—Cuéntame ahora —dijo el Rey al sentarse en su trono.
—Siempre estuve atento de ella, Su Majestad —contestó el consejero, ante la petición de Báron—. Sabía que el viejo Rey intentaría algo si usted no obedecía sus órdenes. Ella era un arma contra usted en manos de su padre.
»Le envié lo necesario para la crianza del niño. Ella, al ser letrada, quiso ganarse la vida enseñando a los niños de su aldea a leer. A cambio, recibía alimento y otras cosas que los padres de los chicos le dieran. No pedía mucho, solo lo suficiente para alimentar a su hijo.
»Incluso, a veces ayudaba a los más necesitados cuando tenía lo necesario. Un grupo de cinco niños eran los que la visitaban para aprender, al igual que su hijo. Aquel trágico día, fui a entregar legumbres a la mujer que me ayudaba a entregárselos, entonces vi al grupo de soldados que se dirigía hacia la aldea.
»Intercepté a cuatro de los niños que iban camino a sus clases. Ella siempre los esperaba en la entrada de su choza para darles la bienvenida. Con la ayuda de Cleotilde evité que esos cuatro niños llegaran, pero cuando me di cuenta, el quinto niño llegó hasta ella, tomó un camino diferente al resto y no pude evitarlo.
»Ella lo saludó desde la distancia con un gesto amable; se veía tan hermosa. En seguida vi atrás del quinto niño, al muchacho; su hijo caminaba contento hacia su madre, ella le sonrió. Recibió al quinto niño y entró junto con él. Ahí fue donde tuve la oportunidad de alejar al pequeño del lugar.
»Le dije que era un soldado del castillo y tenía mucha sed, que debía conseguir para mí un poco de leche de cabra. Él, con mucho pesar de perderse las clases de su madre, con un gesto, derrotado por mi petición, caminó de regreso para conseguir lo pedido.
»Entonces sucedió, los hombres llegaron gritando que eran soldados y venían de un largo viaje, y se quedarían en una humilde morada, solo un momento para poder descansar, dijeron que, después de descansar lo suficiente, se marcharían.
»Bajaron de sus caballos e ingresaron a la casa de ella...
«—Mujer —gritó uno de ellos—, danos cerveza y pan.
—Yo lo tomaré primero —dijo otro y parecía que discutían.
Después de unos minutos, los gritos de ella se hicieron escuchar por toda la aldea.
—¡No, por favor, suéltalo!»
El consejero narraba con voz calmada.
»Ella seguía gritando. Nadie tuvo el valor de entrar y ver qué sucedía, hasta que uno de ellos salió del lugar limpiando su espada.
»La primera en entrar a la choza, fue su hermana, cuando sus gritos de ayuda comenzaron, entonces el resto de la aldea se acercó a ver qué sucedía. Entré y ahí estaba ella, en el suelo, a un lado del chico que, ya inconsciente, se desangraba al igual que ella.
»Su hermana se sentó a un lado de ella y después de decirle algo, que pareció una confesión, y que nadie más escuchó, sus ojos perdieron el hermoso brillo que la caracterizaba. La mujer junto a ella gritaba en su desesperación.
»El niño llegó corriendo, la leche se derramaba del recipiente. Ni siquiera él notó cuando, devastado, dejó caer el vaso en la puerta al ver el cuerpo de su madre sin vida. Se echó encima de ella, llorando y gritando que no lo dejara, su rostro y sus manos se mancharon de la tibia sangre que seguía fluyendo del cuerpo inerte. Y la madre del niño muerto, desgarró su alma con aquel llanto.
»Ayudé con su entierro y después de eso, el niño salió de su choza con una canasta de palma llena de ropa y libros, su tía y su primo lo esperaban afuera. En cuanto él salió, la mujer entró a la choza y salió con una caja pequeña de madera, tomó al muchacho del hombro, lo abrazó, y lo llevó con ella.
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La Bruja y el Dragón dorado
FantasyEn un reino donde la luna brillaba con un esplendor sin igual, nació una joven bruja, hija de la mismísima deidad lunar. Heredera de un poder ancestral y de una tarea que, antes de ella había sido otorgada a sus hermanas, cada hija de la luna debía...