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Obviamente, tardé mucho tiempo en lavarme al pelo, además me tumbé con el agua ya apagada en la bañera y decidí relajarme un buen rato, ignorando los insistentes golpes en la puerta de Ax, amenazándome de que cómo no saliera, entraba y le daría igual que estuviera desnuda o con ropa.

Tuve que levantarme y echar el pestillo, causando que Ax dijese un montón de obscenidades, algunas de las cuales yo no conocía de nada. Quise tardar en coger una toalla, también, pero a la vez no quería morir de hipotermia, realmente hace frío cuando sales del agua calentita a buscar algo con lo que secarte, ya me entendéis, así que salí del agua a toda velocidad, cogí una toalla azul celeste, y ya entrando en calor esperé unos quince minutos o así para empezar a secarme el pelo, con toda la tranquilidad del mundo, y tarareando para no oír la voz de Ax, que claramente estaba cada vez más exasperado. Me peiné, despacio para no hacerme daño en el pelo, cosa que da la casualidad que otros días no me importaba lo más mínimo, y decidí que ya era hora de salir.

Busqué varias excusas para quedarme dentro otro rato más, pero justo entonces a Halsey le dio por mear, y fue ella quien me amenazó, diciéndome que cómo no saliera, utilizaba mis sábanas cómo retrete. Eso si me asustó, más que nada porque a mis sábanas les tengo mucho cariño, me han acompañado en los momentos más duros de mi vida, cómo cuando no tenía ganas de ir a clase o estaba muy enferma. 

- ¡¡MALENA!!- Seguía chillando Halsey, aporreando la puerta cómo si yo fuera un okupa.- ¡¡QUE SALGAS DE UNA VEZ, MI VEJIGA VA A EXPLOTAR!!

- ¡O se meará en tus sábanas!- se unió Ax a la disputa.

Odiaba que se pelearan todo el día, y de repente se pusieran de acuerdo para fastidiarme, no podían hacer eso, era muy injusto, pero que más da, lo hicieron.

- ¡Que ya voy, pesados!

- ¿Me has llamado pesada?

- No, a ti no, Halsey.- me apresuré a corregirme.

Abrí la puerta, en toalla, y nada más que lo hice, Halsey pasó a mi lado cómo una axhalación, e inmediatamente oí un chorro de pis.

Vaya, si que era una urgencia, menos mal que salvaste tus sábanas.

- ¿Y bien?

Ax seguía esperando, con una ceja enarcada.

- Aún no he terminado, ¿me ves que esté vestida?- espeté, enfadada.

- Me da igual que estés vestida o no, tienes una toalla, con eso basta.

- Ax, no voy a discutir con una toalla sin nada más de ropa encima.- intenté pasar de largo, pero me retuvo por el brazo.

- ¿Quien ha dicho que vamos a discutir?

- Yo, porque no va a ser muy agradable la conversación.- de un tirón, me solté de su agarre, y resopló, pero esta vez no volvió a sujetarme, es más, se apartó para que pasara.

- Cinco minutos.

- No eres quien para decirme cuanto tengo que tardar en vestirme.

En respuesta a mi exigencia, se apretó el puente de la nariz, negando, y sonreí cuando me di la vuelta, de manera que no pudiera verme.

- Pues quince.

- Pues los que me dé la gana.

Me alejé, sin prisa alguna, y entré a mi cuarto, hasta que me percaté de que Ax me estaba siguiendo.

- Si no te importa, sé vestirme sola, y no necesito ayuda ni supervisión alguna.- le recriminé, cruzándome de brazos, y pendiente de que la toalla no resbalara, cosa que estaba siendo difícil, pero el pesado no apartaba la vista

26 DE FEBRERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora