Día 5

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—¿Cómo me veo?—. Preguntó Abril mientras se colocaba frente a Osvaldo y Juan quienes la miraban de arriba a abajo con ceño fruncido.

—Como una verdadera delincuente—. Dijo simple Juan para seguido meter una cucharada de cereal a su boca mientras Osvaldo la detallaba de arriba a abajo confundido.

—Ari esto si rebasa tu límite, ¿por qué estás toda de negro? No me digas que vas a asaltar algún banco—. La regañó el pelinegro mientras se sentaba para comer.

— Solo necesito pasar desapercibida para las personas—. Respondió la chica para seguido subir su cubrebocas negro, al igual que su capucha y colocar por último unas gafas obscuras.

—Bueno para ser sinceros, esto es lo más normal que te he visto en ropa—. Se burló el gafas mientras Osvaldo le daba un zape defendiendo a la rubia que cogió su mochila sin importancia y se despidió de ambos chicos para seguido caminar hasta la salida y salir de casa.

A cada paso que daba trató de actuar con normalidad, no llamar la atención de ningún individuo que pasara cerca de ella, y en especial, la especie femenina. Algunas personas la miraban extraño, pero hasta el momento ninguna mujer se había detenido ante su presencia, cosa que le alivió en sobremanera. Comprendiendo que todas esas miradas que le dedicaban se trataban solamente debido a que su aspecto de negro parecía ser sospechoso.

Caminaba con cautela por todo el territorio, y como le hubiera gustado tener aún su motocicleta, ya que eso le ayudaba a llegar rapido a su trabajo, pero no todo le salía bien los últimos días.

Mientras caminaba observaba que estaba más cerca de su trabajo, y al encontrarse frente a la gran puerta dió un suspiro esperando que ese día fuera completamente diferente.

Desde afuera por el gran ventanal, logró divisar a la enana de su compañera la cual atendía a los clientes con su sonrisa particular. Pero a pesar de ello logró ver algo que los demas clientes no. Sus ojos irradiban una preocupación y presión que jamás creyó haber contemplado en otra persona.

Frunció su ceño, pero después al contemplar su mochila sonrió, sabiendo el contenido que tenía en ella. Volvió su vista a Samantha sonriendo para sus adentros ya que sabía que pronto esa preocupación se hirían de sus ojos.

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—Éste es el pedido para la mesa cinco—. Pidió Samantha, entregándole la nota a Nuvia quien de mala gana la cogió, para después dirigirse a Ari, y justo cuando iba a hablar, Samantha la volvió a interrumpir --¿Puede ser lo más rápido posible por favor?, esas chicas ya tienen tiempo esperando.

—Anda, ve Nuv—. Le animó Abril quien se cruzó de brazos y Nuvia viajaba su mirada entre Samantha y Abril; pero al final tuvo que hacer su trabajo y bufando se dirigió a la cocina, dejándolas solas. No sin antes escuchar a Samantha gritarle con sarcasmo.

—¡Si se puede! ¡vamos sé más rápido!.
Ari miraba a Samantha con su ceño fruncido ya que Sam era muy sociable, pero ese comportamiento era inusual en ella.

Sam miró a Ari al sentir aquella mirada.

—Eres rara ¿sabes?. Actúas muy extraño siempre que está Nuvia—. Comentó Abril mientras observaba como Samantha se rascaba la cabeza.

—No soy más extraña que tú, dime ¿acaso fuiste a un funeral?--. Preguntó divertida señalando con su mirada el atuendo negro que llevaba la rubia quien al escuchar eso rodó los ojos. --Aunque debo admitir que éste es el mejor estilo que has tenido hasta ahora--. Dijo sincera, pero eso solo provocó que Abril se enojara aún más y le mostrara el dedo de en medio para seguido coger el pedido que ya le habían colocado en la barra e irse de ahí.
Dejando a Samantha con una risa divertida mientras negaba con la cabeza.

¿Bendición o Maldición?  (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora