T2 Cap 3 Idiota

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—Si vienes a reprocharme lo del matrimonio, mejor no te molestes Douma, ya firmé todo lo necesario te casarás apenas salgas de la preparatoria.-







—¿Cómo?-

—Ya dije, se casaran apenas termines la preparatoria.- Dió un sorbo a su café

¿Acaso su padre estaba demente? ¡Saldrá de la preparatoria muy pronto! ¡Incluso estudiaría la mierda que quería su padre en la universidad! Era demasiado pronto para consumir un matrimonio, aunque él jamás se casaría con Inosuke.

Él prefería esperar y tomarse el tiempo para elegir un bonito lugar y un escenario adecuado, practicar un discurso tierno y romántico, comprar un anillo hermoso y luego pedirle matrimonio al chico de sus sueños, ese pelinegro de nombre Hakuji, ese que lo había apoyado tanto, ese chico de pestañas rosas que le había robado el corazón.

Sin duda querría que su pedida de mano fuera  única y especial, para que su enamorado tenga un lindo recuerdo del día, pero ¿Así como así? ¡Eso incluso era cruel! ¿Cómo era capaz de hacerle algo así a él? ¡Se supone que era su hijo! Un padre jamás se atrevería a hacerle algo así a quien lleva su sangre.

—E-es demasiado pronto- Su voz salió temblorosa y con notable duda.

—¿Algún problema?-

—¡Sí, más de uno!-

—Ah, mira, que especialito me saliste, ¿No fue suficiente que te criara yo?-

—¿¡De qué carajos hablas?!-

—Agh, tenías que ser igual a la zorra de tu madre.-

—¿Perdona?, ¿¡Que mierda dijiste de mi madre?!-

—Ay, hijo, como si no supieras que es una puta.-

—¡No vas a hablar mal de mi madre imbécil.-

Un sonido de golpe resono en toda la habitación.

Douma lo había golpeado.

Su padre miraba hacia la derecha con su mejilla roja por la fuerza (que no midió) que fue usada en la cachetada que le pego al de ojos rojos.

Su brazo seguía alzado en la posición donde terminó el golpe, incluso el rubio estaba en shock, ¿El había hecho eso? No estaba seguro, pero si sabía otras cosas:

-Lo necesitaba.
-Le gusto darle ese golpe.
-Jamás se habría creído capaz.
-Estaba furioso.

Por el primer punto, siempre había deseado darle un puñetazo al imbécil de su estúpido padre, a ese maldito hijo de puta, a ese jodido hombre que se hacía llamar humano cuando bien, era el mismísimo demonio.

No hace falta hablar del placer que sintió al escuchar el armonioso (para sus oídos) sonido de su mano estampar contra la mejilla de su padre, el placer que sintió cuando vio la mejilla del pelinegro completamente roja por la fuerza que uso en tal ruda cachetada.

En ninguna de las muchas etapas que tuvo en su vida, se habría imaginado a él mismo golpeando a su padre, siempre creyó que nunca tendría el valor suficiente.

Estaba ardiendo en ira, su ceño fruncido, su mandíbula apretada, sus dientes dolorosos por la presión que hacía y la adrenalina que sentía recorrer cada rincón, cada centímetro de sus venas, entrar en cada glóbulo rojo y llevar esa sangre contaminada de esa emoción, de esa adrenalina ir a todo su cuerpo.

En su vida olvidaría tal conbinación de tan placenteras sensaciones.

—¿Que carajos te pasa Douma...?-

¿Por qué lo hiciste? Doukaza ❄️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora