[Elena]
Han pasado tres semanas desde que me enteré sobre mi embarazo, mis padres vinieron a darme las felicitaciones si ellos supieran cómo concebí a este bebé.
Isabel corrió a aquellos dos hombres a los días de darse cuenta de mi embarazo, Georgina no se ha vuelto a aparecer por aquí, supongo porque tiene mucho trabajo que hacer, estás semanas con Isabel han sido buenas, en las noches siempre hay sexo, yo trató de no pensar en aquellas atrocidades que me hacía pasar cuando esos dos estaban aquí todavía.
Estaba acostada en mi cama, Isabel todavía no me dejaba salir de casa, soy su prisionera varias veces, me lo ha hecho saber, todavía no entiendo las razones por las cuales ella se comporta de esa manera.
-¿Cómo te sientes?- Preguntó Isabel, ella se sienta al costado de la cama.
-Estoy bien-Dije, cerré mis ojos por un momento.
El regalo que Isabel me había dado estába intacto y en el mismo lugar, en ocasiones ella me preguntaba porque no lo abría, no tengo motivos para abrirlo, no recibiré nada que provenga de esa loca y asquerosa mujer.
-¿Quieres comer?- Juega con sus manos, durante estas semanas tiene un comportamiento extrañó.
-Ya comí gracias, necesito descansar-Me acomodo en la cama.
-Sí, descansa- Se levanta de la cama, antes de salir de la habitación me ve por última vez.
Cierro mis ojos para pensar en cosas bonitas y conciliar el sueño.
Di una caminata por la casa, esa mujer ni al patio me dejaba salir, no me había tomado el tiempo de ver los cuadros, el arte es lo más hermoso que puede haber, es una forma de expresarte, llegué hasta una habitación dónde había un piano, miré hacía los lados para evitar que una sirvienta chismosa me viera, me senté y comencé a tocar una pieza.
-¿Que haces?-Preguntó alguien detrás mío, volteó y es Isabel.
-N...nada yo lo siento- Me levanté rápido de ahí.
-¿Sabes tocar?- Yo solo asentí, caminé hasta la puerta dónde justamente ella estaba.
-No volverá a suceder, me voy-Dije, salí de aquella habitación.
Bajé hasta la cocina en busca de comida, me dió hambre, este embarazo me tiene mal. Comí un bote de helado que había ahí de quien era no se tampoco me importa.
-¡Ese bote de helado es mío!-Dijo una voz chillona, es de una sirvienta.
-¿Es así? Una disculpa te compraré otro esta tarde- Respondí, seguí comiendo ignorandola.
La sirvienta se fue echando humo por las orejas, terminé de comer el bote de helado y me fui, para mí sorpresa el que vigila la puerta no estába, salí de la casa, se que me meteré en problemas, caminé por un largo caminó llenó de flores, habían muchos colores.
Me quedé un rato más en el jardín, sentada en el pasto apareciendo el sonido de los pájaros, el viento en mi cara, tenía rato de no estar así.
-¿Te dí permiso para salir?-Dijo Isabel detrás mío.
-No, quise salir a ver el jardín- Respondí viendo al cielo, me arrecuesto en el pasto.
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Esposa por la fuerza.
RomanceEn el pequeño y remoto pueblo de San Sebastián, las tradiciones son ley y las deudas familiares se pagan con la vida de los hijos. Elena, una joven soñadora con un talento excepcional para la música, ve sus aspiraciones de estudiar en la ciudad trun...