[Elena]
Quedé en aquella cama sin fuerzas ni ánimos, ellos estaban dormidos mientras yo aguantaba las ganas de romperme.
-¿Estás despierta?- Preguntó Isabel en voz baja.
-Sí-Susurré, mi vista estaba hacía el techo.
Isabel no siguió diciendo nada, se acomodó entre mis brazos para luego quedarse dormida. Cerré mis ojos tratando de dormir pero no podía todo se me venía a la cabeza.
El sol estaba saliendo, escuché a lo lejos pajaritos cantar, el rubio estába entre mis piernas dormida, Isabel estába aún lado al igual que Gia, el otro se durmió en aquél sofá, los primeros en levantarse fueron esos dos, buscaron su ropa y se fueron.
-Buenos días, muñeca-Dice Gia medio dormida.
Sigo viendo hacía el techo, Gia se levanta de la cama para meterse al baño supongo, lo más probable es que hoy trabajé.
-Saldré a dar un paseo, le dices a Isabel por si llega a preguntar dónde estoy- Se alistó rápido para irse.
Gia se fue, yo me quedé con Isabel que seguía dormida, mi cuerpo dolía, mi brazo se adormeció, traté de moverme despacio para no despertarla, me siento en la cama a como puedo, miró hacía afuera, la mañana es linda.
-Buenos días-Habla estirándose.
Habían dos pajaritos volando cerca de la ventana, ambos son coloridos.
-¿Eres sorda?- Se sienta en la cama.
-No, solo estoy viendo hacía afuera- Dije en voz baja, los pajaritos seguían ahí.
-¿Que ves?-Preguntó, poso su vista a dónde yo veía-¿Los quieres?- Dijo sin apartar la mirada.
-No, déjalos ser libres, me voy a la otra habitación-Dije, me levanté de la cama, mi cuerpo tenía moretones notables, mordeduras en ambas piernas, chupetes.
Me puse una bata para no seguirme viendo, me sostuve de los muebles para no caerme.
-¿Te ayudó?- Preguntó Isabel levantándose de la cama, yo negué con la cabeza.
Entré a la habitación, cerré con llave aunque sería inútil pero valdría el intento, me metí a la tina para bañarme y no sentirme sucia, es la única manera en la que no siento asco por mí misma.
-Hasta que sales-Dice Isabel, doy un pequeño saltó del susto.
-¿Pasó algo?- Me acerqué al armario en busca de ropa suelta.
-¿Por qué cierras la puerta?- Pregunta sin apartar su vista de mí.
-Perdón, no volverá a suceder-Dije, me quité la bata que llevaba, le dí la vuelta al espejo ya que estaba frente a mí, ya no me importa desnudarme frente a ella.
-Tengo un regalo para tí- Me muestra una caja con un lazo rosado-Ten- me entrega la caja, la tomó sin entusiasmo, si las circunstancias hubieran sido otras.
-Gracias-Dejo la caja aún lado, me acerqué a la cama para dormir, supongo que mis ojeras son mas notorias.
-¿No abrirás la caja?- Mirá hacía la caja, yo niego.
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Esposa por la fuerza.
RomanceEn el pequeño y remoto pueblo de San Sebastián, las tradiciones son ley y las deudas familiares se pagan con la vida de los hijos. Elena, una joven soñadora con un talento excepcional para la música, ve sus aspiraciones de estudiar en la ciudad trun...