Catnap se dedicó a enterrar su cabeza en el cuello de Dogday, sobre su cuerpo, con esa sensación cálida que solo su sol podía ofrecerle.
A pesar de eso, no era una escena del todo linda.
Suspiraba ligeras maldiciones en su pelaje anaranjado, mismo que terminaba censurándolas.
Dogday suspiraba, consciente de las emociones del gato, entendía su descontento. Su cola se movía de lado a lado, golpeando la cama de vez en cuando, no con exacta delicadeza. Sus garras, aunque lo abrazaban, estaban siendo mostradas, y, a pesar de todo, aún era capaz de entender las palabras ofensivas que soltaba el felino por la cercanía con su oído.
Suspiraba para sus interiores. Era agotador.
Limitándose a frotar sus hombros o espalda, solo quedándose en silencio por el tiempo necesario, atento a sus palabras, o a las que lograba descifrar.
Dejarlo maldecir tanto a una persona en específico no hubiera sido algo que permitiese, pero en este caso... estamos hablando de Sawyer. Y no valía la pena tratar de defender al hombre frente a Catnap sin volverte parte (o protagonista) de sus filosas palabras también. Ya le había pasado antes y no estaba motivado a repetirlo.
Además... tampoco le simpatizaba el científico.
Cuando un suspiro ahogado sonó, supo que el felino ya se había calmado, pues se levantó de inmediato, consciente de algo, según aparentó.
Pudo denotar la vergüenza en sus facciones.
—¿Qué? —preguntó Dogday, queriendo pasar de página al mal trago de palabras con una conversación.
Aunque Catnap no dijo nada.
—Oh, vamos... —Dogday rió entre dientes de forma suave—. No me digas que recién te diste cuenta de que me aplastaste. —Sonrió.
Catnap lo miró brevemente antes de descender la mirada.
—Dudo que "aplastar" sea la palabra correcta —respondió el gato, recostándose a su lado, poniendo una mano sobre su frente y la otra sobre su pecho. Parecía en calma.
Dogday no esperaba que la conversación tomara ese rumbo, pero estaba sin ganas de cambiarlo ahora.
—¿Y por cuál la cambiarías? —Giró sobre sí para ver a Catnap, que lo miró de vuelta. Unos ronroneos se dejaron oír.
—Hmm... ¿Es tan difícil decir que fue un abrazo? —Catnap apartó la mirada con aparente agotamiento.
—¿Y por qué te avergonzaste? —Podía sentir las ganas de reírse en su interior.
—No lo hice —respondió con indiferencia.
Dogday resopló, incrédulo.
—Sí... ya veo —proclamó mientras quitaba la mano de Catnap de su propio pecho para pasar a darle caricias y palmaditas.
El gato no se inmutó, permaneció con ese rostro de aburrimiento... por un momento, antes de que el can tocara accidentalmente (y sin saberlo) una zona operada hace no mucho.
El estremecimiento fue más que suficiente para alterar todo el ambiente de comodidad y calidez recién creado. Rezaba para que el perro no hiciera caso y continuara sus acciones, pero no fue así.
—Catnap... —dijo el can en un susurro. No debía ser un genio para saber la razón de su obvia preocupación.
Dogday se asomó a él, acercándose un poco más. No tenía problema alguno en chocarlo, a excepción de uno: las heridas que desconocía. Así que el perro mantuvo distancia suficiente como para no rozarlo. Catnap maldijo a Sawyer por eso de nuevo.
—¿Dónde...? —preguntó Dogday con suavidad. El felino respondió con vagueza, señalando la zona donde se supone se encuentra el músculo recto abdominal.
Dogday miró la zona con detenimiento, logrando encontrar los puntos de sutura con algo de dificultad. No recuerda esa herida.
—¿Cuándo te operaron esto?
—No lo sé —respondió Catnap con fatiga aparente.
... Oh, sí... Tampoco asumió que la conversación llegara a esto.
Dogday se sintió frustrado. ¿Tenía que estar pendiente del felino para saber qué le dolía? No hay que malentender, le gusta mucho sentirse útil y acompañar a las personas, más si se trataba de su mejor amigo, pero no deseaba tener que estar tan pendiente de su salud, incluso si le gusta cuidar a sus conocidos, es un recuerdo de que no estaban bien.
—No te preocupes por eso. Ya no duele —respondió el gato, apartando la mano extranjera de su abdomen. De nuevo, ese adorable tono modesto.
Dogday obedeció, manteniéndose al margen. Para su desespero interno, no tenía más opción que creerle al felino. Asumiendo que la única razón de por qué le revivió el dolor fue por su imprudente toque. Sonrió tratando de ignorar la culpa.
—Solo fue Sawyer siendo el idiota de siempre —Catnap no encontró problemas en sujetarlo contra su pecho en un abrazo de nuevo.
Oh, parece que los insultos y palabrotas estaban por regresar. Dogday suspiró, ya dejó de importarle hace mucho, correspondiendo su abrazo.
—No ahora... quisiera dormir —dijo el can, adivinando por cuál camino sus palabras decidieron ir.
Pasó un momento donde lo entendió como la vacilación de Catnap. En lugar de recibir el rojizo incienso en su rostro, solo sintió el abrazo más pesado.
—¿Catnap? —susurró. El felino se movió hasta llegar a su cuello y volver a enterrar ahí su rostro. Tiritando muy sigilosamente, el gato se aferró a él.
Fue cuando entendió que esa noche no saldría de la situación tan fácilmente como otras y se limitó a acariciar su cabeza y... hasta donde llegaran sus manos, en realidad.
—Yo también —respondió el gato, apoyando sus labios sobre la zona de la yugular de forma lenta.
Dogday respondió con un resoplido tranquilo. Lo entendió...
La sensación de deja vu invadió su mente un segundo. ¿Cuántas veces había terminado durmiendo con el felino en situaciones donde ambos trataban de no comentar sus problemas? Muchas, era la respuesta.
Dogday se sintió en negativa. Él quería saber qué le afligía al gato, más allá de Sawyer, estaba claro, pero también sentía injusto no revelarle sus problemas de autoestima. Claro que no pensaba comparar operaciones (que hasta donde escuchó eran negligentes) con unas meras inseguridades suyas.
Sin embargo...
Catnap estaría dispuesto a escucharlo, quizá sea el único que le crea. Y aunque la conclusión declaraba la falta de aptitudes sociales del gato, esperaba que él también sintiera lo mismo de forma mutua, pues era una verdad.
Dogday quería hacerle entender que no importa cuán pequeño sea el problema, él siempre lo escucharía. Quizá no sepa qué aconsejarle, pero eso no quita su preocupación. Tendrá que trabajar en brindar soluciones y no volverse un simple metiche más, desde luego. Pero solo tenía esta última sensación con sus demás amigos, no con Catnap. Quién, hasta todo lo que vivió "bajo suyo", entendió que era tan simple como abrazarlo para darle esa sensación de calidez.
No solo por ser su líder... era su mejor amigo... y con penas, quizá el único.
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Me demoré un día en publicar, así que tienen mi permiso de fusilarme. 🗣️
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Wake Up Heartless || CatNap x DogDay
FanficLo que uno sufre tras el último respiro. Incluso a pesar de los años, aún encuentra reconfortante llorar en el cuello de su mejor amigo, consolado, tratando de no sentirse culpable... Todos tenían buenos motivos para odiarlo. No había nada que pud...