↬ 02; Insensatez

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Soltar retruécanos.

¿No sabía qué más hacer? 
¿Podía llamar a esos chistes?

Los niños lo veían con clara confusión. Todos esos términos que ni siquiera él comprendía eran ilógicos.

La maestra, Delight, una muñeca de cabello rubio bien peinado, miraba con una sonrisa amplia, forzada, nerviosa, pero una sonrisa con una clara intención. Ella tampoco entendía lo que el elefante decía.

Bubba Bubbaphant era inteligente, el más listo de los Smiling Critters. Personalmente, Catnap creía que cualquiera era inteligente, pero ese título estaba ahí por algo y estaba presente para confirmarlo.

Tanta palabrería que no entendía únicamente por no saber lo que significaba. Era lo único que requería para saber que Bubba tenía su título bien colocado, incluso para Delight.

—Muchas gracias —sonrió ella con nerviosismo, aplaudiendo sutilmente, sudando de forma disimulada. Mientras Bubba añadía palabras, ella lo empujaba lentamente fuera del cuarto, incómoda.

Sonrió a los niños, que dejaron su confusión de lado. Paso seguido, empujó a Catnap casi de la misma manera que a Bubba.

Ambos se vieron a la cara allí en medio del pasillo. El felino ignoró su presencia por completo, alejándose, perdiendo su buena postura ganada por el empujón de la maestra. Bubba parecía querer decir algo, pero el rechazo de Catnap fue más que suficiente para silenciarlo.

Bubba Bubbaphant, un elefante de buena memoria, podría ser un buen líder de no ser por la gloriosa existencia de Dogday; sencillamente su presencia irradiaba cosas distintas, su altura y lenguaje corporal igual, su voz no era cálida ni reconfortante, era estruendosa, lenta y aburrida... No tenía el carisma necesario y a los niños no les llamaba la atención hablar ni interactuar con él a menos que lo necesitaran.

Catnap se detuvo en cuanto cayó en cuenta de que no ganaba nada describiéndose a sí mismo y dejó pasar el tema.

Suspiró con estrés, no tenía nada más que hacer.

Había pasado una semana desde su operación, ya no le dolía como antes, y el felino le lanzaba todo el crédito que no merecía al can. 
Después de todo, no sabía a quién más agradecerle por hacerle sentir mejor; a sí mismo sería ilógico, si fue él quien se magulló los hombros en primer lugar.

Dogday fue claro con él, puso una mano sobre su pecho, pues difícilmente llegaría más arriba, y con una sonrisa genuina le dijo que visitara a los niños.

Catnap lo llamó sentimental en un método de insulto, pero de todas formas le hizo caso.

Ese tipo de palabras no afectaban al perro, quien rodó los ojos antes de retirar su mano con una sensación de ofensa; en el fondo, le divertía, no el hecho de que el gato le insultara... Sino que no importa cuánto se queje, le hará caso de igual manera.

Catnap, con un orgullo falso, fue a quejarse con Dogday.

Como si fuera su casa, inundó su espacio personal empujándolo con un posesivo abrazo, un comportamiento de reclamo; quería que le doliera pero no quería hacerle daño, quería que se sintiera culpable pero no quería que el sentimiento le lastimara... Quería... Quería... Atención.

Se quejó con el perro dejando vibrar su garganta, un ronroneo de fastidio tan falso como su enojo, tan falso como sus intenciones, tan falso como todo de sí mismo.

Dogday se limitó a mirarlo con indiferencia, le dio un par de palmadas en la cabeza y resopló.

—¿Y ahora qué pasó? —preguntó con aire de ignorancia. El gato se limitó a soplar con fuerza de manera breve, ya había olvidado de qué quería quejarse en primer lugar.

El can observó con una pizca de cautela, cayendo en cuenta de las circunstancias...

—¿Qué? ¿Las clases de la señorita Delight son aburridas? —bueno, sí, y al mismo tiempo, qué grosero, Dog, no lo digas en medio del patio.

Catnap gruñó por lo bajo, su gesto fue detenido por el pecho de Dogday, donde el felino apoyó su cabeza para hacer las quejas más personales y dramáticas. 
El canino tomó a Catnap por los hombros, sujetándolo, lo obligó a alzar su postura, no del todo, pero lo suficiente como para verlo a los ojos y tener una conversación normal, si era posible.

—A ver... —pronunció Dogday lentamente, miró a sus ojos sin apartar la vista ni un solo momento—. ¿Y bien?

El gato respondió apartándose a un lado, se paró bien de manera milagrosa, a veces olvidaba su tamaño... Abrazó a Dogday de tal forma que el can no pudiera alejarlo tan fácilmente, aunque no lo intentó tampoco, en su lugar, recibió un par de palmadas en la espalda.

Cierto... Catnap se hace el mudo a propósito.

Era listo, de hecho; si todos creen que no puedes hacer algo entonces no se molestarán ni en pensar en ti para dicha tarea.

Nadie nunca pedía a Catnap su opinión o sus ideas, no consultaban sus deseos, anhelos... Sueños... Nadie se molestaba por él en general.

El comportamiento infantil no venía de ningún lado. 
En este momento, un abrazo no vendría mal, y aunque Dogday no lo aceptara, apartarlo se le hacía tan cruel... No está en sí rechazar un abrazo de un niño, mucho menos si se trataba de su mejor amigo, su única figura de confianza...

Por favor.

Solo es un abrazo.

En ese momento decidió dejar de preguntar, era evidente que Catnap solo estaba siendo un gato como cualquier otro.

—Mmm... ¿Qué? ¿Solo puedo abrazarte cuando tú quieras? —Dogday dijo de la nada, con ansias de generar un pleito inocente.

Catnap relajó su toque mirándolo con cierta molestia.

No había nadie cruzando por ahí en ese momento, con los niños en clases y cada smiling viendo por lo suyo...

La falsedad terminó.

—... Lo dices como si fuera un problema.

—Bueno... Lo es.

—¿Planeas cambiarlo?

—Estoy... Bien así, de hecho —respondió el can.

Catnap se alejó medio metro de él desde que soltó la primera palabra... Inclinó la cabeza a un lado, una ligera sensación de déjà vu que ignoró en ese momento.

—Ahora recuerdo por qué vine contigo —dijo Catnap, pensando un poco.

—Mhm...

—Bubba no entiende las bases del lenguaje —se quejó tras una pausa, las palabras correctas no se pensarían solas. Entre ambos se escuchó un resoplido de una risa tratando de ser retenida.

—¿Hablas de sus retruécanos? Lo sé... Son raros —dijo Dogday moviendo la mano arriba y abajo, con suficiencia.

Catnap no preguntó el significado de la palabra, admiró cómo de nuevo el can agregaba cosas a su lista de perfecciones.

Oh, él también usa palabras que nadie entiende... Perfecto.

Wake Up Heartless || CatNap x DogDayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora