- ¡Estoy cansado!- cómo no, se quejó.- ¡Me duelen ya los pies, déjame ir a casa, por favor!
Le permití parar un momento, y empezó a hiperventilar y lanzar un montón de palabrotas en voz baja, suerte tuvo que no le di un sopapo.
- Te recuerdo que me prometiste que no te quejaría...- musité, observando cómo se apoyada sobre sus rodillas.- Parece que estás echando un pulmón o algo.
- Pues igual.- siguió a lo suyo.- No te basta con matarnos a los dos en un juego, tienes que matarme patinando, cuando sabes que se me da fatal.
- En mi defensa, nunca te había visto patinar, y no se te da tan mal cómo esperaba.- intenté animarlo, pero conseguí lo contrario, pues se tiró en medio del cemento, derrotado:
- O sea, esperabas que lo hiciera fatal, ¿no?- no esperó respuesta, sólo lo miré con una sonrisa arrepentida pero divertida.- Muchas gracias por tu confianza en mi.
- Ya te dije que no confiaba en ti.- lo decía de broma, pero pareció dolerle incluso.
- ¿En serio, Mal? ¿Todavía estamos así?- se quejó, ofendido.- Llevas cinco meses aquí.
- Casi cinco.- corregí, sólo para molestarle un poco.- Quedan tres días para eso.
- Venga ya, tú me entiendes.
Intentó ponerse en pie, pero sus piernas le traicionaron, y tuve que sujetarlo para que no se cayera al suelo.
- Mira, por una vez no soy yo quién cae...- ironicé, feliz de no ser yo la patosa en ese momento.- Creí que este día nunca llegaría.
- Yo tampoco, la verdad...- fue lo único que masculló, ayudándose de mi agarre para mantenerse en pie.
- ¿Volvemos?
- Si, por favor...
Le sabía mal decirlo y seguramente estaría muriéndose de vergüenza, pero me daba igual con tal de que olvidara su ego un rato y admitiera que algo se le daba mal:
- ¿Estás muy cansado?- sonreí, mirándolo de reojo, mientras él se despeinaba, dejándose llevar cómo si hubiese hecho la carrera de su vida.
- Mucho, creo que he hecho más ejercicio en cinco minutos que en toda mi vida.
Rode los ojos, pero no respondí, porque hasta ese momento me había seguido el ritmo sin quejarse, y yo iba muy rápido.
Me siguió sin hacer ningún esfuerzo hasta la entrada, donde se quitó los patines y nada más que lo hizo, los lanzó lo más lejos posible de su anatomía, soltando un montón de palabrotas.
- Nunca más.- repitió por quinta vez.- Nunca más me llevarás a patinar.
- No seas tan quejica.
Obviamente, pensaba repetir eso cada fin de semana, pero no se lo iba a decir porque se negaría en rotundo, esperaría a que se encontrase mejor y no recordara esa situación cada vez que pensase en patinar de nuevo.
- No soy quejica, soy sincero.
- Ya.
Recogí lo que tiró, y los guardé en su bolsa, ante su mirada de reproche:
- Los cuidas mejor a ellos que a mi.- se quejó de nuevo.- Creí que yo era tu chico favorito.
- Porque no conozco a más.
Lo dije en broma, pero se lo tomó en serio, sacándome la lengua y girando la cabeza para no mirarme.
- Mentirosa.
- Bueno, mi chico favorito es Chris.- mentí, mirándole de reojo, y noté que fruncía el ceño, pero obviamente no lo reconoció, y se limitó a encogerse de hombros:
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26 DE FEBRERO
RomanceMalena Singer viaja a Nueva York a estudiar psicología en una universidad lejos de su familia durante un año, alojándose en la casa de la familia Steel. Para ello, trabaja en sus ratos libres en la cafetería de Scott Steel, y ayuda al hijo de este c...