Estoy mirando el atardecer solo, porque el gatito insiste en que no puede salir al sol, yo sigo sin querer preguntar la razón; mientras tanto me sobo un poco el brazo, es que nunca esperé que luego de lo bien que lo habíamos pasado, con tal de que lo soltara, me pellizcara fuerte y en cuanto me aparté, me empujó directo al agua antes de huir a envolverse con mi gabardina y mirarme con odio desde tierra firme. Me río del sólo recordarlo, mirando un poco más el cielo, se nota rojizo y los primeros matices violetas de la noche han comenzado a hacer aparición, me recuerda gratamente a sus ojos y pensando en ello me levanto y regreso al interior de la cueva.
Esta sentado entre las mantas abrazando sus piernas y apenas levanta la cabeza al oírme entrar, me mira rabioso, con odio y furia, con cada partícula de su ser claramente enojada conmigo. Sonrío apenas, aun cuando está furioso conmigo no ha tenido de otra más que ponerse mi ropa, así luce todavía más tentador, la camisa le queda enorme y las mangas le están tan largas que apenas si puedo ver sus dedos pequeños y blancos.
-"Deja de mirarme, pareciera que quieres comerme"- dice entre dientes, haciendo de nuevo que su ceño se frunza y arrugando tan sólo un poco su nariz.
-"¿Qué si quiero hacer eso?"- pregunto sonriendo de lado.
-"Dijiste que no lo harías"- replica mirándome cada vez más molesto, sonrío otro poco, incluso puede ser tan inocente sin siquiera proponérselo.
-"Nunca dije el modo en que te comería"- contesto, sonriendo descaradamente y dejando que mi mirada se pasee por sus largas y torneadas piernas al descubierto debido a que tan sólo lleva los shorts interiores de los cuales apenas si veo los bordes.
-"¡¡¡Pervertido!!!"- me grita de nuevo, aquí vamos otra vez, a que me haga un escándalo que luego probablemente terminara en una situación comprometedora para él y de pleno disfrute para mí.
-"La última vez que me llamaste así nos divertimos mucho ¿verdad?"- le recuerdo, poniendo una expresión inocente, me mira espantado y retrocede entre las mantas para luego bajar la mirada, entonces sonríe levemente, como divertido; lo miro confuso, ¿Y ahora qué le pasa?
-"Lo había olvidado"- dice luego de unos instantes, sonriendo otro poquito ¿Olvidar el qué? -"Gracias por dejarme usar tus favoritos"- y probablemente intuyendo el hecho de que yo necesitaba de una explicación, se levantó un poco la camisa dejándome ver unos interiores blancos estampados con pequeños ositos sonrientes.
Abro la boca totalmente escandalizado, sintiéndome como un pez fuera del agua tratando de respirar, al mismo tiempo que notaba como mis mejillas se tornaban calientes, haciéndome saber que seguramente ahora estaban tan rojas como un par de tomates.
¿Por qué aquello estaba pasando? Sólo podían haber dos posibles culpables de semejante desgracia, en primer lugar, mi loca hermana mayor, Danielle, con esa estúpida obsesión suya por regalarme cosas que sólo hacían a mi cara tornarse roja, como ahora, y, luego esta Kyo, quien obviamente desconoce el significado de la palabra privacidad y por la misma seguramente se le dio la de meter eso entre mis cosas, pero ya verá, en cuanto regrese a casa se las haré pagar caras.
-"¡Esas no son mías!"- replico todavía con la cara enrojecida y sintiéndome estúpido por el leve temblor en mi voz.
-"Ya, todos tenemos algo que nos gusta mucho, lo tuyo son los ositos"- contesta, encogiendo los hombros y sonriéndome ladino; no se ha de salir con la suya, eso sí que no.
-"Te equivocas, lo mío eres tú y solo tú"- lo contradigo, devolviéndole la sonrisa y saltándole encima, derribándolo entre las mantas.
-"Q-Quítate"- tartamudea y ahora quien se encuentra sonrojado es él.

ESTÁS LEYENDO
Luz En Mi Oscuridad
RomanceSe supone que sólo sería un trabajo más... Después de todo, enamorarse no estaba en sus planes, ya no... Acostumbrado a deslizarse entre las sombras, la vida del Príncipe Elliot Darko transcurre en un constante juego del gato y el ratón. Trata de es...