CAPÍTULO 1: Pérdida y esperanza

629 43 202
                                    

La respiración agitada de Devron resonó en las paredes de roca en medio de la soledad de la montaña. El frío viento del sur golpeó su rostro. Su cuerpo, debilitado por el hambre, buscó refugio entre los afloramientos rocosos mientras sus piernas temblaban por el esfuerzo. Se sentó sobre los líquenes y musgos del suelo para recuperar el aliento. En el horizonte, la nieve empezó a vestir las cumbres, era el final del otoño. Devron derramó el último chorro de agua de su botella purificadora sobre sus labios partidos y la recargó con la nieve a su alrededor. Luego, desplegó la pantalla holográfica del dispositivo en su muñeca y analizó la mejor ruta para alcanzar a sus compañeros.

Loui, Christa y Jules estaban acostumbrados a las salidas de campo en las que cartografiaron las montañas donde ahora se escondían. Dejaron atrás a Devron en un intento de alcanzar a la caravana de nómadas que avistaron desde el refugio. Eran quince búfalos y sus jinetes, los cuales descansaban a la orilla de la laguna glaciar en la base de la montaña. Los nómadas solían cruzar la frontera entre Erio y Kuntur al final de cada otoño en su eterno ir y venir. Se llamaban a sí mismos «El pueblo libre» gracias a que no dependían de la energía generada por el imperio, llamada energeum. Esta abastecía a los cinco reinos del continente de Hamman. Su viaje seguía el curso de las estaciones y aprovechaba los escasos ecosistemas que prevalecían con dificultad ante el cambio climático y los rezagos que perduraban en el territorio después de la mítica guerra que unificó al imperio de Hamman.

Devron, con la mirada perdida en los profundos abismos a su alrededor, dudó si lo más conveniente era regresar con el equipo de refugiados para intentar un nuevo pedido de ayuda a Tyro, la capital del imperio, o alcanzar a sus colegas que intentarían intercambiar sus dispositivos tecnológicos por medicinas y refugio para el grupo. «Deberíamos haber previsto los riesgos» dijo para sí Devron. Nada en sus veinte años dedicados a la investigación lo prepararon para cuidar de los refugiados en medio de la incertidumbre de la guerra. Ante la falta de respuesta de las ciudades vecinas y la capital del imperio, su mayor temor se hacía realidad. Parecían estar rodeados de enemigos.

El equipo de investigadores de Élite del reino de Erio abandonaron su capital, Eridor, por orden directa del príncipe Abel. Fue una maniobra que salvó sus vidas y protegió sus tecnologías más valiosas, las cuales pudieron ser incautadas o destruidas en el fuego cruzado. Sin embargo, no previeron la enfermedad ni la angustia de no tener noticias de la guerra o el bienestar de sus familiares. Día a día la ansiedad, a lo largo de dos semanas, los fue derrotando. El golpe de estado en Kuntur puso al sur del continente al borde de una guerra. El ejército de rebeldes rechazó las misiones diplomáticas y las órdenes de armisticio del imperio de Hamman. Esta actitud desató una intervención militar, con el objetivo de capturar a los rebeldes y reponer un gobierno fiel al emperador. Se acusó además a su líder, el Xephyr, del secuestro de la princesa Sibylle, hija mayor del emperador.

«¿De quién debemos escondernos realmente?», se preguntó Devron angustiado por la falta de respuesta a sus pedidos de ayuda. Las hostilidades entre el imperio y el sur iniciaron aproximadamente hace tres años. Cuando Erio inauguró el primer y único reactor de fusión nuclear del continente con el cual iluminaron por completo a Eridor. Este piloto demostró que la fusión nuclear era una opción de energía más sostenible que el tradicional energeum; con lo cual amenazó toda la industria de extracción y transformación del mineral energita y despertó el interés de todos los reinos.

El equipo de investigadores, se adelantó a las demandas de la industria y desarrolló además tres prototipos de naves comerciales propulsados por fusión nuclear: Océano-00, Estela-00, y Terra-01, los cuales, según sus primeros resultados, eran capaces de cruzar todo el continente con energía autogenerada. «¡Estas son las joyas de la corona de Erio!», dijo Abel con una gran sonrisa el día que tuvieron éxito en las pruebas de alta fidelidad, gracias a las cuales iniciaron la búsqueda de inversión extranjera para su futuro ingreso comercial. Esa feliz tarde era la última que Devron recordaba junto a su sobrino; unos días después recibieron las órdenes del emperador para abastecer su ejército en la primera campaña militar contra Kuntur.

La presión de los investigadores refugiados por contactar a Eridor directamente crecía día a día. «Si al menos logramos mejorar nuestras condiciones de vida con este intercambio, podríamos aguantar un poco más», pensó Devron. Los rayos del sol alcanzaron su piel, se sintió como una caricia. No pudo evitar pensar en su esposa Adhra. Ella junto al equipo de biotecnología, del cual formaba parte, y el equipo de software no llegaron al punto de reunión acordado. Pese a que Devron intentó ubicarlos y comunicarse con ellos no tuvo éxito. Esperaba por ella cada segundo.

Devron recuperó sus fuerzas, ignoró el dolor en sus rodillas y retomó el descenso. «Tal vez solo me estoy haciendo viejo», pensó y se dió unas palmadas en la cara. Los nómadas eran una alternativa neutral para pedir soporte vital hasta que tuvieran más información del conflicto. Según el mapa de su dispositivo, en menos de una hora llegaría a las planicies cubiertas de hierba y se sumaría a las negociaciones. Sumido en sus pensamientos, Devron no escuchó el sonido de la grava del terreno arrastrada por pasos urgentes que invadió el lugar. Alguien lo sostuvo con mucha fuerza de los hombros y lo sacudió con violencia. Hizo que todo su cuerpo se erizara, como si fuera la piel de un gato.

—Devron, maldito desgraciado amante de la carne y el vino —vociferó Loui, con la cara enrojecida—. Encontrar tu trasero gordo nos demoró más que toda la negociación. Llegamos a creer que te habías lanzado al precipicio para acabar con tus desgracias —. Dijo Loui y abrazó a su amigo hasta quitarle el aliento.

—¿Negociación? ¿Lograste una negociación? —preguntó Devron, e intentó zafarse con todas sus fuerzas—. Suéltame y habla de una vez.

Loui observó a Devron de pies a cabeza, parecía estar bien, su mal humor era un buen síntoma. Recuperó la compostura, cargó su mochila y le entregó dos bastones para facilitar su descenso.

—Baja conmigo, te explicaré mientras caminamos—. Dijo Loui y le dio unas palmadas en la espalda—. Los Pueblos Libres atienden a nuestros heridos con plantas medicinales; nos alimentan con leche, carne y papas deshidratadas. Luego subiremos a sus búfalos y partiremos a su campamento.

—¿Qué les diste a cambio?— Preguntó Devron con su acostumbrado escepticismo en la voz.

—Cambié mis lámparas perpetuas, las que llamaste baratijas de circo, por su asistencia. Viajaremos con ellos sobre sus búfalos e instalaremos nuestro sistema de iluminación autónomo en su territorio. Por la descripción que nos dieron de las cavernas que habitan, Markblen estima que podrían ser tubos de lava no cartografiados. Nos acogerán dos semanas. ¡Es un lugar perfecto para ocultarnos, Devron, lo hemos conseguido!

Devron no pudo evitar sonreír gracias a las buenas noticias. Loui, con su gran resistencia física y carisma, salvó la vida de todos. Este notó el cambio de humor de su amigo y continuó su charla con comentarios sobre viejas rencillas académicas, las diferencias entre su estado físico, e insinuó que por su hazaña debería reemplazar a Devron en la dirección de su laboratorio.

—Quizá tengas razón, Loui— Respondió Devron con la mirada fija en el terreno; el corazón de Loui dio un salto de preocupación—. ¿Qué noticias tienes de Eridor? — preguntó finalmente sin rodeos—. ¿Tienes información de Adhra, Emerald y de los otros?

—Adhra podría estar con el Pueblo Libre. Nos comentaron que acogieron a otras personas vestidos con nuestros uniformes. Apresuremos el paso; es posible que encontramos a los demás refugiados—. Y Loui mintió.

-----------------------------------------

Queridos amigos, gracias por acompañarme en esta nueva aventura. STLCI, es una historia que se encuentra en su versión beta por lo que agradeceré todos sus comentarios, tanto positivos como oportunidades de mejora. Esto me permitirá seguir aprendiendo :D

Un gran abrazo, 

Hass

Sobre todas las cosas INCOMPLETAS©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora