Día 12

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Sentía el aire golpear en su rostro mientras se aferraba con cierta fuerza a la cintura de Samantha, quien conducía a toda velocidad por un bosque muy poblado y fresco.

Realmente no sabía a donde iban, ya que hace unos momentos al ver a tanta multitud a nada de llegar a ella, no pudo pensar más que en alejarse de ahí, y simplemente le pidió a Samantha que condujera muy lejos de ahí. No pensando en que realmente lo fuera a cumplir.

Ahora veía su efecto de aquellas palabras, ya que estaban algo alejadas del centro de la ciudad. Samantha estaba en las orillas y aún así no se detenía.

Ari empezó a preocuparse cuando el sol comenzaba a bajar lentamente, dando la bienvenida a un atardecer. Con un suspiro inconscientemente se acercó más a Samantha, ya que el frío comenzaba a poner sus vellos a flor de piel.

—¡Samantha!—. Gritó para opacar el sonido de los motores y que lo lograra escuchar. Lo cual logró al ver que giró levemente su rostro, dándole a entender que estaba a su llamado.

—Llévame a casa—. Pidió cansada ya que tenían tiempo sin parar y sabía que a pesar de que sus amigos estuvieran enfadados con ella, tenían un corazón tan grande como para pasar por alto el que no llegara a casa. Sabía que les preocuparía mucho.

Aunque del mismo modo no sabría como lidiar con todas las personas que ahora estaban en su mira para entregarla con las autoridades y exigir la recompensa que alentaba a todos.

—Allá vamos, malvavisco—. Le tranquilizó su voz y tono seguro; mientras avanzaban hacia adelante.

A pesar de ello no dejaba de pensar en todas las ventajas y desventajas; ya que por una parte deseaba comunicarse con sus amigos y hacerles saber lo que ocurría; mientras que por otro lado no podía volver tranquilamente a su casa. Todos le capturarían ahí.

Su mente era un lío que no dejaba de dar vueltas a las situaciones presentadas. Todas las ideas de su mente se vieron interrumpidas cuando la velocidad de la motocicleta comenzó a reducirse considerablemente, pero a cada segundo que pasaba iba decreciendo más, escuchando como Samantha bufaba durante el avance; ya que se escuchaban los motores dando sus últimos intentos por proseguir en su función, sin embargo, tarde comenzó a alentarse más, a tal punto de que se detuvo.

—¡No, no, no, no!—. Susurró Samantha frustrada mientras intentaba encenderla de nuevo. Pero todos sus intentos fueron fallidos. Samantha bajó de la motocicleta, colocando el seguro para mantenerla en pie, Ari quien repitió la acción miró preocupadamente a Samantha, y su preocupación aumentó cuando contempló el semblante preocupado de la menor, quien suspiró resignada.

—Lo siento, malvavisco, al parecer se me ha acabado la gasolina.
Ari comenzó a reír incrédula ante las palabras de la semi rubia.

—¡que graciosa eres!, deberías ser comediante—. Dramatizó sarcástica mientras fingía limpiar lágrimas de sus ojos.

Samantha le miró seria; Ari al ver ese aura comenzó a borrar su sonrisa.

—Es enserio, nos hemos quedado sin gasolina—. Evidenció mientras le señalaba la motocicleta.

Abril bufó con un suspiro lleno de preocupación y cansancio.

—Tendrás que arreglarlo o no sé, habrá algo que puedas hacer ¿no?—. Intentó autocalmarse, esperanzada de que hubiese una solución rápida.

¿Bendición o Maldición?  (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora