba fea y no creía que valdría la pena mostrar parte de su cuerpo.

Cogió su mochila con lo necesario para un día de trabajo ya que estaba de vacaciones y tenía que trabajar para los gastos de la universidad.

Antes de que saliera de su habitación, irrumpió Osvaldo con la playera roja puesta.

-Ari después del trabajo no olvides venir enseguida a casa, saldremos a la feria-. Dijo con una sonrisa emocionado.

-Oh, no tengo ánimos de salir.

-Ari ya tienes que salir, no siempre vas a vivir soltera y encerrada como anciano-. Se sentó en su cama.

-Oh Osvaldo Palacios para ti es fácil, todas e incluso todos mueren por ti, pero yo no encuentro a alguien que no rompa mi corazón o termine huyendo.

-Tu error es que pides mucho pero no das lo necesario.

-¿A qué te refieres?-. Dijo la rubia con cejas fruncidas.

-Me refiero a que si tan solo te arreglaras un poco, no usaras ropa tan grande, y no fueras tan agresiva todos estarían a tus pies, quieres el chico ideal pero tu no te esfuerzas por ser la  chica ideal.

-Bien ¿no será porque no existe ese chica?-. Sonrió divertido.

-Garza debes de creer más en las cosas y todo dará efecto.

¿Bendición o Maldición?  (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora