Mientras camino de regreso a casa una muy ligera llovizna cae; a veces se me da la de pensar que son los ángeles llorando al ver la clase de mundo en la que humanos, otros como ellos, como yo y muchos más, habitamos; lleno de desolación, desesperanza y sufrimiento por todas partes en medidas ya incontrolables. Si pienso de ese modo, incluso tiendo a creer que a todos aquellos a los que he matado les he hecho el favor de salvarlos de esto y es ese tipo de pensamiento el que me impulsa a seguir con eso, pero sólo a veces, otras más bien es la sed la que habla por mí.
Sigo con esas cavilaciones en mente hasta llegar a casa, abriendo la puerta y notando el apartamento apenas iluminado y ya silencioso; mientras camino por el pasillo rumbo a mi habitación, la puerta de la habitación de Kyo se abre y éste sale tan sólo vistiendo una de las camisas obviamente de Hyaweh por lo enorme que la prenda le queda, me mira con un semblante bastante adormilado y grogui y hasta me sonríe reflejando toda la inocencia que creí ya le había sido arrebatada hace años por el patán aquel.
-"Ne, Hada de los Dientes, ¿puedes decirle a Elliot que no olvide mis rocas?"- pregunta frotándose un ojo, otra vez enarco una ceja y aprovecho ya estar cerca para inclinarme y tocarlo, está helado y se nota demasiado cansado, lo que me lleva a pensar que en realidad no ha superado sus penas y por la misma solo se entrega al idiota vampiro esperando que lo deje tan exhausto como para que se olvide de todo.
-"Claro, vete a dormir enano que yo le digo"- contesto abducido por un extraño arranque de ternura al verlo así; no es como que yo sea realmente malo, es más bien que prefiero reservarme mi bondad para quien lo merezca y en el momento que sea realmente necesario, como ahora.
-"Deja, ya lo llevo yo"- escucho a la voz de Hyaweh decir; lo miro apenas y reprimo las ganas de gritarle de groserías por tratar a mi mejor amigo como una mascota pero, si de nuevo centro la mirada en sus ojos, noto que no es eso, tal vez ver eso empeore mi humor, después de todo el muy idiota no se tiene la culpa de lo que a Kyo le pasó y al contrario se esmera demasiado en tenerlo feliz.
-"Pero no te pases de listo"- digo mirándolo muy fijo, amenazándolo con la mirada porque será muy pura sangre y todo lo que quiera pero aun así estoy seguro de que puedo ganarle.
Hyaweh solo me sonríe y niega con la cabeza, tomando después la mano pequeña de Kyo antes de jalarlo hacia sí y levantarlo en brazos; el enano no se queja, está acostumbrado a que lo traten de ese modo así que tan sólo se acomoda y refugia contra el cuerpo helado del vampiro. Me queda bastante claro ahí quién ama a quién; hasta dan ganas de decirle al peli azul que es un estúpido por perder así su tiempo pero no lo hago porque puede que eso sea lo que se necesita para hacer sanar el corazón roto y mal pegado de Kyo.
-"Buenas noches papá Elliot, ten un buen viaje"- murmura como si nada y es en ese momento pierdo todo pensamiento y sentimiento piadoso que pueda tener hacia él.
-"Vete al infierno"- contesto ahora sí apurándome en llegar a mi habitación. Fastidiado por sus malditos comentarios con la clara intención de hacerme ver que mi mirada de amenaza más bien fue una de fulano idiota con actitud paternal.
-"Todavía no"- le escucho decir ya cuando estoy entrando a las cuatro paredes que hacen de mi entera privacidad; tengo ganas de azotar la puerta pero me las trago porque no quiero despertar a Kyo, quien seguramente ya se quedó dormido ahí entre los brazos del tonto Hyaweh.
Así que una vez encerrado me dispongo a hacer lo que vine a hacer, jalando de debajo de la cama de sábanas oscuras mi bolso de viaje, moviéndome a prisa por la habitación tan sólo ocupándome de meter lo necesario para no pasarla tan mal los días que me toque estar fuera y sin techo; tengo que admitir que en eso resulto bastante mimado porque me gusta estar lo más cómodo que se pueda aun cuando me toque dormir apenas bajo el refugio de un árbol o en una cueva.
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Luz En Mi Oscuridad
RomantikSe supone que sólo sería un trabajo más... Después de todo, enamorarse no estaba en sus planes, ya no... Acostumbrado a deslizarse entre las sombras, la vida del Príncipe Elliot Darko transcurre en un constante juego del gato y el ratón. Trata de es...