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──¿¡En dónde estabas!? ¿¡Cómo llegaste hasta aquí!? ──Percy invadió a Dorian con sus preguntas cuando el chico simplemente se apareció al lado de él y sus amigos.
──No importa ahora, hay que irnos ya. ──Lo interrumpió Annabeth llevándose a un confundido Grover de la mano y a un Dorian alterado de la otra. La hija de Atenea realmente no pensó en ser la niñera de la misión.
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──De acuerdo, ¿qué tipo de auto tiene el dios de los viajeros? ──Pensó Percy.
« ¿A qué te refieres? »
──¿No lo recuerdas? Estabamos en el Lotus para encontrar a Hermes. ¿También te falla la memoria como a Grover? ──Preguntó Annabeth preocupada.
Dorian negó, más no quiso mencionar que tenía sus propios asuntos. No era cosa de todos los días que Afrodita, Hypnos y Apolo te medio secuestraran; por una buena causa.
──Chicos, debo decirlo, hasta ahora esta misión ha sido fascinante. ──Habló Grover muy feliz. ──Ojalá encontremos ese auto.
──La misión no es encontrar el auto.
──¿Hay más? ──Dorian miró al sátiro levantando una ceja. En realidad no podía creer que de todos, Grover es el que haya caído en la trampa del hotel... Bueno, no. Literalmente su amigo lo abandonó después de ver quien sabe que.
──Cielos. Te lo explicaremos en el camino, estamos un poco apurados. ──Respondió Percy caminando a la par de sus dos amigos. Annabeth se adelantó sin decir nada.
──¿Vamos tarde?
──Muy, muy tarde.
──¿Estamos retrasados por mi culpa? ──Percy se detuvo, los tres se detuvieron.
──Estaremos bien... todos. Aunque espero que ese juego haya estado increíble. ──Percy miró a Grover y después a Dorian. ──Hablaremos en el campamento. ──Sonrió tranquilamente.
