La rutina

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El fin de semana prometía ser tranquilo o, al menos, eso pensaba Juanjo. Era, por fin, el primer finde que iban a pasar juntos en el piso, sin ninguna responsabilidad que atender.

- Amor, tengo ganas de cocinar, ¿te parece si bajamos a la compra y me ayudas? - Dijo el mayor, acariciando la espalda desnuda de su novio. Llevaban tumbados en el sofá, sin hacer nada, cerca de una hora, y la necesidad de salir y ponerse a hacer algo de Juanjo iba en aumento. Martin, en cambio, parecía que no quería moverse del sofá.

- Mejor pedimos algo y nos quedamos aquí, no me apetece vestirme para bajar al super do. - Dijo el pequeño, mientras miraba a Juanjo desde el sofá.

- Martin cariño, me encanta cocinarle a la gente que me importa, y tú, amor, me importas muchísimo. Déjame consentirte. - Juanjo se acercó a los labios del vasco, susurrándole. Sus bocas estaban apenas a unos centímetros.

- De acuerdo, pero con una condición. - Juanjo escuchó y asintió, sin separarse. - Después dejarás que yo te consienta a ti, amor. - Martin agarró la nuca del maño, acariciándole el pelo.

- Pues venga, a vestirse. Hoy vas a ser mi pinche de cocina. - Martin, sin ánimos, se levantó y se dirigió a la habitación, no sin antes dejar un rápido beso en los labios de su novio.

El tiempo en la cocina pasó entre risas, órdenes de Juanjo y besos fugaces. El mayor estaba sorprendido de lo bien que Martin hacía lo que este le demandaba y de lo rápido que aprendía, sentía que, una vez más, formaban un gran equipo. Se sentía como si todo a su lado fuese fácil y, en realidad, así era.

Terminaron de comer, recogieron la cocina y se tumbaron en el sofá. Juanjo cogió el móvil para entrar en Instagram un rato, pero los besos que Martin había empezado a repartir hacía que no estuviese prestando atención al teléfono. Posó el mismo en la mesa y empezó a dejarse hacer.

- Martin cariño, ¿quieres algo? - Preguntó, con un tono burlón.

- Te dije que te dejaba consentirme si después podía hacerlo yo contigo, eso hago. - Dijo el pequeño, mirando a Juanjo mientras se mordía suavemente el labio inferior. Sus labios empezaron a desplazarse por el cuello del mayor, dejando pequeños mordiscos que hacían que la respiración del mismo se acelerase. Las manos de Martin bajaron hasta alcanzar el borde de la camiseta de Juanjo, levantándola hasta quitársela. Los besos fueron esta vez al pecho del maño, parándose en cada uno de sus pezones. Las manos de Martin no paraban de acariciar el torso desnudo del mayor. El vasco continuó su camino hasta que llegó al borde del pantalón. Juanjo estaba cada vez más excitado, sabía lo que Martin iba a hacer y no tenía pensado pararlo.

El pantalón de Juanjo descendió por sus piernas. Martin podía sentir la excitación del mayor y eso hacía que cada vez tuviese más ganas de seguir. Ver todo lo que provocaba en su novio le hacía querer provocarlo cada vez más. Las manos del pequeño viajaron al pene de Juanjo, comenzando un juego de caricias que lo estaba volviendo loco. La boca de Martin no tardó en unirse: los labios del vasco rodearon el miembro de Juanjo, subiendo y bajando a un ritmo lento, mientras una de sus manos hacía lo mismo y la otra masajeaba suavemente los testículos del mayor. Martin no podía dejar de mirar a los ojos a Juanjo, y a Juanjo cada vez le era más difícil mantenerle la mirada.

- Amor, me pones muchísimo, si sigues así no creo que aguante mucho más. - Dijo Juanjo entre jadeos. Su corazón cada vez latía más rápido y sus respiraciones eran cada vez más intensas. En ese momento, Martin sacó el pene del maño de su boca, dejando suaves besos en su glande. Subió para besar los labios de su novio. - Quiero que te corras dentro de mí. -

Al escuchar esto, Juanjo no se pudo controlar más. Agarró la nuca de Martin, atrayéndolo y profundizando el beso. - Vámonos a la cama. - Dijo pretendiendo que sonase como una orden, pero sonando más como una súplica. - No, quiero hacerlo aquí. - Martin empujó a Juanjo, indicándole que se sentase en el sofá, para desnudarse y colocarse a horcajadas del mayor. Agarró el bote de lubricante, que previamente había dejado en la mesita del salón, y se puso bastante de ese líquido espeso en sus dedos. Ante la atenta mirada de Juanjo comenzó a dilatarse a sí mismo, mientras Juanjo se movía para crear mayor fricción entre sus entrepiernas. No podía apartar los ojos de la cara de Martin: los labios entreabiertos, los ojos cerrados, los leves jadeos que se escapaban de su boca. Sentía que era lo más bonito que había visto nunca, y a la vez lo producía un placer que le hacía estremecer.

- ¿Puedo hacerlo yo? - Dijo Juanjo, mientras sus manos recorrían el cuerpo desnudo de Martin. El menor asintió, sacando sus dedos de su interior. El mayor se puso lubricante en varios dedos y continuó el trabajo que ya había comenzado su novio. Martin, mientras, se dedicó a besar, morder y lamer cualquier trozo de piel que se encontrase.

- Juanjo, quiero tenerte dentro ya. - Dijo el pequeño, suplicante. Agarró el pene del maño, lo llenó de lubricante y lo dirigió a su entrada. Fue bajando poco a poco, acostumbrándose a tenerlo dentro. Cuando logró sentarse por completo, abrió los ojos para encontrarse con los de Juanjo, quien lo recibió con una sonrisa.

- Mi chico, te quiero muchísimo, lo estás haciendo genial. - Susurró el mayor, podía notar que había molestia en la expresión de Martin. - Muévete cuando estés listo, no hay prisa. - Juanjo dejaba suaves caricias sobre la espalda de Martin, hasta que este comenzó a moverse, que fue cuando el maño dirigió sus manos a las caderas del pequeño.

Ver a Martin moverse encima de él, con su polla dentro, podía hacer que se corriese solo con la imagen. La forma en la que el menor movía su pelvis, haciendo círculos, lo volvía loco. El vasco comenzó a moverse de arriba a abajo, intentando estimular lo máximo posible a su novio y llegar a tocar ese punto que hacía que se volviese loco de placer.

El salón estaba inundado de gemidos, respiraciones agitadas y el sonido de las nalgas de Martin sobre los muslos de Juanjo cada vez que bajaba. El pequeño había echado su cabeza hacia atrás, mientras una de sus manos se agarraba al hombro de Juanjo y la otra lo ayudaba a impulsarse, apoyada sobre la rodilla del mayor. Juanjo comenzó a repartir besos sobre el cuello estirado de Martin, mientras sus manos agarraban su culo, ayudándole con los movimientos pero dejando que fuese él quien marcase el ritmo.

Martin llegó a dar en ese punto: Juanjo lo supo cuando notó sus uñas clavadas en su piel y los gemidos más agudos. Fue en ese momento cuando una de sus manos pasó a acariciar el pene del pequeño, para así ayudarle. Sentía que no iba a aguantar mucho más y quería que se corriesen a la vez.

- Juanjo, me voy a correr. - Martin, cubierto de una fina capa de sudor, con las mejillas sonrosadas, el labio inferior hinchado de mordérselo para acallarse a sí mismo, el pelo pegado a la frente, sentía el cosquilleo en el vientre que le indicaba que no iba a durar mucho más. Juanjo, que sentía lo mismo, aceleró los movimientos de su mano.

- Yo también, sigue moviéndote así, no pares ahora. - Un Juanjo jadeante, que quería sentir cómo sería correrse dentro de Martin por primera vez sin el látex de por medio, que se moría al ver a su novio moverse como lo hacía y disfrutar.

No tardaron mucho más en sentirlo todo: Martin corriéndose sobre la mano del mayor, sintiendo cómo el líquido espeso de Juanjo lo golpeaba en su interior. Juanjo sintiendo la entrada de Martin contraerse, alargando así su orgasmo.

Se abrazaron, esperando a que sus respiraciones se calmasen. Las caricias no paraban, de sus espaldas a sus mejillas, pasando por sus brazos, sus piernas. No querían perderse ni un centímetro del otro.

Martin se incorporó para que Juanjo pudiese salir, tumbándose en el sofá. Le temblaban las piernas, sentía que si se levantaba, probablemente se caería. Cerró los ojos y dejó que su corazón volviese a su ritmo normal. Juanjo se tumbó encima, con cuidado de no cargar todo su peso encima del menor.

- ¿Quieres que nos duchemos? - Preguntó Juanjo, levantando levemente la cabeza para poder mirar a Martin.

- Solo si me llevas, creo que si me levanto me caeré al suelo. - Contestó el pequeño, haciendo al mayor reír.

- Venga va, te llevo, pero no te acostumbres. - Se apartó para poder levantar en brazos al vasco.

- Podría acostumbrarme a fines de semana así. - Sonrió Martin, dejando un beso en la mejilla de su novio.



Holaaaa perdón que he estado un poquito desaparecida. Espero que os guste mucho mucho este capítulo, os veo por los comentarios!

Si os gustan los One Shots, os recomiendo que vayáis a leer los de juantinnn , son fantásticos (me lo agradeceréis si no los conocéis).

Prometo que actualizaré prontito, gracias por leerme 🥺

ONE SHOTS MAJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora