Los Bracco

67 4 2
                                    


-Lionardo, déjala descansar tranquila.

-¿Y qué pasará cuando despierte?

-Despertará y querrá escaparse, pero no lo logrará. Quédate tranquilo.

Su cabello estaba desparramado por la almohada. Dormida hacía muecas de dolor, no sólo tenía marcas externas sino que también internas.
No podía quitarle la mirada de encima, sus labios arruinados por un corte, sus mejillas teñidas de morado y sus ojos manchados de maquillaje. Aún recuerdo su mirada inocente antes de quedar inconsciente, quería decirme algo, lo sé, sus ojos me gritaban ayuda, lástima que soy la persona menos indicada para dársela.

-Lionardo, creo que has salvado la vida de una jovencita.

-No, tío. Que la haya comprado no significa que la salvé.

- Permitiste que no caiga en las manos de los Piatti -dijo Carlo.

-¿Que diferencia hay, tío? -pregunté levantándome de la silla y me acerqué a la ventana en donde resplandecía Las Vegas a mis pies con los primeros rayos de sol.

-Tenemos una reunión ahora con Angelo. Vamos.

Ambos salimos de la habitación y nos dirigimos a la sala. Allí estaba Angelo Bracco, mi padre, Marcus, Massimo y Georgina , mis hermanos y Venecia, mi madre.

-Aquí estamos.

-¿Cómo se encuentra la joven, Carlo? -preguntó Angelo.

-Por el momento bien, solo debe hacer reposo. -contestó Carlo.

-Has hecho un buen trabajo hijo -dijo mi padre dándome unas palmadas en el hombro.

-Gracias padre, ahora ¿cuál es el próximo movimiento?

-Volver a casa, Lionardo. Con Georgina ya hemos retirado los pasajes de vuelo -dijo Venecia.

-Está bien, salimos mañana a primera hora. -dijo Angelo. Vamos a mi despacho Carlo, necesito hablar contigo.

Todos empezaron a levantarse de sus sillas y se dirigían a hacer sus respectivas tareas. Georgina se dirigía a su habitación, necesitaba hablar con ella.

-Georgina -la llamé.

-¿Qué sucede, Lionardo?

-Necesito que me hagas un favor.

-Soy todo oídos para mi hermano -dijo apoyándose en la puerta de su dormitorio.

-Angelina, no tiene ropa y quería preguntarte si...

-Lionardo -me interrumpió- no soy un vestidor para futuras prostitutas. Además, ellas no necesitan prendas para trabajar o me equivoco.

-Gracias por tu ayuda, hermana -dije con descaro.

-Fue un placer -contestó cerrando la puerta.

Subí a la habitación en donde se encontraba Angelina, quería verla una vez más. Cuando abrí la puerta vi la cama y no estaba allí acostada ¿en que momento se pudo haber escapado? Pero ahí se encontraba, de pie al lado de la ventana con un camisón blanco que había comprado para ella, solo le llegaba hasta las rodillas.

-No puedes escaparte por allí -interrumpi su vista a la ciudad.

-¿Quién lo dice? -contestó dándose la vuelta. Sus ojos estaban hundidos.

-Yo sólo te lo advertí, sufrirás graves lesiones -dije acercándome y observando a través del vidrio. Y tal vez llegues a la muerte.

-La muerte es una buena escapatoria, en situaciones así.

La observé, se dio medio vuelta y empezó a correr hacía la puerta. Salí tras de ella, pero le fue inútil escapar, en la salida del cuarto se encontraba Massimo, ella chocó contra su pecho pero él la agarro para que no caiga.

-Preciosa, debes quedarte tranquila si no quieres terminar con tu vida antes de lo esperado.

-Massimo, déjala, estábamos platicando -dije.

-No parece.

-Que la sueltes, dije.

Massimo la lanzó a la cama y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Angelina hizo el ademán de levantarse pero fui más rápido y me lancé sobre de ella inmobilizandola. Empezó a sacudirse sin lograr que me moviera ni un centímetro.

-No lo hagas más difícil de lo que es, Angelina -susurre en su oreja.

-Eso fue lo mismo que me dijeron cuando me raptaron -sus ojos me miraron, ahora era su centro. -¿Cómo sabes mi nombre?

-Angelina Christie, 17 años y medio pronto cumplirás los 18, de Génova que por cierto es una muy linda ciudad ¿Quieres que hable de tu familia?

-No te metas con mi familia -dijo volviendo a patalear.

-Entonces haz lo te digan y no causes problemas, sino te irá mal.

-¿Mal? ¿Hay algo peor que esto? ¿Y tú cómo te llamas? Por lo que veo, también eres de Italia.

-Con eso te basta, Angelina. -dije soltándole las muñecas y levantándome de encima de ella.

-Quiero tu nombre -volvió a exigir.

-Mi nombre es Lionardo.

InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora