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El grupo decidió que el primero en quedarse sería Grover, incluso este mismo se ofreció en primer lugar. Y para sorpresa de todos, Annabeth tomó el segundo puesto para hacerle compañía al sátiro; Dorian estaba agradecido porque al fin de cuentas, cualquier cosa era mejor que estar con Ares.
El camino para llegar al parque de diversiones fue tranquilo. Lamentablemente ya había oscurecido, aunque por fortuna Dorian aún conservaba su mochila en donde obviamente tenía una linterna, por lo que se la dio a Percy.
──No veo películas de terror pero este parece ser exactamente el tipo de lugar que sugieren evitar. ──Comentó Percy con nerviosismo. Ambos se encontraban ya en la entrada del lugar abandonado.
« Prefiero las animadas. »
──Yo las de Adam Sandler.
« ¿Quién? »
──Espera, ¿nunca has visto alguna película de Adam Sandler? ──Preguntó Percy a Dorian, quien solo levantó los hombros confundido. ──Pues, si ninguno de nosotros muere en los próximos días, tenemos que arreglar eso.
« Trato, pero primero acabemos esto. »
──Por supuesto, si terminamos antes probablemente podamos subirnos al carrusel. ──Bromeó Percy. El pelinegro solo negó sonriendo.
El hijo de Hera tomó la iniciativa y se adentró en el parque. Sin embargo, no contó con la extraña maquinaria que las puertas tenían.
──Oye, ¡cuidado! ──Exclamó el rubio por instinto. No sabía lo que en realidad ocurría pero parecía que Dorian estuviese en peligro con ese raro mecanismo arriba de su cabeza.
Dorian observó con atención aquel artefacto y sintió como si su cerebro hiciera click. Reconoció rápidamente el bronce celestial, si bien no era un experto en armas, pasaba el tiempo suficiente viendo como los hijos de Hefesto trabajaban con ese material dentro de la forja.
