I.- Un Príncipe Encantador

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Vago, si, en efecto de nuevo me convertí en nada más que eso, un loco y solitario vago ¿loco por qué? Podría dar tantas razones que me tardaría horas en terminar, y por eso no lo haré, prefiero seguir siendo ese niñato enclenque, fragilucho y débil al que todos toman por un perfecto candidato para el psiquiátrico más cercano.

Aunque está más que obvio que ni siquiera ahí podrían acabar con toda mi locura, no es como si nadie lo hubiera intentado antes, pero como no estoy dispuesto a volver a estar encerrado en una habitación blanca y aburrida, simplemente de nuevo me he escapado.

¿De dónde he escapado en esta ocasión? Bueno, de una escuela a la que ahora llamo "Internado de los maricas sin chiste" y pensar que apenas unos días atrás se me había ocurrido pensar que ese era un grandioso lugar, claro, en esos momentos no sabía que todos allí eran maricas, tampoco adivinaba el hecho de que yo lo fuera, aunque no estoy muy seguro de eso, puede que eso sólo haya sido producto del abuso de mis medicamentos; sí, eso debía de ser, porque de otro modo no hubiese pensado nunca que me había enamorado de alguien, mucho menos que ese alguien fuese un hombre...

¡No! ¡Yo no! Esa chalada rara de enamorarse de otro siempre se la había dejado a ese odioso ser al que por razones aún incomprensibles debo llamar hermano mayor... digo ¿Es que ni siquiera pude nacer 35 minutos antes? Siendo así yo sería el mayor y entonces no habría tenido que escuchar su tonta perorata sobre lo mal que estuvo "enamorarme"

Porque en efecto, me soltó un muy aburrido sermón sobre porque estuvo mal el disque enamorarme de quien me disque enamoré,  ¿De quién? De mi disque primo; y si, actualmente todo es a base de "disque" a clara excepción de que ahora puedo decir que ese disque primo mío del que me disque enamoré y con quien sólo me acosté un par de veces, es no más que un puto marica de mierda poco seso disfrazado patéticamente de ángel ingenuo y bueno, ¡Ja! ¡Y yo me muerdo mi jodido pulgar! Como sea, el muy puto marica de mierda poco seso, abusador de enanos drogadictos candidatos a psiquiátrico (o sea yo) me puso el cuerno apenas si le di la espalda, ¡Ah! ¡Loco y cornudo! ¡Que hermoso es ser yo!

Tampoco es como que yo haya querido darle la espalda, ¡no!, ¡desde luego que no!, es más bien que los de la escuela tonta esa creo que simplemente no pudieron conmigo y llamaron a un psiquiátrico, y como ya he mencionado, pues no estoy dispuesto a volver a un lugar así, por la misma, mi odioso hermano mayor optó por de nuevo usar ese cerebro tan maravilloso del que tanto se jacta para hacer maletas y huir, al menos no me escapé solo, o no al principio.

Aunque por supuesto, todo se complicó más al llegar a casa, porque por primera vez vi a mi hermana menor haciendo literalmente magia, si, magia en todo el sentido de la palabra, no como la que hacen en la TV sino como la que muchas personas han plasmado en libros de ficción y que por la misma se supone no debe de existir.

Luego del susto inicial me tocó oír otro grandioso sermón, al menos esta vez no dirigido a mi sino a Haylley, pero estaba medio cansado y no escuché mucho, de hecho, casi de inmediato me entró eso a lo que yo llamo síndrome de Charlie Brown porque de sus voces solo captaba algo muy parecido al "Blah blah blah blah blah blah" y con la misma terminé parpadeando algo patidifuso y mirando a mi alrededor cual tarado con la que a lo sumo pillé algo sobre no hacer esas cosas en lugares visibles ni mucho menos saltar de lado a lado chillando ser un demonio.

De nuevo no lo entendí y opté por la salida por la que opto siempre, o sea, escapar, porque con la misma cogí mis cosas y salí corriendo al son de "pies para qué los quiero" y corrí tan rápido que ni yo podía creérmela, yo, el que siempre había sido catalogado de enfermo, el que sobrevivía a base de medicamentos, corrí tanto y tan rápido que casi al instante de detenerme, me desmayé.

Y en mi inconsciencia tuve tantos sueños raros, o más bien, tantos recuerdos volvieron a mi mente, sobre mí, mi familia, mis hermanos, mi pasado, mi origen, o más bien, por fin tuve la verdad sobre el porqué siempre había sido tan raro y tan diferente.

Luz En Mi OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora