Atracción

57 4 0
                                    


Mi tercer copa de whisky y solo he comprado cuatro mujeres, el comprador número 4 lleva comprando veinte de ellas. Me gustaría saber qué es lo que trama con tantas jóvenes.
Quiero irme, no soporto ver más mujeres drogadas desfilando delante de nosotros y que otro se peleen por saber quién pone más dinero por cada una de ellas. Un trago más a mi bebida y me largo de aquí. La copa está tocando mis labios, cuando levanto mi vista al cuerpo que está siendo ofrecido iluminado por el reflector, una joven de pelo castaño oscuro que le llega hasta la mitad de su espalda, curvas marcadas, su estómago hundido, intuyo que ha estado pasando hambre por estos imbéciles, sus ojos están hinchados y llorosos, sé que la han estado drogando. No espero ni un segundo, ofrezco treinta mil dólares, pero el comprador 4 no se queda callado, quiere pelear por ella ofreciendo cincuenta mil dólares. No lo permitiré, vuelvo a ofrecer cien mil dólares, parece que no se rinde y vuelve a ofrecer doscientos mil dólares, me saca de quicio este hombre, esta vez rompo la banca ofreciendo un millón de dólares, se toma su tiempo ¿piensa ofrecer más? No importa, la seguiría peleando por ella, no sabría explicar mi atracción por aquella joven sólo sé que la quiero, no para otros, la quiero para mí.
El comprador número 4 se rinde, me relajo y le doy por fin el último sorbo a mi whisky. Decido retirarme con mis cinco mujeres, salgo de mi cabina hacía un pasillo, me detengo a prender mi saco cuando veo que otra puerta se abre, de allí emerge un hombre bien vestido y con un habano en su boca. Empieza a acercarse a mí.

-Buen trabajo, Bracco -dijo aquel hombre quitándose el habano de su boca y soltando el humo por su boca.

-Gracias, pero ¿quién eres? -coloqué mis manos en los bolsillos del pantalón.

-Hugo Piatti, número 4.

El desgraciado que se guardó veinte mujeres en el bolsillo de su saco como si fueran billetes.

-Buen trabajo para ti también, Hugo -dije con una sonrisa en mi labios.

-Gracias, aunque esté no es realmente mi trabajo. Esto lo hace mi hermano pero él no pudo asistir esta vez. Me repugna ver mujeres así -volvió a meter el habano en su boca.

¿Le repugna ver mujeres así? Este es el mundo de la mentira, en donde el "sí" significa no, y él "no" significa sí. Es una mierda este trabajo, la confianza en otras personas no existe, cree y confía solo en ti.
Quiero irme de aquí, ¿a dónde me apetece ir? No lo sé, solo quiero desaparecer. Ja que lindo es soñar, eso nunca va a suceder.

-Tu padre me comentó que estarías aquí.

-Llegó mi momento.

-Espero que sepas como funciona el mundo de la mafia. Me retiro, hasta entonces, Bracco -se despidió dándome unas palmadas en mi espalda.

-Adiós Hugo.

Siguió su camino por el lado izquierdo del pasillo mientras que yo seguiría la derecha. Me dirigía al garaje, en donde subirán a las mujeres que compré a una trafic, pero ¿a quién quiero engañar? Quiero ver a la señorita a la que puse un millón de dólares encima.
Cuando abrí la puerta que me llevaba hacia el garaje, comencé a escuchar gritos, provenían de una voz femenina. Me acerqué a la trafic y me encontré con una escena con la que me quedé estupefacto en dónde el único culpable aquí soy yo.
La joven de cabello castaño estaba totalmente fuera de lugar y decidida a no querer entrar allí ¿quién quiere entrar realmente? Uno de los hombres que estaban peleando le dio una bofetada en la mejilla.
Ella cayó a mis pies, no dude en arrodillarme y refugiarla en mis brazos, su labio estaba cortado y tenía moretones en sus mejillas. Sus ojos me miraron, algo me estaba diciendo con su mirada pero no puedo descifrarlo ya que los cierra y queda inconsciente en mis brazos.

InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora